Una viuda ucraniana debe abandonar su hogar de toda la vida en Mykolaiv a causa del conflicto

Luego de que la casa que construyó con su difunto esposo dejara de ser un santuario y se convirtiera en un refugio antibombas, Svetlana, de 83 años, dejó atrás su querido jardín para buscar protección como refugiada.

Personal de un socio de ACNUR asiste a Svetlana, de 83 años, tras su llegada de Ucrania al puesto fronterizo de Palanca, Moldavia.
© ACNUR/Andrew McConnell

Cuando Svetlana cierra los ojos, aún puede ver las flores que crecían en el jardín de su casa en Mykolaiv, Ucrania, mientras se preparaba para huir del conflicto y embarcarse en un futuro incierto.


“Amo las plantas y las flores”, comentó mientras veía hacia el cielo. “Tengo muchos tulipanes. También tengo muchos lirios; tienen la altura de una persona”. 

“Así era mi vida hasta que empezó la guerra”. 

Cuando estalló la guerra en Ucrania, la vida de Svetlana, una mujer de 83 años, cambió por completo. Su hogar pasó de ser un santuario para convertirse en un refugio. 

“Viví toda la vida en Mykolaiv, junto a mi esposo. Construimos una casa”, recordó. “Compartimos una vida larga y un matrimonio largo: 62 años, ese es el tiempo que mi esposo y yo vivimos juntos. Él murió el 20 de diciembre de 2020”. 

“Mi casa es muy linda, es grande y hermosa”, continuó. “Durante todos estos años, siempre fue muy tranquila; luego, estalló la guerra. Estaba sola en la casa. Fue horrible. Pude haberme ocultado en el sótano, pero, por mi problema de rodilla, podía bajar, pero no subir”. 

Para poder moverse, Svetlana depende de una silla de ruedas, así que, preocupado, su hijo Andre viajó a Ucrania desde su hogar en Alemania. Se quedó con ella en Mykolaiv hasta que era seguro salir de aquella ciudad sitiada. 

Incluso en ese momento, Svetlana no estaba segura de dejar su hogar de toda la vida ni su jardín. 

“Mis peonias acababan de florecer”, explicó. “[Pero], cuando decidimos irnos, mi hijo señaló: ‘Mamá, considera que estarías aquí sola en el invierno. ¿Cómo te las arreglarías por tu cuenta? Cuando haya nieve y escarcha, ¿quién vendrá a visitarte en este vecindario?’”.  

Para llegar a Berlín, su destino final, tuvieron que recorrer 150 kilómetros para ir de Mykolaiv a Odesa y, finalmente, del puesto fronterizo de Palanca hacia la República de Moldavia. Estando ahí, se encontraron con ACNUR y sus socios. Svetlana estaba sorprendida y aliviada por la hospitalidad cuando les recibieron. 

“¿Sabes? Nunca imaginé ver tanta organización. Las personas estaban muy contentas. Los voluntarios nos recibieron muy bien. Nos ayudaron con nuestro equipaje, lo subieron a un autobús y, luego, nos invitaron a pasar a una tienda de campaña para comer un refrigerio y lavarnos las manos”, contó. “En un momento tan duro, en el que muchas personas necesitan ayuda, el servicio es excelente”. 

  • Svetlana espera abordar un autobús cerca de la frontera ucraniana para ir a Chisinau, la capital de Moldavia.
    Svetlana espera abordar un autobús cerca de la frontera ucraniana para ir a Chisinau, la capital de Moldavia. © ACNUR/Andrew McConnell
  • Una trabajadora de un socio de ACNUR consuela a Svetlana, de 83 años, en un área de descanso en Palanca, Moldavia.
    Una trabajadora de un socio de ACNUR consuela a Svetlana, de 83 años, en un área de descanso en Palanca, Moldavia. © ACNUR/Andrew McConnell
  • Andre, el hijo de Svetlana, viajó a Ucrania desde su hogar en Alemania para ayudar a su madre a huir.
    Andre, el hijo de Svetlana, viajó a Ucrania desde su hogar en Alemania para ayudar a su madre a huir. © ACNUR/Andrew McConnell
  • Por su problema de rodilla, para moverse, Svetlana depende de una silla de ruedas.
    Por su problema de rodilla, para moverse, Svetlana depende de una silla de ruedas. © ACNUR/Andrew McConnell
  • Svetlana disfruta de la luz del sol afuera de su alojamiento en MoldExpo.
    Svetlana disfruta de la luz del sol afuera de su alojamiento en MoldExpo. © ACNUR/Andrew McConnell

Desde el comienzo de la guerra el 24 de febrero, las autoridades de Moldavia han registrado más de 515.000 cruces fronterizos desde Ucrania. Actualmente, hay alrededor de 83.000 personas refugiadas de Ucrania en Moldavia; Svetlana es una de ellas. 

Tras su recepción en la frontera, Svetlana y su hijo se trasladaron a Chisinau, la capital de Moldavia, donde les ofrecieron alojamiento y asistencia en MoldExpo, un albergue que operan las autoridades con apoyo de ACNUR, sus socios y otras agencias de la ONU.  

En los primeros días de la emergencia, MoldExpo recibió a más de 1.200 personas refugiadas. Actualmente, un promedio de 350 personas refugiadas recibe alojamiento, comida caliente, asesoría, protección y un espacio seguro en el punto azul (Blue Dot Hub) creado por ACNUR, UNICEF, sus socios y las autoridades.

Sentada en su silla de ruedas afuera de MoldExpo, Svetlana piensa sobre aquello que dejó atrás y disfruta del sol y del canto de los pájaros. 

“Sin duda quisiera estar en mi país, pero ni la situación ni mi salud lo permiten”, añadió. “Lo más importante es que nadie nos está disparando, así que podemos dormir tranquilamente”.

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