A pesar de los múltiples desplazamientos, una hondureña se consagra como pilar de su comunidad
Cada vez que la violencia o la tragedia golpeaban su vida, Laura* no tenía más opción que huir. Sin embargo, una organización de mujeres le dio fuerzas para seguir adelante y convertirse en líder.
Laura es hondureña y tiene cinco hijos. Por mucho tiempo, el desplazamiento forzado estuvo presente en su vida.
© ACNUR/Jeoffrey Guilemard
Con un horroroso incidente que llevaba a otro en lo que parecía un interminable ciclo de violencia y desplazamiento, la tragedia amenazaba con convertirse en un tema determinante en la vida de Laura*.
Ese fue el caso en 2003, cuando su hermano fue asesinado en San Pedro Sula, la ciudad de origen de Laura y de su familia. Los asesinos pensaban que Laura conocía su identidad, así que, poco después del funeral de su hermano, Laura tuvo que huir para salvar su vida. Al hacerlo, dejó a sus cinco hijos pequeños a cargo de familiares.
Sin embargo, la tragedia que aquejó a otras familias permitió que Laura volviera: los asesinos de su hermano fueron asesinados apenas un mes después.
Para Laura, no obstante, el primer desplazamiento fue el comienzo de un patrón, dado que, a causa de los episodios de violencia, su vida cambiaba radicalmente y no tenía más opción que huir.
"Tenemos que huir para salvarnos y para salvar a nuestros hijos”.
“Es muy dura la experiencia de tener que abandonar nuestro país o nuestro hogar por lo que ocurre en el vecindario, pero, por desgracia, estas personas [las pandillas] tienen el control, así que pueden hacer prácticamente lo que sea”, aseveró Laura. “Pero, tristemente, tenemos que huir para salvarnos y para salvar a nuestros hijos”.
Laura no está sola. La terrible violencia infligida por las pandillas o grupos criminales ha obligado a cientos de miles de personas en esta pequeña nación centroamericana a huir dentro y fuera de sus fronteras. Un estudio llevado a cabo recientemente por el gobierno sugiere que las extorsiones, el reclutamiento forzado, las restricciones al libre tránsito, la violencia sexual y otras formas de violencia que infligen las pandillas provocaron el desplazamiento interno de más de 247.000 hondureños entre 2004 y 2018. Las mujeres constituyen más de la mitad de esa cifra; y niñas, niños y adolescentes, un 43%.
El desplazamiento interno no solo arrebata la paz mental, sino también los medios de vida, los vínculos familiares, las pertenencias y los logros. Con frecuencia, las personas desplazadas internas tienen dificultades para superar el trauma psicológico causado por haber dejado todo atrás y por haber caído, repentinamente, en la pobreza y la incertidumbre.
El congreso hondureño está debatiendo un proyecto de ley que, de aprobarse, constituiría un hito mayúsculo en la protección de los derechos de las personas desplazadas internas en el país, ya que crearía los cimientos para ofrecer soluciones sostenibles a largo plazo en favor de las personas desplazadas.**
Hace poco, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados visitó América Latina (en concreto, Colombia, Ecuador y Honduras). Estando en Honduras, la primera parada durante la visita, Filippo Grandi se entrevistó con la presidencia del congreso para analizar la importancia del proyecto de ley. Asimismo, se entrevistó con familias desplazadas internas tanto en Honduras como en Colombia, un país que, con alrededor de 6,7 millones de personas desplazadas al interior de sus fronteras, es el segundo – después de Siria – con la población desplazada interna de mayor proporción en el mundo.
ACNUR está trabajando en toda la región de las Américas para que las personas desplazadas internas encuentren estabilidad y recuperen la esperanza; al propio tiempo, no solo está apoyando en brindar la ayuda de emergencia que estas personas necesitan poco después del desplazamiento, sino también en encontrar soluciones a mediano y largo plazo para que puedan reconstruir sus vidas.
Laura, la hondureña que es madre de cinco hijos, fue forzada a huir nuevamente hace nueve años. Como ocurrió la primera vez, el desplazamiento se dio sin previo aviso.
Una tarde de 2012, Laura estaba sentada en su pórtico cuando se escucharon disparos no muy lejos de donde ella estaba en Choloma, una ciudad a las afueras de San Pedro Sula. Laura no tardó en darse cuenta de que algunos miembros de las pandillas que operaban en la zona estaban cometiendo asesinatos, así que se apresuró para protegerse, pero quedó atrapada en el fuego cruzado.
Recibió un disparo en un brazo. Por suerte, una vecina se percató de lo ocurrido y actuó de inmediato: subió a Laura a su vehículo y condujo velozmente para llevarla al hospital. “El médico dijo que, de haber llegado cinco minutos después, habría muerto por la cantidad de sangre que perdí”, recordó.
Aunque Laura sobrevivió, su calvario no había terminado: como ocurrió cuando recibió amenazas de muerte poco después del asesinato de su hermano, estando en el hospital, Laura cayó en cuenta de que no podría volver a casa. Cuando la dieron de alta, Laura se dirigió a un vecindario apartado. Un par de meses después, se aventuró a volver para recuperar su vida, sus hijos y su deteriorada casa.
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Según Laura, logró salir de la relación abusiva que tenía con el padre de sus cinco hijos gracias a una organización de mujeres a la que se unió, ya que le dio la fortaleza para superar las repetidas tragedias y desplazamientos.
La organización se conoce como MOMUCLAA, y algunas de sus integrantes se acercaron a Laura para brindarle el apoyo que necesitaba, como atención de emergencia para tratar su salud mental y fondos semilla para que pudiera arrancar un negocio propio.
Fundada en 1993, MOMUCLAA se ha dedicado a ayudar a las mujeres del vecindario López Arellano, que está controlado por las pandillas, no solo a escapar de la violencia, sino también a responder a las difíciles situaciones que provoca el desplazamiento forzado, que afecta desproporcionadamente a mujeres, niñas y niños. MOMUCLAA recibe apoyo técnico y financiero de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.
“Me encanta atender y ayudar a otras mujeres”.
“Los grupos comunitarios y las organizaciones de la sociedad civil son sumamente valiosos porque tienen la capacidad de brindar estabilidad a las personas forzadas a huir”, comentó Andrés Celis, representante de ACNUR en Honduras, quien añadió que la historia de Laura pone de manifiesto cómo las organizaciones como MOMUCLAA pueden ayudar a las sobrevivientes a superar la tragedia. “A pesar de que su vida ha estado atravesada por movimientos constantes, Laura ha encontrado estabilidad ayudando a otras personas en situaciones similares a la suya”.
Laura brinda apoyo vital a otras mujeres, de manera que pasó de ser una persona que necesitaba ayuda a uno de los pilares de MOMUCLAA. Además, sostiene a su familia con un negocio de bisutería.
“Me encanta atender y ayudar a otras mujeres”, indicó Laura con una enorme sonrisa. “Ahora puedo retribuir lo que recibí de MOMUCLAA, que me ayudó a ser la mujer que soy hoy. Me enorgullece la persona en la que me he convertido”.
*Nombre cambiado por motivos de protección.
**El 22 de diciembre de 2022 el Congreso Nacional de Honduras aprobó la Ley para la Prevención, Atención y Protección de las Personas Desplazadas Internamente, que establece un marco legal esencial para responder a la compleja situación del desplazamiento interno en el país centroamericano.