Después de doce años, las personas refugiadas sirias se enfrentan a deudas y hambre cada vez mayores

A medida que se prolonga su desplazamiento y los países de acogida se enfrentan a múltiples crisis, la población refugiada siria en la región se hunde cada vez más en la pobreza.

Khadra, refugiada siria, sostiene en brazos a su sobrino en el asentamiento informal de tiendas de campaña del norte del Líbano donde vive con su familia.
© ACNUR/Joelle Abou Chabke

“Cuando huí de mi hogar en Homs, Siria, hace 12 años, nunca pensé que llegaría a esto”, comenta Khadra, de 50 años, una refugiada siria viuda con cinco hijos que se ve obligada a buscar entre montones de basura arroz y burghul (trigo bulgur) rancios o infestados de ácaros para alimentar a su familia.


Cuando encuentra algo, lo deja al sol durante días, esperando a que se seque y a que los ácaros se vayan. Luego lo lava y lo cocina para su familia. No puede permitirse comprar aceite ni mantequilla. En su lugar, utiliza la grasa blanca que tira el carnicero.

“Sé que la grasa blanca no es buena para la salud, pero no puedo alimentar a mis hijos con arroz hervido y burghul. Son hombres y niños que están creciendo y necesitan fuerza para poder seguir trabajando”, explica Khadra. 

Cuando el dinero se lo permite, también compra pan duro, y lo rocía con gotas de agua para que esté más blando.

Khadra vive en el norte del Líbano, en un asentamiento informal de refugiados, donde comparte una tienda de campaña de una sola habitación con sus cinco hijos, su nuera y tres nietos.

Actualmente debe tres meses de alquiler de la tienda, que no sabe cómo pagará, y vive con el temor constante de ser desalojada.

Khadra comparte la comida con su nuera y su sobrino dentro de la tienda de campaña de una sola habitación que la cobija a ella y a otros nueve miembros de su familia.

Khadra comparte la comida con su nuera y su sobrino dentro de la tienda de campaña de una sola habitación que la cobija a ella y a otros nueve miembros de su familia.  © ACNUR/Joelle Abou Chabke

Cada año, la vida se ha vuelto más difícil para Khadra y su familia en Líbano, que sigue siendo el país que acoge al mayor número de personas refugiadas per cápita en todo el mundo y se enfrenta ahora a la peor crisis económica de su historia moderna. Los precios de los productos esenciales se han disparado y la moneda ha perdido más del 95 por ciento de su valor, con lo que las familias vulnerables no pueden permitirse ni siquiera los ingredientes más sencillos, como el arroz o las patatas. El noventa por ciento de las familias refugiadas en Líbano necesitan ahora asistencia humanitaria para sobrevivir.

“Los dos últimos años han sido los peores”, afirma Khadra.

Como otras personas vulnerables refugiadas en Líbano, recibe asistencia de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. Pero el aumento de los precios significa que toda su ayuda se destina a la compra de gas para cocinar, y Khadra tiene que luchar para proveer a su familia de todo lo demás que necesita, como alimentos, alquiler y medicinas.

A lo largo de los años, Khadra se ha visto forzada a tomar muchas duras decisiones. La más difícil fue enviar a su hijo Adnan a las calles a vender pañuelos y a recoger piezas de chatarra que revende a precios miserables. Adnan llegó a Líbano cuando solo tenía 3 años y nunca tuvo la oportunidad de ir a la escuela. Ahora, con 15 años, tiene muy pocas perspectivas en la vida.

“Mi hijo se despierta todos los días a las 6 de la mañana para vender pañuelos en la carretera y nunca vuelve antes de las 10 u 11 de la noche. En un buen día, puede ganar unas 200.000 liras libanesas (unos 2 dólares USD), mientras que otros días no vende nada”, cuenta Khadra.

Estas luchas diarias han encontrado cierto alivio en el apoyo y la compasión que Khadra y su familia han recibido de los libaneses locales, que a veces les ayudan con comida y ropa, a pesar de sus propias dificultades. La mitad de la población libanesa vive por debajo de la línea de pobreza y también ven cómo su acceso a bienes y servicios básicos disminuye día a día.

Unos 6,8 millones de personas sirias continúan viviendo como refugiadas en todo el mundo, de las cuales 5,5 millones están acogidas en países vecinos de Siria.

En Jordania, 660.000 personas sirias registradas como refugiadas están atrapadas en el exilio. Alrededor de 135.000 de ellas han encontrado cobijo en campamentos de refugiados como Za'atari y Azraq, mientras que el resto vive en comunidades de acogida. Quienes al principio podían confiar en los ahorros o en el apoyo de las familias de acogida, ahora necesitan cada vez más ayuda para cubrir sus necesidades básicas. Alrededor de cuatro de cada cinco personas refugiadas sirias en Jordania viven por debajo de la línea de pobreza nacional de unos 3 dólares (USD) al día.

Irak es otro de los principales países que acoge a la población siria, con unos 260.000 refugiados, de los cuales el 86 por ciento viven en campamentos y siguen padeciendo inseguridad alimentaria o son vulnerables a ella. En Egipto, ACNUR ha registrado a más de 145.000 refugiados sirios. Los datos de ACNUR muestran que aproximadamente el 66 por ciento de los refugiados y solicitantes de asilo en Egipto vivían por debajo de la línea nacional de pobreza en 2022.

A pesar del generoso apoyo de los donantes, las necesidades en los países que acogen a personas refugiadas sirias siguen creciendo, lo que obliga a ACNUR y a otras agencias humanitarias a tomar sus propias decisiones difíciles. El año pasado, el Plan Regional para los Refugiados y la Resiliencia (3RP, por sus siglas en inglés), codirigido por ACNUR y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, solo contó con un 39 por ciento de financiación. Sin una financiación constante y fiable, más personas refugiadas sirias se hundirán aún más en la desesperación en 2023. 

Para Khadra, como para muchos refugiados sirios, las esperanzas de un futuro mejor se desvanecen cuanto más tiempo permanece en el exilio.

“Para mí, ya no es una cuestión de dignidad, es una cuestión de supervivencia”, suspira Khadra.

Datos clave sobre la población refugiada siria: 

  • Desde el comienzo de la crisis siria hace 12 años, más de 14 millones de personas sirias se han visto forzadas a huir de sus hogares en busca de seguridad.
  • En 2023, el 3rp busca 5.700 millones de dólares (USD) para ayudar a la población refugiada siria y a los miembros de las comunidades de acogida.
  • En Líbano: el 58% de las familias refugiadas sirias vive en alojamientos inadecuados e inseguros, y el 67% sufre inseguridad alimentaria moderada o grave.
  • En Jordania: el 77% de la población refugiada que vive en comunidades de acogida (personas que no viven en campamentos) padece inseguridad alimentaria o es vulnerable a ella; el 49% de los hogares vive por debajo de la línea de pobreza extrema.
  • En Türkiye: El 90% de las personas refugiadas no puede cubrir totalmente sus gastos mensuales o sus necesidades básicas, mientras que el 94% ha adoptado estrategias de supervivencia como reducir el consumo de alimentos o solicitar préstamos.