Refugiados desarraigados plantan árboles para reconstruir los bosques en Uganda
Los refugiados, los ugandeses y su Gobierno están trabajando todos juntos para salvar el medio ambiente.
ADJUMANI, Uganda – Bajo el sol abrasador del mediodía, Olany Mario se seca la frente mientras se inclina para regar diminutos arbolitos de nim en el fértil suelo de un vivero instalado en el asentamiento de refugiados de Palabek, al norte de Uganda. "Estamos cultivando estas plantas indígenas para ayudar a reponer todos los árboles que fueron talados para hacernos sitio cuando llegamos aquí", dice.
La pasada primavera, este refugiado de 36 años salió de Sudán del Sur con sus dos esposas y sus ocho hijos huyendo de los combates que asolan este país. Cuando cruzaron la frontera con Uganda, la familia fue trasladada a Palabek, donde se les asignó una parcela de tierra. El ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, ha proporcionado a Olany y a otros 11.000 refugiados de Sudán del Sur que viven en el asentamiento alimentos, esteras y utensilios domésticos. También han recibido herramientas para construir albergues y plantar arbolitos en el perímetro de las parcelas.
Uganda acoge actualmente a aproximadamente 1,4 millones de refugiados, la mayoría procedentes de Sudán del Sur y está previsto que esta cifra aumente en 2018. El Gobierno ha expresado su preocupación por los efectos que este elevado número de refugiados está teniendo en el medio ambiente. En los últimos 20 años, Uganda ha perdido una tercera parte de sus zonas boscosas y su cubierta vegetal debido a los árboles talados por la población local con fines agrícolas y para obtener leña para cocinar. Solo en el distrito de Adjumani, los funcionarios locales calculan que se han talado 11 millones de árboles desde el mes de diciembre de 2013 al objeto de construir asentamientos para acoger a los refugiados.
"Necesitamos una respuesta urgente e inmediata."
"En lugar de rehabilitar el medio ambiente cuando los refugiados regresen a su país, necesitamos prevenir los daños desde el inicio mismo de la fase de emergencia", dice John Paul Magezi, oficial de medio ambiente del Gobierno Uganda. "Generalmente se piensa que la afluencia de refugiados está teniendo efectos negativos sobre el medio ambiente pero nosotros creemos que los refugiados pueden ser un factor capaz de impulsar la protección y conservación del medio ambiente si participan en la campaña a favor del medio ambiente desde el mismo momento de su llegada".
Acorde con la Declaración de Nueva York aprobada en septiembre de 2016 por 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas, el Gobierno de Uganda está aplicando un enfoque integral a la situación de los refugiados en el país. Está trabajando en colaboración con el ACNUR y sus socios del sector privado para aumentar la sensibilización de la población y modificar las prácticas energéticas, lo que significa explorar usos más sostenibles de la madera para construir albergues, cocinar y alumbrar tanto en los asentamientos como en las comunidades de acogida que viven en las proximidades y que han donado terrenos a los refugiados.
"Necesitamos una respuesta urgente e inmediata para limitar la destrucción masiva del medio ambiente en Uganda", dice Mohamed Abdel-Al, coordinador técnico superior del ACNUR. "En 2018 estamos en proceso de implantar una nueva estrategia en materia de energía y medio ambiente mediante la cual pretendemos suministrar a cada una de las familias de refugiados una cocina que haga un uso eficiente de la energía a fin de reducir su dependencia de la leña y el carbón. Para contribuir a repoblar los bosques estamos invirtiendo en actividades de plantación y marcado de árboles y estamos creando viveros para proporcionar arbolitos a los refugiados y a la comunidad de acogida".
En Palabek, la Federación Luterana Mundial (FLM), organización socia del ACNUR, está adoptando un enfoque integral en cuyo marco contrata a refugiados para que planten árboles en el reciento del asentamiento y marquen otros con pintura roja para evitar que sean talados. La FLM también emplea a refugiados y miembros de la comunidad de acogida para que gestionen los viveros instalados dentro y fuera del asentamiento. En el interior de Palabek, Olany y otros 10 refugiados han recibido capacitación para aprender a plantar arbolitos con el fin de restablecer algunas especies arbóreas, como el nim y la teka. "Cuando los arbolitos estén preparados para su venta, estos hombres habrán aprendido una técnica con la que podrán ganarse la vida", dice Kennedy Orach, oficial de medios de vida y medio ambiente de FLM
En Palabek y otros asentamientos de Uganda, el ACNUR, sus socios y las empresas locales están donando o vendiendo a los refugiados cocinas que hacen un uso eficiente de la energía, lo que puede reducir la necesidad de leña hasta un 50%.
Agnes Alur, de 24 años, que llegó a Palabek el pasado mes de abril con sus dos hijos, recibió gratuitamente una cocina que le permite ahorrar energía. "Esta cocina es mejor que las tradicionales de piedra porque no necesito tanta leña y puedo cocinar alimentos como guisantes, alubias y pescado en muchos menos tiempo", explica.
Como las cocinas consumen menos combustible, las jóvenes y las mujeres como Agnes corren menos riesgos de ser víctimas de violencia sexual y por razón de género, al no tener que pasar tanto tiempo caminando hasta zonas remotas para buscar leña.
La sustitución de la leña por lámparas de energía solar para el alumbrado también está contribuyendo a la seguridad de las niñas y las mujeres. El ACNUR, con la ayuda de sus socios, está suministrando lámparas solares a los refugiados a su llegada y también se están instalando estas lámparas para alumbrar las carreteras y los lugares de suministro de agua.
La finalidad principal de la estrategia ambiental del ACNUR en Uganda es satisfacer las necesidades de los refugiados al tiempo que se protege el medio ambiente con un enfoque estratégico y sostenible. En 2018, el ACNUR espera plantar 1,4 millones de árboles, uno por cada refugiado que vive en el país pero el logro de este objetivo depende de la financiación que se obtenga para responder a la situación de los refugiados en Uganda, que en 2017 solo se cubrió en un 37%, una cifra muy baja.
Mientras tanto, Olany Mario y su equipo están dejando su sello en Palabek con la labor que realizan para repoblar los bosques de Uganda. Cuando llegue el día en el que pueda regresar a Sudán del Sur, estará preparado. "Utilizaré las técnicas que he aprendido aquí para instalar un vivero en mi propia aldea a fin de rehacer mi vida y la de mi familia".
Por Catherine Robinson
Gracias a la Voluntaria en Línea Luisa Merchán por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.