Joven venezolana en Ecuador sueña con jugar un Mundial de fútbol
Después de tener que salir de Venezuela, la joven Yenmany encontró un equipo de fútbol inclusivo con mujeres refugiadas LGBTIQ+ donde ahora puede anotar goles, acercándose así a su sueño de jugar un Mundial.
Yenmany Coromoto ama el fútbol por encima de todo. Mientras acaricia el balón con sus pies, esta venezolana de 20 años sueña con convertirse en la mejor futbolista del planeta y jugar una Copa del Mundo. De momento, acaba de dar el primer paso entrando el equipo Las Mismas, un club femenino que abre sus puertas a las mujeres refugiadas, incluyendo LGBTIQ+, en Cuenca, Ecuador.
“Cuando juego al fútbol, me siento libre, me siento llena, me siento contenta”, comenta Yenmany. “Me gustaba mucho jugar desde que era niña, pero no había podido entrar a un equipo hasta ahora”, explica la delantera, que en el pasado no fue admitida en otros clubes por falta de recursos o por discriminación.
Yenmany, quien pertenece a la comunidad LGBTIQ+, nació en Coro (Venezuela), pero tuvo que irse de su país en 2021 debido a la situación de inseguridad y escasez económica. Pasó unos meses en la vecina Colombia, pero finalmente se desplazó hasta Ecuador a inicios de 2022, donde decidió quedarse. Ahora vive en la ciudad colonial y andina en el sur del país, junto a su novia Yolimar, también venezolana.
La pareja, que ya se conocía desde su país natal pero que inició su relación sentimental en Ecuador, trabaja en lo que puede para obtener ingresos y salir adelante. En estos meses desde que llegaron a Cuenca, han ejercido como ayudantes de cocina, vendedoras ambulantes o limpiadoras domésticas. En su tiempo libre, Yenmany le ha apostado al fútbol y en su nuevo equipo ha encontrado un segundo hogar.
El club Las Mismas, que recibe apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y su socio Diálogo Diverso mediante capacitaciones y entrega de materiales como uniformes, se formó a principios de 2022 con el objetivo de brindar un espacio seguro a mujeres de diferentes nacionalidades e identidades de género diversas. Hasta el momento, han recibido a dos jugadoras en situación de movilidad humana y LGBTIQ+. Una de ellas es Yenmany, cuyo bienestar mental y emocional ha mejorado desde que juega en el equipo.
“En Ecuador, mucha gente venezolana es discriminada. A veces no les dan la apertura para jugar o les piden una cédula ecuatoriana para inscribirse. Nosotras no estábamos de acuerdo”, cuenta Tamara Buestán, jugadora cuencana de 31 años y vicepresidenta de Las Mismas. “Este es un club que está comenzando y quiere que todas las personas puedan ser parte de él. Si hay más jugadoras en movilidad humana que quieran unirse, las puertas están abiertas”, agrega.
Ecuador alberga una de las mayores poblaciones de personas reconocidas como refugiadas en América Latina, con una cifra histórica de más de 74.000 (96 por ciento de ellas procedentes de la vecina Colombia). Además, el país acoge a la tercera mayor comunidad de personas refugiadas y migrantes venezolanas en América Latina, con algo más de medio millón. Cuenca, donde viven Yenmany y Tamara, destaca como una de las principales ciudades de Ecuador que más personas refugiadas y migrantes acoge, con más de 25.000, lo que la sitúa en el cuarto lugar del país. La mayoría (88 por ciento) son de Venezuela, mientras que el 7 por ciento vienen de Colombia, según el informe publicado por ACNUR a principios de este año.
Mujeres ecuatorianas como Tamara se esfuerzan para que las personas forzadas a huir que llegan a la ciudad se sientan bien recibidas. Ella es consciente de la importancia de brindar espacios a través del deporte para que la población en movilidad humana, que carece de redes de apoyo cuando recién llega a un nuevo país, pueda aportar a su comunidad de acogida. “Nuestro club es diverso y queremos que aquí todas se sientan seguras”, afirma.
Ecuador es testigo de la llegada de cientos de personas forzadas a huir cada día, muchas de las cuales llegan solo con lo puesto. ACNUR y sus socios les proporcionan ayuda humanitaria y de protección, y desarrollan programas de inclusión socioeconómica, cultural y deportiva que permiten a las personas refugiadas, incluyendo las LGBTIQ+, integrarse y prosperar en el país andino. Según estimaciones de ACNUR y sus socios, en Ecuador residen alrededor de 8.000 personas refugiadas y migrantes de Venezuela que se identifican como LGBTIQ+.
De momento, la mejor noticia para Yenmany es que ya tiene un club en el que compartir con sus compañeras y disfrutar del fútbol. Con ellas también piensa ver la Copa Mundial de la FIFA que comienza este 20 de noviembre en Qatar.
Por si su plan de convertirse en jugadora profesional no se consuma, Yenmany también quiere estudiar contabilidad en la universidad, dado que se le dan muy bien los números. De todas formas, confía en que jugar al fútbol en Las Mismas le ayude a conocer nuevas personas, forjar amistades y sentirse más integrada en su país de acogida.
“Hoy es el día más feliz de mi vida porque es mi primer día con este equipo”, cuenta emocionada. “Me encanta meter goles, el primero que anote se lo voy a dedicar a mi abuela, quien ahora está en Colombia. Ella es como si fuera mi mamá, me crio desde recién nacida y lo es todo para mí. Fue la persona que me sacó adelante, la que estuvo conmigo en las buenas y malas, mi abuela”, recuerda con ojos vidriosos.