Albert

Desplazado interno en República Democrática del Congo.

"Vengo de la aldea de Dongo, que se encuentra en la conflictiva provincia de Ecuador, al noroeste de la República Democrática del Congo. Un día mientras jugaba con mis amigos al lado del río, escuchamos fuertes ruidos y repetidos disparos. Corrí intentando escapar de allí, conseguí agarrar la mano de un hombre que intentaba ayudarme. Como los disparos se intensificaron, el hombre aceleró el paso y me dejó solo...

La gente huía asustada en todas las direcciones. Yo me oculté en una casa que estaba detrás de un pozo. Allí había muchas personas escondidas. Traté de encontrar algún rostro familiar pero era imposible. Me quedé ahí varios días hasta que nos encontró un grupo de señores con armas y nos llevaron a una casa. Estuve en cautiverio 2 meses hasta que logré escapar aprovechan una confrontación entre unas tropas armadas y los milicianos. Caminé durante horas hasta que un pescador me cruzó en una canoa al otro lado. Por fin estaba a salvo."

Ponte en los zapatos de Albert e imagina que hoy tu hogar es el edificio de una escuela con siete salas compartido por otras 170 familias de refugiados y por el momento no puedes regresar. Los nuevos refugiados que llegan alertan de que los milicianos han disparado y violado a los civiles y quemado sus casas con antorchas.

Pocos se han puesto en los zapatos de Albert. Pocos han recorrido el trayecto que el tuvo que caminar. Más de 110.000 refugiados se encuentran en el norte de la República del Congo. Han logrado huir de la violencia y de las tensiones étnicas cruzando la frontera de su país. Sin embargo, al igual que Albert, la mayoría han quedado marcados de por vida.