Refugiados bailan samba en el famoso desfile del carnaval de Río de Janeiro para celebrar la apertura que caracteriza a Brasil
Como invitados especiales de la escuela de samba Salgueiro, algunas personas refugiadas hicieron gala de sus habilidades dancísticas y mostraron cuán estrechos son los lazos que han tejido con el país que les ha dado la bienvenida.
Para Yves Abdalá, participar en el desfile del carnaval de Rio fue 'alegría pura'.
© ACNUR/Rubén Salgado Escudero
Un viernes por la noche, mientras engalanados artistas de la escuela de samba Salgueiro y sus fans esperaban el inicio de su desfile anual, un potente cóctel de entusiasmo, nervios y sentimientos difíciles de expresar se apoderó de la atmósfera veraniega en el mundialmente conocido Sambódromo de Río de Janeiro.
Para veinte de estos artistas, el momento fue particularmente emocionante. Se trataba de personas refugiadas de Siria, Venezuela, Angola y República Democrática del Congo que no podían creer que estaban por participar en el evento brasileño por excelencia, el desfile del carnaval de Río, una noche entera de música, tambores, danzas y creatividad.
Como parte de su alianza con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, la escuela de samba Salgueiro, cuyo tema para el desfile de este año fue la lucha contra el racismo, invitó a veinte personas refugiadas a promover la integración de los refugiados en Brasil. En este país habitan personas reconocidas como refugiadas que provienen de 88 países. Además, en años recientes, Brasil ha recibido un estimado de 325.000 refugiados y migrantes de su vecino del norte, Venezuela.
“Para la mayoría de las personas, ser un refugiado es visto como algo triste, pero esto es alegría pura”, comentó Yves Abdalá, un refugiado congoleño de 30 años que jadeaba tratando de recuperar el aliento luego de haber llegado bailando al Sambódromo en un pesado disfraz muy ornamentado que se inspiró en el movimiento rastafari.
“Presentarme con personas refugiadas de otras partes del mundo me llenó de energía”.
El evento no solo puso de manifiesto la adaptabilidad de las personas refugiadas (después de todo, dominar el movimiento de los pies en la samba es un gran logro en sí mismo), sino que también fortaleció el lazo entre los artistas y el país que les dio acogida (incluidas sus tradiciones). El desfile de las escuelas de samba de Río es algo serio. La participación de las escuelas se evalúa con base en una serie de criterios técnicos, que incluyen las habilidades dancísticas de los artistas. Quienes participan en el desfile se comprometen a asistir a ensayos con regularidad, que pueden incluso terminar pasada la medianoche. También se comprometen a aprenderse e interpretar la canción de la escuela.
“Para la mayoría de las personas, ser un refugiado es visto como algo triste, pero esto es alegría pura”.
Para Adel Bakkour, un refugiado de 29 años que llegó a Brasil hace una década tras huir de la guerra en Siria, su país de origen, participar en el desfile del sábado representa el logro supremo en un difícil viaje en busca de la seguridad. Antes de que el conflicto estallara, Adel llevaba una vida cómoda en Alepo, donde asistía a un colegio privado. Al igual que muchas de sus amistades, participó en protestas contra el gobierno, pero no soportaba la idea de levantarse en armas contra sus conciudadanos. Él y su hermano huyeron en dirección a Brasil, donde vivía su hermanastra.
Aunque corrieron con suerte por contar con una pariente que pudo recibirlos en el extranjero, no les fue sencillo ajustarse a su nueva vida. Para ellos fue difícil compartir el mismo techo con su hermanastra de 40 años, con quien habían tenido muy poco contacto. Además, en Siria, Adel había sido un excelente estudiante, pero el portugués de Brasil era abrumador, y sus notas se vieron afectadas mientras Adel luchaba por dominar la lengua.
En los últimos años, no obstante, Adel se convirtió en portavoz no oficial de la comunidad siria en Río en la universidad donde él ha estado formándose para obtener una licenciatura en relaciones internacionales. Adel asumió un papel similar en la preparación para el desfile: se entrevistaba con medios de información en Brasil. En los ensayos, forjó amistades con otros artistas (tanto refugiados como brasileños), todos ellos de distintos bagajes.
“Una de mis amigas sirias pudo ver que yo estaba muy emocionado con los ensayos; dijo que le gustaría que participemos juntos con Salgueiro el próximo año”, comentó Adel.
Ingrid Bucán, una estilista de 47 años que vendió todo para poder salir de Venezuela, su país de origen, indicó que el desfile confirmaba la calidez que siente por Brasil. Ingrid llegó en 2020 junto con su esposo, sus hijos y cuatro nietos. Desde entonces, ha recibido asistencia para recomenzar su vida, lo que incluye clases de portugués y terapia psicológica.
Ingrid y su familia formaban parte de las 72.000 personas de Venezuela que fueron reubicadas desde Roraima, un estado en el extremo norte de Brasil, a otras partes del país, como parte de un programa liderado por el Gobierno de Brasil, con el apoyo de ACNUR, para ayudar a las personas refugiadas a tener mejores oportunidades de acceso a vivienda y empleo.
“Me siento tan agradecida por haber bailado junto a personas refugiadas de otras partes del mundo”.
Si bien Ingrid admite que aprender samba le resultó particularmente difícil, señaló que dar zancadas en el Sambódromo junto con miles de brasileños y otras personas refugiadas era la mejor forma de celebrar su llegada a Río, su nueva ciudad. Además, ya que Salgueiro llegó al sexto lugar en el concurso de escuelas de samba, Ingrid y los otros artistas podrán volver a desfilar en el Sambódromo como parte del desfile de campeones que tendrá lugar este fin de semana.
“Brasil me ha enseñado tanto. Simplemente aprender otra lengua te cambia la vida”, señaló Ingrid, quien llevaba un extravagante disfraz color amarillo canario con enormes hombreras. “Me llena de orgullo haber representado a todas las personas refugiadas en el mundo en el carnaval... Me siento tan agradecida por haber bailado junto a personas refugiadas de otras partes del mundo”.