Emergencia en la República Democrática del Congo
Emergencia en la República Democrática del Congo
Cientos de miles de personas han sido desplazadas por la fuerza, de forma repetida y masiva, debido a los enfrentamientos armados, que han cobrado vidas civiles. Muchas personas dependen de la asistencia humanitaria para satisfacer sus necesidades más urgentes.
de personas desplazadas dentro de la República Democrática del Congo
personas refugiadas y solicitantes de asilo en el país
de personas congoleñas refugiadas y solicitantes de asilo en países vecinos
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Tejer es una fuente de empleo para las mujeres confinadas en casa
Las prácticas culturales tradicionales afganas, así como las restricciones más recientes que afectan la posibilidad de que las mujeres viajen, estudien y trabajen, han hecho que más mujeres que nunca se vean confinadas a actividades laborales en el hogar. Algunas se han dedicado a tejer alfombras para apoyar a sus familias y sentirse menos aisladas.
Una de las tejedoras que trabaja junto a Bibi Niaz es Saleha, de 18 años. Era estudiante de octavo grado con esperanzas de convertirse en enfermera cuando sus sueños se truncaron hace dos años por la prohibición de facto de las autoridades de que las niñas cursaran estudios secundarios y superiores. “Ahora no hay otra forma de ganar dinero”, afirma. “El cierre de las escuelas me obligó a quedarme en casa, y prefiero mantenerme ocupada con esta actividad”.
La mayoría de las mujeres y niñas que se dedican a tejer en Qaleen Bafan dependen de las escasas cantidades que ganan para mantener a familias enteras y a menudo se endeudan, comprando alimentos a crédito hasta que terminan las alfombras.
Bibi Niaz se quejó de la subida de los precios de los alimentos y de la falta de alternativas para obtener ingresos. “Si no tejemos alfombras, no tenemos comida, no hay nada”.
“Tenemos que comprar harina, arroz, aceite, té y todas las demás necesidades”, explica.
“Seguiré tejiendo alfombras mientras mis ojos me lo permitan, hasta el final de mi vida”.
Actualmente, la mayoría de las alfombras tejidas por mujeres en sus casas son encargadas por intermediarios, que ofrecen a los hogares rurales los diseños, las materias primas y, a menudo, prestan o alquilan los telares. Las tejedoras cobran por su trabajo dependiendo del tamaño de la alfombra y de la complejidad del diseño. Sin embargo, se estima que más del 80 por ciento de las alfombras tejidas a mano se exportan a Pakistán para cortarlas, lavarlas, secarlas y alargarlas, debido al limitado acceso a estas instalaciones en Afganistán. Solo después de elaborarlas se revela la destreza y belleza del tejido, lo que permite al vendedor exigir precios más altos por las alfombras, que son muy apreciadas y se venden a nivel internacional.
“Tendrá un impacto dramático y ayudará a las familias a tener mejores ingresos”, asegura el exrefugiado Haji Gheyas, de 62 años, líder de la comunidad de Qaleen Bafan, cuya esposa es tejedora. “Esta zona es famosa por el tejido de alfombras, y esperamos poder exportar a otros países”.
Tendrá un impacto dramático y ayudará a las familias a tener mejores ingresos