Ciudadanas de segunda categoría
Cuando aún descubro portales que realizan encuestas, estadísticas, preocupados u ocupados en si los hombres hemos dejado de ser románticos, caballeros, comparándolas con otros momentos de la historia, me pregunto: ¿no deberíamos inquietarnos también, en lo cotidiano, en lo mediático, con otras realidades que existen, que están distantes o no, que exponen a otro hombre, con otro comportamiento, con quien por supuesto no me identifico?
En mi visita a República Democrática del Congo, como Embajador de Buena Voluntad del ACNUR, viví una de las experiencias más vergonzosas y traumáticas que un hombre puede soportar; conocer los testimonios de mujeres de todas las edades, en el heroico intento de reinsertarse, liberarse del infierno y luchar por la libertad y por la paz.
Tuve la oportunidad de visitar el único centro de rehabilitación vaginal, un hospital que abraza y contiene a mujeres violadas, ultrajadas, física y psicológicamente, pero cuando hablo de mujeres violadas estoy diciendo violaciones múltiples, en masa, provocadas por batallones enteros, utilizando a la mujer por considerarla ciudadana de segunda categoría, trofeo de guerra; historias desgarradoras, crueles, vergonzosas.
Podría citar cientos de testimonios, decir su nombre, exponer su historia, pero vuelvo a preguntarme para qué, si no estamos hablando de casos aislados, sino de una sociedad en crisis, donde los derechos humanos de estos miles de cientos de mujeres ya no están y lo mas triste, es que estoy hablando de las crueldades de un solo país de los visitados por mi, ¿cuántos miles de víctimas más de tantas otras crisis humanitarias en el mundo, podríamos citar?
Recuerdo que finalizando y creo que tratando de escapar de aquel doloroso encuentro en el hospital de la ciudad de Goma, con mi alma poseída por un silencio sepulcral, avergonzada, me descubrí escribiendo en el libro de visitas, perdón; perdón en nombre de todos los hombres del mundo.
En mi rol de Embajador de Buena Voluntad del ACNUR, con el compromiso y el mandato de visibilizar crisis humanitarias, a las que yo llamo crueldades humanitarias y concienciar en los pueblos una solidaridad sin fronteras, hoy lucho además porque seamos todos los hombres de buena voluntad los que debamos pedir perdón a todas las mujeres del mundo.
Osvaldo Laport
Embajador de Buena Voluntad del ACNUR