La jefa de protección de ACNUR insta a adoptar nuevos enfoques para proteger a las personas refugiadas
La respuesta mundial a las personas refugiadas ucranianas ha demostrado lo que la voluntad política puede lograr ante una emergencia, señala Gillian Triggs en una reunión de alto nivel.
En un año en el que la guerra de Ucrania, junto con otros conflictos, elevó el número de personas desplazadas por la fuerza a más de 100 millones, la Alta Comisionada Auxiliar para la Protección de la Agencia de la ONU para los Refugiados, Gillian Triggs, instó a los gobiernos y a otros actores a tomar medidas contundentes para garantizar la paz y proteger a quienes se han visto forzados a huir de sus hogares.
“Cada año informamos de cifras cada vez mayores. Cada año se agrava la terrible situación de las personas desplazadas”, señaló Triggs en un discurso pronunciado el jueves en la reunión anual del Comité Ejecutivo de ACNUR en Ginebra. “Es momento de renovar la mentalidad, de adoptar ideas e iniciativas originales y estrategias para promover la paz y la protección”.
Triggs solicitó a los gobiernos que intensifiquen sus esfuerzos para salvaguardar el derecho de las personas que huyen del conflicto y la persecución para solicitar asilo. La guerra en Ucrania ha demostrado por qué sigue siendo tan necesario el derecho a buscar y disfrutar de protección internacional, un principio fundamental de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y del mandato de ACNUR.
“La respuesta mundial a la crisis de protección ucraniana demuestra que, con voluntad política, los países y sus ciudadanos acogen a millones de personas en situación de emergencia”, apuntó, y añadió que otros países, como Bangladesh, Türkiye y Pakistán, han ofrecido protección a las personas desplazadas durante años.
Mientras que millones de personas refugiadas ucranianas han sido admitidas en otros países y se les ha dado protección, Triggs manifestó su preocupación al “observar los esfuerzos de un pequeño número de Estados por adoptar políticas extremas para eludir sus obligaciones internacionales”.
“La disuasión se ha convertido en la prioridad… a pesar del fracaso y el gasto de tales políticas”, declaró, citando los intentos de algunos gobiernos de transportar a las personas refugiadas a miles de kilómetros de distancia para procesar sus casos en otros países.
Instó a los gobiernos a centrarse en la mejora de la gestión y la eficiencia de sus sistemas de asilo para resolver los cuellos de botella en los tribunales y en los procedimientos para devolver a sus países de origen a las personas que se considera que no necesitan protección internacional.
“Los esfuerzos por externalizar los procesos de asilo, por negar el acceso al asilo en la frontera, por hacer retroceder o por adoptar políticas draconianas de disuasión no son la respuesta”, señaló en la reunión de representantes de los Estados miembros de la ONU y observadores de otras agencias de la ONU y organizaciones intergubernamentales.
A medida que el desplazamiento forzado ha aumentado, también lo han hecho las necesidades de protección, desde los millones de niñas y niños desplazados que no pueden ir a la escuela, hasta las mujeres y niñas que corren un mayor riesgo de sufrir abusos sexuales y explotación. Triggs dijo que la crisis climática ha añadido otra capa de riesgo.
“Tiene un impacto desproporcionado en los más vulnerables y tiene un efecto multiplicador al forzar a las personas a huir para ponerse a salvo”, comentó, poniendo el ejemplo de Mozambique, un país que ya se enfrenta a la violencia y al desplazamiento en la provincia norteña de Cabo Delgado, que fue azotada por cinco tormentas tropicales y ciclones en los primeros meses de este año.
Mitigar el impacto del cambio climático y salvaguardar la protección internacional son dos de las ocho áreas identificadas por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, que deben ser objeto de una acción decidida por parte de ACNUR en los próximos cuatro años.
Otras áreas señaladas por Triggs son la búsqueda de soluciones para las personas desplazadas internas – que constituyen alrededor del 60 por ciento de las personas desplazadas por la fuerza en el mundo –; la ampliación de las oportunidades para que las personas refugiadas se reasienten o se beneficien de otras soluciones, como los programas de movilidad laboral, el patrocinio académico y comunitario y la reunificación familiar; y el fortalecimiento de los esfuerzos para prevenir y responder a la violencia de género.
“Las crisis de protección global a las que nos enfrentamos no pueden resolverse unilateralmente”, concluyó Triggs. “Debemos actuar en colaboración, y tenemos las herramientas para hacerlo”.
Una de esas herramientas es el Pacto Mundial sobre los Refugiados, que exige un enfoque de “toda la sociedad” en la respuesta a las personas refugiadas. Refiriéndose a él como “nuestra estrella polar”, Triggs invitó a los delegados a trabajar con ACNUR de cara al segundo Foro Mundial sobre Refugiados, que se celebrará en diciembre de 2023, para llevar a la práctica el principio del reparto equitativo de responsabilidades.