"Guardianes de la red" ayudan a cerrar la brecha digital de género en Ecuador
Desiree Núñez es una "Guardiana de la red" que ayuda a su nueva comunidad a tener acceso a servicios digitales.
Desiree es una de los 16 'Guardianes de la red' que trabajan como voluntarios para garantizar el buen funcionamiento de los routers instalados en la comunidad.
© ACNUR/Santiago Arcos
Desiree Núñez despierta temprano en su pequeña casa en Guayaquil, la ciudad más grande al suroeste de Ecuador. Se prepara para empezar sus rondas por Juan Montalvo, el vecindario que les dio la bienvenida a ella y a sus hijos hace cuatro años, para dar la buena nueva a la comunidad: todo el vecindario podrá beneficiarse de un servicio de internet sin costo.
“Esto es muy emocionante porque es la primera vez que el vecindario tiene acceso a internet”, señaló Desiree.
Según las evaluaciones que llevó a cabo ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en los tres vecindarios que han dado acogida al mayor número de personas refugiadas, la mayoría de sus residentes no contaban con una conexión estable debido a los altos costos y a la falta de infraestructura, que obstaculizaban la inclusión digital y dejaban sin conexión a un gran número de personas. “No tener acceso a internet implica no poder promover un negocio, no poder hacer los deberes de la escuela ni poder comunicarse con la familia tanto como quisiéramos”, recalcó Desiree.
“Me emociona hacer esto por mi comunidad”.
Gracias a una iniciativa comunitaria que emplea tecnología blockchain, con el apoyo de ACNUR (por conducto de Wayru, una empresa local de reciente creación, y otros socios), miles de residentes de Juan Montalvo ahora pueden conectarse a una red de fibra de alta calidad con enrutadores Wi-Fi que cubren un radio de 100 metros en cada cuadra.
Al salir, Desiree revisa el enrutador y la señal en su cuadra para asegurarse de que todo funciona correctamente. “Necesito garantizar que el servicio funcione para todos”, indicó esta mujer de 32 años, quien hace parte de los líderes comunitarios (trece mujeres y tres hombres) que se han convertido en “guardianes” de los enrutadores de manera voluntaria. “Tener acceso a internet es muy importante, así que tengo que asegurarme de que nada le pase [al enrutador]. Muchos no teníamos internet porque no podíamos costearlo, así que me emociona hacer esto por la comunidad”.
Además de capacitar a líderes refugiados y locales comunitarios para que sepan cómo resolver problemas con los enrutadores y para que difundan la existencia de este nuevo servicio gratuito, el programa ofreció a guardianas y guardianes (incluidas decenas de jóvenes) cursos sobre economía digital en los que aprendieron a usar este tipo de tecnología para encontrar empleo o impulsar pequeños negocios.
Si bien los avances en las tecnologías digitales ofrecen herramientas para hacer frente a desafíos humanitarios y de desarrollo, el acceso sigue siendo una barrera importante. Casi el 30% de la población ecuatoriana no tiene acceso a internet. Esta cifra es aún mayor en otros países de la región, donde la desigualdad en el acceso a servicios digitales implica que millones de personas – incluidas las refugiadas y desplazadas – se vean gravemente afectadas por la brecha digital, pues se les excluye de oportunidades económicas, educativas, laborales y de otro tipo.
Para las mujeres y las niñas, el acceso a internet es aún más difícil. En todo el mundo, la posibilidad de que las mujeres tengan un teléfono móvil es 8% más baja en comparación con los hombres. Además, cuando cuentan con uno, la posibilidad de que tengan acceso a internet en él es 20% menor. La brecha digital es aún más pronunciada en las poblaciones desplazadas por la fuerza, una circunstancia que obstaculiza el empoderamiento y la independencia de mujeres y niñas refugiadas.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, se hace un llamado para aprovechar la innovación y las tecnologías para potenciar la igualdad de género y el empoderamiento femenino.
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Con respecto a la iniciativa para instalar internet en el vecindario de Desiree, Giovanni Bassu, Representante de ACNUR en Ecuador, menciona que: “Esta es la primera vez en que ACNUR utiliza un punto base de Internet único al que la comunidad puede conectarse usando diversos enrutadores”. Añadió que este tipo de tecnología ofrece un servicio mucho más económico y sostenible. “Involucrar a las personas refugiadas y a la comunidad local en todos los aspectos que se relacionan con la inclusión digital quiere decir que este proyecto ha sido posible gracias a ellas, partiendo de sus necesidades”.
Los veinte enrutadores que se están instalando cerca de casas, escuelas y centros comunitarios podrán conectar a 200 personas simultáneamente (la mayoría de ellas nunca antes había tenido internet en casa).
“Ahora puedo trabajar desde casa y llegar a personas que estaban fuera de mi alcance”.
Desiree recuerda que tenía que ir a un cibercafé cada vez que ella o sus hijos necesitaban internet. “Mis hijos gastaban al menos dos dólares para usar el internet en cada uno de los tres o cuatro deberes que tenían que hacer cada día. Era demasiado costoso”.
Para familias como la de Desiree, que con frecuencia deben decidir entre comer o recibir educación, era prácticamente imposible tener acceso a un servicio de internet. Regularizar su condición o, incluso, iniciar un procedimiento de asilo también es difícil con trámites que dependen de la disponibilidad y la calidad del internet.
Para Desiree no fue fácil iniciar un negocio de comida para sostener a sus dos hijos. Ahora, sin embargo, espera que la combinación entre el acceso gratuito a internet y los cursos de educación digital que ha recibido la ayuden a ampliar su clientela y su capacidad para obtener un ingreso estable.
“No sabía cómo usar el correo electrónico ni cómo abrir una cuenta; ni hablemos de las hojas de cálculo”, comentó Desiree. “Ahora puedo gestionar mis cuentas, llevar un registro contable y comunicarme con vecinos que viven lejos para ofrecerles arepas y empanadas. Puedo trabajar desde casa y llegar a personas que estaban fuera de mi alcance”.
Desiree se atreve a imaginar que un día podrá ahorrar suficiente dinero para abrir su propia tienda.
El programa de Innovación Digital de ACNUR, que fue creado por el Gran Ducado de Luxemburgo, ha hecho posible esta nueva red de internet en Guayaquil.