Personas refugiadas centroafricanas regresan esperanzadas a sus hogares desde la RDC
Luego de huir de la violencia y pasar años viviendo en campamentos, ACNUR está facilitando el camino de regreso a casa a miles de personas refugiadas de la República Centroafricana que optan por volver a zonas más seguras.
Firmin y su familia se preparan para abordar en un vuelo de repatriación con destino a la República Centroafricana.
© ACNUR/Alexis Huguet
Vestido con una camisa con estampado africano bordada y confeccionada especialmente para la ocasión, Firmin, de 36 años, caminó con su familia por el asfalto mojado del aeropuerto de la ciudad de Gbadolite hacia un avión del Servicio Aéreo Humanitario de las Naciones Unidas (UNHAS, por sus siglas en inglés) que lo esperaba para un viaje de ida a casa.
Ese mismo día de noviembre, un aguacero, tal vez una lluvia de bendición, había acompañado a Firmin y a otras 40 personas refugiadas centroafricanas en un viaje de 45 kilómetros hasta el aeropuerto a través de un terreno irregular desde el campamento de Inke, en la provincia de Ubangi del Norte de la República Democrática del Congo (RDC). El campamento había sido su hogar desde que huyeron del conflicto armado en la República Centroafricana (RCA) en 2013.
“Es realmente una emoción fuerte, volver por fin a casa después de ocho años”, expresó Firmin. “Tenemos tres hijos que nunca han conocido a sus abuelos y tíos. Verlos de nuevo después de todo este tiempo será fantástico”.
Cuando esperaban para despegar en el corto vuelo de media hora, la esposa de Firmin, Victoire, abrazaba a su bebé y comprobaba cómo estaban sus otros hijos, mientras sus propios pensamientos se remontaban al momento en que él y su familia se vieron forzados a huir para salvar sus vidas.
“Estaba en el barrio de Obongo, en la capital, Bangui”, recordó. “Había personas muertas por todas partes. Y había balas zumbando alrededor, gente llorando, gritando, muriendo en el suelo. Fue muy duro de soportar”.
Más de 200.000 personas huyeron de la RCA a la vecina RDC tras el violento conflicto armado que estalló en 2013 cuando un grupo armado, la coalición Seleka, tomó la capital, Bangui. Aunque el proceso de paz en la RCA sigue su curso, la situación se ha calmado lo suficiente en algunas zonas como para que muchas de las personas que huyeron tomen la decisión de regresar a sus hogares.
Los retornos voluntarios comenzaron en julio de 2019, pero se detuvieron debido a la COVID-19 y al resurgimiento de la violencia electoral en la RCA en diciembre de 2020. Se reanudaron en octubre de 2021, cuando ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sus socios facilitaron el retorno voluntario de más de 5.500 personas refugiadas centroafricanas de los campamentos de Inke, Mole y Boyabu en las provincias de Ubangi Norte y Sur de la RDC.
En 2022, ACNUR tiene previsto seguir apoyando las repatriaciones voluntarias de alrededor de 20.000 personas refugiadas que han expresado su deseo de regresar a zonas de la República Centroafricana consideradas seguras. ACNUR agradece todos los esfuerzos del gobierno, de la sociedad civil y de la comunidad de acogida que hacen posible tanto la recepción de personas refugiadas como su retorno en condiciones de seguridad y dignidad.
Firmin y su familia han pasado los últimos ocho años en el campamento de Inke, lejos de la insegura zona fronteriza entre ambos países. En Inke hay cerca de 18.000 personas refugiadas de la RCA que tienen acceso a clínicas y hospitales, escuelas, agua potable e instalaciones higiénicas básicas, como baños. Firmin recibió herramientas que le ayudaron a alimentar a su familia y a construir una casa que les ofreciera un techo.
Con la capacitación del socio de ACNUR, Association pour le Developpement Social et la Sauvegarde de l'Environnement (ADSSE), Firmin acabó siendo profesor en la escuela local. Aunque estaba agradecido por estas oportunidades, el conflicto en la RCA destruyó sus sueños de estudiar geografía en la universidad.
En el centro multimedia del campamento, Firmin y sus compatriotas se mantienen al tanto de los acontecimientos en su país. Con el regreso gradual de la paz a algunas zonas, un número cada vez mayor de personas refugiadas ha expresado su interés en volver a la RCA.
“Es mi país. Estábamos siguiendo las noticias en tiempo real, así que supe que era el momento adecuado, por fin, para volver y encontrarme de nuevo con mi familia”, señaló Firmin.
Cuando aterrizaron en Bangui, Firmin y las demás personas retornadas fueron recibidas por el Gobierno y ACNUR. Después de los trámites de migración y el pago de dinero para el transporte a sus destinos finales, Firmin y su familia llegaron a la casa de la infancia de su esposa en Bangui. Firmin se sintió abrumado por los cambios que ha sufrido su ciudad natal en los últimos años.
“Al pasar por la ciudad vimos casas antiguas, casas nuevas, [y] un enorme tráfico, porque hay mucha gente”, comentó. “La población ha aumentado mucho en Bangui”.
Al llegar a la casa de sus suegros en Bangui, la familia de Firmin fue recibida con café y un plato tradicional de pescado “chinchard” para celebrar su esperado regreso. Sin conexión telefónica local, la propia familia de Firmin no estaba al tanto de su esperado regreso, pero después de comprar una tarjeta SIM finalmente se puso en contacto con ellos para darles la feliz noticia.
A pesar del alivio de estar en casa, las personas retornadas como Firmin siguen enfrentándose a muchos retos, ya que la mayoría de ellas regresan a la RCA tal y como se fueron: con casi nada.
Para facilitar la transición, ACNUR facilita dinero en efectivo para el transporte, artículos de primera necesidad y alimentos a cada familia que regresa. El gobierno de la RCA ofrece acceso a servicios de documentación. Sin embargo, se necesita más apoyo para ofrecer soluciones a largo plazo que ayuden a las personas retornadas a reiniciar sus vidas.
“El apoyo de ACNUR nos ayudará a establecernos, pero después tendré que encontrar otro trabajo para sobrevivir”, afirmó Firmin.
Cree que las personas refugiadas de la RCA que regresan de los países vecinos tendrán un papel clave en el futuro del país.
“Me gustaría instar a mis hermanos refugiados que todavía están fuera de la RCA a que sean valientes y vuelvan a casa para trabajar en el desarrollo de nuestro país. La misma valentía, la misma resistencia que hemos demostrado durante nuestra estancia en el extranjero es la herramienta más fuerte que tenemos para dar a nuestro país”.