República Dominicana: ACNUR participa en la respuesta humanitaria tras el paso del huracán Fiona
La respuesta interagencial al huracán en las comunidades afectadas alcanzó a más de 1.000 familias.
El 19 de septiembre el huracán Fiona tocó tierra en República Dominicana, siendo el primer huracán en hacerlo desde el año 2004. Se registraron vientos de más de 120 km/h y fuertes lluvias en el este y norte del país.
Manuel Díaz, una de las personas afectadas, estaba en su casa de latón junto a su esposa cuando comenzaron a soplar los vientos. “La tormenta vino fuerte a las 12 de la noche, pero fue peor de día: vino y se llevó todo. No pudimos aguantar y tuvimos que embalarnos”, recuerda.
Según la información oficial, 2 personas fallecieron por el paso del huracán, 8.708 viviendas fueron afectadas y 12 comunidades permanecieron días incomunicadas. Las zonas más afectadas fueron La Altagracia, La Romana, El Seibo, Samaná, Hato Mayor, María Trinidad Sánchez, Duarte y Monte Plata.
Manuel nació y ha vivido siempre en El Seibo, donde se dedica a la agricultura. Desde hace veintidós años adquirió un pequeño terreno muy cerca de la carretera provincial. “Compré y vine para acá”, explica.
“Se perdió todo, la cama, el comedor, todo se fue a pique. El ciclón lo desbarató tó”.
Con piso de tierra, columnas de madera delgada y paredes y techo de latón, la casa de Manuel no soportó la velocidad de los vientos. Para resguardarse, él y su esposa caminaron como pudieron hasta una casa de cemento a medio construir: “Cuando escampó un poco cogimos para acá, pero los zincs ya se los habían robado”.
“Se perdió todo, la cama, el comedor, todo se fue a pique. El ciclón lo desbarató tó”, comenta Manuel.
El gobierno declaró emergencia como consecuencia de los daños ocasionados por los torrenciales aguaceros provocados por el paso del huracán Fiona sobre las provincias más afectadas.
Como parte de la respuesta, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) coordinaron acciones para brindar una respuesta rápida y coordinada a las comunidades damnificadas.
Dentro de las provincias afectadas se encuentran las comunidades rurales bateyeras, donde se ha concentrado la mayor parte de los daños reportados.
La Asociación Scalabriniana al Servicio de Movilidad Humana (ASCALA), organización socia de ACNUR en República Dominicana, ha sido uno de los principales actores involucrados en la respuesta, a través de visitas a las comunidades afectadas y provisión de artículos básicos de socorro proporcionados por ACNUR, como mosquiteros, artículos de cocina, de limpieza y productos de cuidado de niños, niñas y adolescentes.
“ACNUR opera en más de 130 países y cuenta con setenta años de experiencia en la protección de personas desplazadas y en búsqueda de soluciones de nacionalidad. En República Dominicana, empleamos nuestro conocimiento para apoyar al país en la prevención y respuesta de emergencias como el huracán Fiona”, comentó Gabriel Godoy, jefe de misión del ACNUR en el país.
En total, más de 1015 familias han sido beneficiadas por estas entregas en 10 comunidades de 4 provincias.
Paulina también fue una de ellas. Con tan solo 19 años, esta joven de batey El Prado cuenta que muchas personas de su comunidad tuvieron que refugiarse en otras casas porque sus hogares no estaban en condiciones para pasar la tormenta.
“No pudimos aguantar y tuvimos que embalarnos”.
“Eran como las tres de la mañana cuando empezó la brisa muy fuerte, me fui a la habitación de mi mamá donde estábamos más seguros, orándole al señor para que nada grave nos pasara”, recuerda Paulina.
El trabajo de acompañamiento de ASCALA va más allá de esta respuesta a la emergencia producida por el paso del huracán. La organización también acompaña a estas poblaciones bateyeras en la búsqueda de soluciones de documentación, además de apoyar el empoderamiento juvenil y de las mujeres.
“Cada jueves viene (ASCALA) y nos da capacitaciones muy importantes para los jóvenes, como el bullying, la discriminación, saber quiénes somos, cómo nos vemos y cómo nos ven otras personas, también sobre afrodescendencia”, comenta Paulina.
Tanto ella como Manuel desean un futuro más brillante que el que avizoran en el presente. Él desea reconstruir su hogar para que la próxima tormenta no se lleve todas sus pertenencias, mientras Paulina quiere ir a la universidad para ser médico pediatra.