Una residencia universitaria en el oeste de Ucrania se convierte en albergue para las familias desplazadas
Con casi dos millones de personas desplazadas por la fuerza en Ucrania, ACNUR y sus socios están respondiendo a las necesidades humanitarias con alojamiento y otras formas de ayuda.
Oleksandra, de 28 años, y sus dos hijas en su alojamiento temporal en una universidad en el oeste de Ucrania.
© ACNUR/Igor Karpenko
Hasta hace poco, los estudiantes llenaban los pasillos y las habitaciones de esta residencia de la Universidad Estatal de Mukachevo, en la región de Zakarpattya, al oeste de Ucrania. Ahora, el edificio se llena de actividad de otro tipo, ya que las familias expulsadas de sus hogares por los intensos bombardeos y combates en otras partes del país encuentran alojamiento temporal entre sus paredes.
Entre ellas se encuentra Oleksandra, de 28 años, que llegó con sus hijas Milana y Polina, y su madre Natalia, al comienzo de la ofensiva militar el 24 de febrero. Huyeron de su casa en la ciudad de Kramatorsk, en Donetsk, al este del país, cuando, como muchas otras personas, se despertaron con el sonido de los bombardeos.
“A las cinco de la mañana, oímos fuertes ruidos de explosiones, y supimos que la guerra había comenzado. Así que hicimos las maletas y nos fuimos de inmediato”, explica Oleksandra, quien lleva a su hija Polina, de siete meses, en sus brazos, mientras su otra hija Milana, de seis años, juega en las tres camas individuales arrimadas en una esquina de la pequeña habitación donde duerme la familia.
Cuando empezaron a caer las bombas, la familia se subió a su auto con unas pocas pertenencias y sus dos perros y se pusieron en marcha al oeste. “Mi marido nos trajo hasta aquí y regresó porque tiene que servir en el ejército. Todos los hombres de 18 a 60 años lo deben hacer. Estoy muy preocupada por él”, dice Oleksandra. “Le echamos de menos”, añade su hija Milana.
“Hicimos las maletas y nos fuimos de inmediato”.
En solo 15 días, la ofensiva militar en Ucrania ha causado la crisis de desplazados de evolución más rápida desde la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que al menos 1,85 millones de personas se han visto obligadas a desplazarse dentro del país, muchas de las cuales han huido hacia el oeste para escapar de los combates en el este, sur y norte de Ucrania. Otros 2,5 millones de personas han cruzado las fronteras con los países vecinos.
Los equipos de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, tienen presencia en lugares clave del este, centro y oeste de Ucrania para responder a las crecientes necesidades humanitarias. Junto con sus socios, ACNUR ha distribuido artículos de ayuda a las familias desplazadas y a las que se han visto afectadas por el conflicto, incluyendo cobijas, kits de higiene, bidones y materiales de construcción para reforzar las casas dañadas en los combates.
Además de los almacenes existentes en Kiev, Sloviansk y Luhansk, ACNUR ha enviado suministros humanitarios a sus nuevos depósitos en Vinnytsia, Uzhhorod, Chernivtsi, junto a los dos que se encuentran en Leópolis, para despachar rápidamente la ayuda a las zonas necesitadas.
Para ayudar a personas como Oleksandra, ACNUR está colaborando estrechamente con las autoridades locales para ampliar significativamente la capacidad de acogida temporal de las personas desplazadas internas, e identificar edificios que se puedan rehabilitar para funcionar como centros colectivos para estancias más prolongadas. Esta es una de las principales áreas de intervención de ACNUR en la respuesta de emergencia a la crisis de desplazamiento. Encontrar un lugar seguro para vivir es una de las principales prioridades para las personas desplazadas por la fuerza o cuyos hogares se han destruido.
ACNUR también está ampliando los programas para ayudar a proporcionar servicios esenciales como la asistencia jurídica, el apoyo psicosocial, los servicios de protección a la infancia y las medidas para prevenir y responder a la violencia de género. Se está poniendo en marcha un programa de asistencia en efectivo multipropósito para ayudar a las personas desplazadas a cubrir sus necesidades básicas, como el pago del alquiler.
“No tengo idea de cuánto tiempo nos quedaremos aquí”.
La Universidad Estatal de Mukachevo es una de las muchas instalaciones del oeste de Ucrania que ha abierto sus puertas para dar alojamiento a las personas desplazadas. La ONG local NEEKA, socia de ACNUR, apoya el centro proporcionando ropa de abrigo, alimentos, agua, y equipamiento para las cocinas, como congeladores y microondas, que se necesita con urgencia.
Las áreas de estudio y las salas comunes del dormitorio están llenas de donaciones para las personas que han huido llevando unas pocas pertenencias. En una sala hay carritos de bebé, cunas y tronas para las familias con hijos pequeños. Otra está llena de mantas y ropa de abrigo, mientras que en las cocinas se guardan cantidades de frutas y verduras frescas, conservas y leche.
“El óblast de Zakarpattya acoge actualmente a unas 100.000 personas desplazadas. Es el mayor número de personas que hemos tenido aquí”, explica Tetiana Shcherbak, rectora de la Universidad Estatal de Mukachevo. “Muchas iglesias, escuelas y universidades han abierto sus puertas porque no hay más capacidad en los hoteles locales ni entre los privados”.
- Ver también: ACNUR aumenta su ayuda a los desplazados por la guerra en Ucrania y pone en marcha asistencia económica en efectivo
“Tenemos calefacción en nuestro dormitorio, así que normalmente el Centro de Servicios Administrativos local envía aquí a las madres con hijos”, dice Tetiana. Hasta 250 personas acuden al dormitorio cada día, y algunas sólo pasan una noche antes de continuar su viaje para buscar asilo en los países vecinos, mientras que otras, como Oleksandra y su familia, se quedan más tiempo.
La pequeña Milana hace un dibujo con un corazón para su padre en el escritorio de su habitación. Tiene la esperanza de que la familia vuelva pronto a casa y se reúna. “La guerra terminará pronto. Volveremos a casa dentro de cuatro días y veré a mis dos abuelas y a mi abuelo”, explica feliz.
Oleksandra no comparte el optimismo de su hija y se pregunta cuánto tiempo tendrán que llamar hogar a la residencia. “Estamos muy agradecidos de que la Universidad nos acoja en esta habitación, [pero] no tengo idea de cuánto tiempo nos quedaremos aquí”.