Refugiado afgano en Francia.
“Tengo 22 años y vengo de Jalalabad, al este de Afganistán. Me fui de mi país hace casi un año cuando mi padre y dos de mis hermanos fueron asesinados. Mi madre y mis otros dos hermanos menores se quedaron en Afganistán. También tengo una hermana casada en Pakistán. Hace casi un año que no sé nada de ellos.
Llegué a Europa por Grecia, en este país los solicitantes de asilo tienen muchos problemas para que se reconozcan sus derechos. Pasé siete meses en Calais, al norte de Francia, solicitando protección. No me dieron ni papeles, ni abrigo ni dinero. Algunas noches tuve que dormir bajo un puente o en el suelo. Creo que ni los perros ni otros animales vivirían en estas condiciones. Todos los días voy a por mis papeles sin novedades. Estoy enfermo y ya casi no me quedan fuerzas. Las dificultades para sobrevivir el invierno de Calais han hecho que muchas personas que deseaban pedir asilo en Francia lo piensen dos veces.”
Pocos se han puesto los zapatos de Sabir, pocos han dormido noches y noches cubiertos de cartones dentro de un local comunitario cuyas puertas se abren únicamente cuando la temperatura desciende por debajo de cero grados centígrados. En Calais hay unos treinta casos de solicitantes de asilo afectados por Dublín II. Se estima que un cuarto de los migrantes indocumentados de Calais tienen menos de 18 años y entre ellos hay varios menores de 10 años que acompañan a hermanos o parientes más mayores.