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2023: El momento de la verdad para el desplazamiento mundial

2023: El momento de la verdad para el desplazamiento mundial

Una niña de seis años ayuda a sus hermanas mayores a tejer una alfombra para mantener a su familia que vive en las afueras de Kabul, Afganistán. La familia fue desplazada de la provincia de Daikundi, 7 de noviembre de 2022. ©ACNUR/Oxygen Film Studio

En los primeros meses de 2022, el número de personas que se vieron forzadas a huir de la guerra, la violencia y la persecución en todo el mundo superó por primera vez los 100 millones. Cualquier esperanza de que esto representara un punto álgido para el desplazamiento mundial se desvaneció pronto, ya que el total siguió aumentando hasta alcanzar los 103 millones a mediados de año, impulsado por la guerra en Ucrania y las crisis sin resolver en otras partes del mundo.

Lejos de inmutarse, la comunidad internacional ha sido incapaz hasta ahora de resolver los conflictos y otras causas de desplazamiento que han forzado a tantos millones de personas a huir de sus hogares. Esta continua inacción, combinada con los crecientes efectos de la emergencia climática, el aumento vertiginoso del costo de vida y la inminente recesión económica mundial, hace que las perspectivas del desplazamiento mundial en 2023 parezcan poco alentadoras.

Sin embargo, aunque muchos de los mayores retos del año que comienza serán la continuación de emergencias humanitarias ya existentes, no tenemos por qué atarnos al pasado. Podemos buscar formas de compartir la responsabilidad de la protección y el bienestar de las personas refugiadas, desplazadas internas y apátridas. El próximo diciembre tendremos la oportunidad de hacerlo, ya que gobiernos, organizaciones benéficas y ONG, el sector privado y muchos otros se reunirán con representantes de las comunidades desplazadas en el segundo Foro Mundial sobre los Refugiados.

A continuación, se ofrece un vistazo a algunas de las situaciones más críticas que probablemente determinarán si la cifra récord de desplazamientos del año pasado fue solo un dato más en una tendencia inexorable al alza, o un momento en el que la marea empezó a cambiar.

En los primeros meses de 2022, el número de personas que se vieron forzadas a huir de la guerra, la violencia y la persecución en todo el mundo superó por primera vez los 100 millones. Cualquier esperanza de que esto representara un punto álgido para el desplazamiento mundial se desvaneció pronto, ya que el total siguió aumentando hasta alcanzar los 103 millones a mediados de año, impulsado por la guerra en Ucrania y las crisis sin resolver en otras partes del mundo.

Lejos de inmutarse, la comunidad internacional ha sido incapaz hasta ahora de resolver los conflictos y otras causas de desplazamiento que han forzado a tantos millones de personas a huir de sus hogares. Esta continua inacción, combinada con los crecientes efectos de la emergencia climática, el aumento vertiginoso del costo de vida y la inminente recesión económica mundial, hace que las perspectivas del desplazamiento mundial en 2023 parezcan poco alentadoras.

Sin embargo, aunque muchos de los mayores retos del año que comienza serán la continuación de emergencias humanitarias ya existentes, no tenemos por qué atarnos al pasado. Podemos buscar formas de compartir la responsabilidad de la protección y el bienestar de las personas refugiadas, desplazadas internas y apátridas. El próximo diciembre tendremos la oportunidad de hacerlo, ya que gobiernos, organizaciones benéficas y ONG, el sector privado y muchos otros se reunirán con representantes de las comunidades desplazadas en el segundo Foro Mundial sobre los Refugiados.

A continuación, se ofrece un vistazo a algunas de las situaciones más críticas que probablemente determinarán si la cifra récord de desplazamientos del año pasado fue solo un dato más en una tendencia inexorable al alza, o un momento en el que la marea empezó a cambiar.

Ucrania

Al acercarse el primer aniversario de la invasión a gran escala de Ucrania, casi un tercio de la población ucraniana se ha visto forzada a abandonar sus hogares. Esto incluye a 5,9 millones de personas desplazadas dentro del país que, junto con quienes han permanecido en sus hogares en la primera línea y en otras zonas, se enfrentan ahora a temperaturas invernales en descenso y a prolongados cortes de electricidad y calefacción, ya que las infraestructuras fundamentales del país están siendo atacadas. Si la guerra continúa y persisten los ataques a los suministros de electricidad, calefacción y agua, es posible que más personas se vean impulsadas a unirse a los 7,9 millones de ucranianos que ya han buscado refugio en toda Europa. Ayudar a los afectados por la guerra dentro de Ucrania, garantizándoles unas condiciones de vida cálidas y dignas, exigirá una respuesta colectiva masiva por parte del gobierno, las agencias humanitarias, los socios locales, los donantes internacionales y el sector privado.

Galyna, de 72 años, sentada junto a una lámpara de queroseno para mantenerse caliente. Su casa en el pueblo de Piatijatky, en la región ucraniana de Jersón, no tiene electricidad, 19 de noviembre de 2022. ©ACNUR/Diana Zeyneb Alhindawi

Ucrania

Al acercarse el primer aniversario de la invasión a gran escala de Ucrania, casi un tercio de la población ucraniana se ha visto forzada a abandonar sus hogares. Esto incluye a 5,9 millones de personas desplazadas dentro del país que, junto con quienes han permanecido en sus hogares en la primera línea y en otras zonas, se enfrentan ahora a temperaturas invernales en descenso y a prolongados cortes de electricidad y calefacción, ya que las infraestructuras fundamentales del país están siendo atacadas. Si la guerra continúa y persisten los ataques a los suministros de electricidad, calefacción y agua, es posible que más personas se vean impulsadas a unirse a los 7,9 millones de ucranianos que ya han buscado refugio en toda Europa. Ayudar a los afectados por la guerra dentro de Ucrania, garantizándoles unas condiciones de vida cálidas y dignas, exigirá una respuesta colectiva masiva por parte del gobierno, las agencias humanitarias, los socios locales, los donantes internacionales y el sector privado.

Galyna, de 72 años, sentada junto a una lámpara de queroseno para mantenerse caliente. Su casa en el pueblo de Piatijatky, en la región ucraniana de Jersón, no tiene electricidad, 19 de noviembre de 2022. ©ACNUR/Diana Zeyneb Alhindawi

República Democrática del Congo

Lejos de disminuir, una de las crisis humanitarias más prolongadas del mundo parece haber entrado en una nueva y mortífera fase con un aumento de los ataques a la población civil por parte de grupos armados no estatales, especialmente al este del país. Una reciente ofensiva del grupo armado M23 ha forzado a casi 521.000 personas a huir de sus hogares en la provincia de Kivu del Norte, contribuyendo a los 5,65 millones de congoleños que se calcula que ya están desplazados dentro de su país. Otro millón de personas viven como refugiadas en otros países de África. La financiación no se ajusta a las crecientes necesidades: en 2022, ACNUR recibió menos de la mitad de la cantidad necesaria para su respuesta humanitaria. 

Una mujer se recupera en el hospital de la provincia de Ituri, en la RDC, tras el ataque a su aldea en marzo de 2022. Más de una docena de personas murieron, entre ellas cuatro de sus hijos, 23 de marzo de 2022. ©ACNUR/Hélène Caux.

República Democrática del Congo

Lejos de disminuir, una de las crisis humanitarias más prolongadas del mundo parece haber entrado en una nueva y mortífera fase con un aumento de los ataques a la población civil por parte de grupos armados no estatales, especialmente al este del país. Una reciente ofensiva del grupo armado M23 ha forzado a casi 521.000 personas a huir de sus hogares en la provincia de Kivu del Norte, contribuyendo a los 5,65 millones de congoleños que se calcula que ya están desplazados dentro de su país. Otro millón de personas viven como refugiadas en otros países de África. La financiación no se ajusta a las crecientes necesidades: en 2022, ACNUR recibió menos de la mitad de la cantidad necesaria para su respuesta humanitaria. 

Una mujer se recupera en el hospital de la provincia de Ituri, en la RDC, tras el ataque a su aldea en marzo de 2022. Más de una docena de personas murieron, entre ellas cuatro de sus hijos, 23 de marzo de 2022. ©ACNUR/Hélène Caux.

Cuerno de África

Tras cuatro temporadas consecutivas sin lluvias, Somalia y gran parte de Kenia y Etiopía están sufriendo la sequía más grave de su historia reciente. Las consecuencias han sido catastróficas, y se prevé que empeoren en 2023, ya que se espera que la actual temporada de lluvias también fracase. La ONU pronostica que al menos 36,4 millones de personas se verán afectadas en todo el Cuerno de África por la pérdida de sus medios de vida debido a las malas cosechas y la muerte del ganado. En Somalia, muchas familias se enfrentan también a la inseguridad causada por el conflicto armado. La combinación de sequía y conflicto ha desplazado a más de 1,7 millones de personas dentro del país desde el pasado enero, mientras que miles más han cruzado al norte de Kenia en busca de ayuda en los campamentos de refugiados de Dadaab, y a Etiopía. En la propia Etiopía, cientos de miles de personas son desplazadas internas a causa de la sequía y la inseguridad en las regiones de Somali, Oromía, y Pueblos, Naciones y Nacionalidades del Sur (SNNP, por sus siglas en inglés).

Una mujer construye un alojamiento para su familia después de llegar al campamento de desplazados de Haya Suftu, Etiopía, 22 de noviembre de 2022. ©ACNUR/Tiksa Negeri

Cuerno de África

Tras cuatro temporadas consecutivas sin lluvias, Somalia y gran parte de Kenia y Etiopía están sufriendo la sequía más grave de su historia reciente. Las consecuencias han sido catastróficas, y se prevé que empeoren en 2023, ya que se espera que la actual temporada de lluvias también fracase. La ONU pronostica que al menos 36,4 millones de personas se verán afectadas en todo el Cuerno de África por la pérdida de sus medios de vida debido a las malas cosechas y la muerte del ganado. En Somalia, muchas familias se enfrentan también a la inseguridad causada por el conflicto armado. La combinación de sequía y conflicto ha desplazado a más de 1,7 millones de personas dentro del país desde el pasado enero, mientras que miles más han cruzado al norte de Kenia en busca de ayuda en los campamentos de refugiados de Dadaab, y a Etiopía. En la propia Etiopía, cientos de miles de personas son desplazadas internas a causa de la sequía y la inseguridad en las regiones de Somali, Oromía, y Pueblos, Naciones y Nacionalidades del Sur (SNNP, por sus siglas en inglés).

Una mujer construye un alojamiento para su familia después de llegar al campamento de desplazados de Haya Suftu, Etiopía, 22 de noviembre de 2022. ©ACNUR/Tiksa Negeri

Frontera entre Estados Unidos y México

Tras la decisión de la Corte Suprema el 27 de diciembre de mantener en vigor una medida de salud pública por COVID-19 que permite a las autoridades estadounidenses devolver rápidamente a los solicitantes de asilo que intentan cruzar la frontera entre México y Estados Unidos (EE. UU.), miles de personas permanecen en un precario limbo en las ciudades fronterizas mexicanas. La Corte Suprema escuchará los argumentos orales sobre el litigio en febrero, y la medida permanecerá en vigor hasta que se emita una decisión, probablemente a finales de junio. El Título 42 afecta a muchas personas de El Salvador, Guatemala, Honduras y México. La cubana, nicaragüense, haitiana y venezolana se han añadido también como nacionalidades impactadas tras la creación de programas separados y limitados para la entrada en Estados Unidos. Los desplazamientos a través del Tapón del Darién – una traicionera franja de selva que separa a Colombia de Panamá – aumentaron en 2022, y los venezolanos constituyen con diferencia el mayor número que se arriesga por esta peligrosa ruta.

Una mujer y sus dos hijos cruzan el Río Grande que se extiende a lo largo de la frontera entre México y el estado norteamericano de Texas, 27 de marzo de 2021. ©ACNUR/Nicolo Filippo Rosso.

Frontera entre Estados Unidos y México

Tras la decisión de la Corte Suprema el 27 de diciembre de mantener en vigor una medida de salud pública por COVID-19 que permite a las autoridades estadounidenses devolver rápidamente a los solicitantes de asilo que intentan cruzar la frontera entre México y Estados Unidos (EE. UU.), miles de personas permanecen en un precario limbo en las ciudades fronterizas mexicanas. La Corte Suprema escuchará los argumentos orales sobre el litigio en febrero, y la medida permanecerá en vigor hasta que se emita una decisión, probablemente a finales de junio. El Título 42 afecta a muchas personas de El Salvador, Guatemala, Honduras y México. La cubana, nicaragüense, haitiana y venezolana se han añadido también como nacionalidades impactadas tras la creación de programas separados y limitados para la entrada en Estados Unidos. Los desplazamientos a través del Tapón del Darién – una traicionera franja de selva que separa a Colombia de Panamá – aumentaron en 2022, y los venezolanos constituyen con diferencia el mayor número que se arriesga por esta peligrosa ruta.

Una mujer y sus dos hijos cruzan el Río Grande que se extiende a lo largo de la frontera entre México y el estado norteamericano de Texas, 27 de marzo de 2021. ©ACNUR/Nicolo Filippo Rosso.

Afganistán

La crisis humanitaria en Afganistán no muestra signos de mitigarse. Puede que el conflicto haya remitido en gran medida tras la toma del poder por los talibanes hace 18 meses, pero el aumento de los precios, el colapso de la economía y las restricciones cada vez mayores de los derechos de las mujeres y las niñas siguen causando sufrimiento a la población afgana. La pobreza es endémica, la mitad de la población, de más de 40 millones de personas, se enfrenta a una grave inseguridad alimentaria, y más de 3 millones de personas siguen desplazadas de sus hogares. Se prevé que una reciente orden de las autoridades afganas, que prohíbe a las mujeres trabajar para organizaciones no gubernamentales, tenga importantes repercusiones en la prestación de ayuda humanitaria crítica, especialmente a mujeres, niñas y niños. 

Dos hermanas llevan agua a su casa en las afueras de Kabul. La familia huyó de la provincia de Nangarhar hace tres años debido a los combates entre los talibanes y las fuerzas gubernamentales, 6 de febrero de 2022. ©ACNUR/Andrew McConnell

Afganistán

La crisis humanitaria en Afganistán no muestra signos de mitigarse. Puede que el conflicto haya remitido en gran medida tras la toma del poder por los talibanes hace 18 meses, pero el aumento de los precios, el colapso de la economía y las restricciones cada vez mayores de los derechos de las mujeres y las niñas siguen causando sufrimiento a la población afgana. La pobreza es endémica, la mitad de la población, de más de 40 millones de personas, se enfrenta a una grave inseguridad alimentaria, y más de 3 millones de personas siguen desplazadas de sus hogares. Se prevé que una reciente orden de las autoridades afganas, que prohíbe a las mujeres trabajar para organizaciones no gubernamentales, tenga importantes repercusiones en la prestación de ayuda humanitaria crítica, especialmente a mujeres, niñas y niños. 

Dos hermanas llevan agua a su casa en las afueras de Kabul. La familia huyó de la provincia de Nangarhar hace tres años debido a los combates entre los talibanes y las fuerzas gubernamentales, 6 de febrero de 2022. ©ACNUR/Andrew McConnell

El Sahel central

Es probable que continúen los ataques de grupos extremistas contra la población civil y las fuerzas de seguridad en Malí, Níger y Burkina Faso, que juntos conforman la región del Sahel Central. Además de la violencia actual, la región se enfrenta a una escasez crítica de alimentos, a la degradación del medio ambiente y a crisis climáticas. Aunque gran parte de los desplazamientos en la región se han producido hasta ahora dentro de las propias fronteras de los países, cada vez son más las personas que huyen al extranjero en busca de seguridad más al sur, en Benín, Côte d’Ivoire, Togo y Ghana, lo que agrava aún más una crisis que ya afecta a algunas de las personas más vulnerables del planeta. Además de la llegada de personas refugiadas, el conflicto del Sahel tiene otras repercusiones para Benín, Côte d’Ivoire y Togo, todos ellos atacados por los mismos grupos armados que operan desde Burkina Faso. Si estas milicias continúan su avance hacia el sur, existe el riesgo de que aumente la inestabilidad en África Occidental.

Desde 2015, la población tradicional de agricultores y ganaderos mauritanos que viven alrededor del lago Mahmouda ha sido testigo de la llegada de pescadores que huyen a través de la frontera desde Mali, 8 de octubre de 2021. ©ACNUR/Colin Delfosse

El Sahel central

Es probable que continúen los ataques de grupos extremistas contra la población civil y las fuerzas de seguridad en Malí, Níger y Burkina Faso, que juntos conforman la región del Sahel Central. Además de la violencia actual, la región se enfrenta a una escasez crítica de alimentos, a la degradación del medio ambiente y a crisis climáticas. Aunque gran parte de los desplazamientos en la región se han producido hasta ahora dentro de las propias fronteras de los países, cada vez son más las personas que huyen al extranjero en busca de seguridad más al sur, en Benín, Côte d’Ivoire, Togo y Ghana, lo que agrava aún más una crisis que ya afecta a algunas de las personas más vulnerables del planeta. Además de la llegada de personas refugiadas, el conflicto del Sahel tiene otras repercusiones para Benín, Côte d’Ivoire y Togo, todos ellos atacados por los mismos grupos armados que operan desde Burkina Faso. Si estas milicias continúan su avance hacia el sur, existe el riesgo de que aumente la inestabilidad en África Occidental.

Desde 2015, la población tradicional de agricultores y ganaderos mauritanos que viven alrededor del lago Mahmouda ha sido testigo de la llegada de pescadores que huyen a través de la frontera desde Mali, 8 de octubre de 2021. ©ACNUR/Colin Delfosse

Haití

En los últimos meses, la crisis humanitaria en Haití ha alcanzado nuevos niveles alarmantes y es probable que las turbulencias continúen. Grupos fuertemente armados controlan el 60 por ciento de la capital, Puerto Príncipe, y todas las carreteras principales de entrada y salida de la ciudad. Esto ha forzado a miles de personas a huir de sus hogares y ha impedido que la ayuda humanitaria llegue a quienes la necesitan desesperadamente. Casi la mitad de la población – 4,7 millones de haitianos – padece hambre aguda, y el cólera ha reaparecido en los 10 departamentos del país, a pesar de los esfuerzos del gobierno y de la ONU. Dadas estas crisis simultáneas, ACNUR ha pedido a los Estados de la región que suspendan el retorno forzado de miles de haitianos que han buscado asilo en otros países.

Un haitiano carga a su hijo mientras cruzan la frontera entre México y Estados Unidos, decididos a solicitar asilo, 28 de marzo de 2022.  ©ACNUR/Nicolo Filippo Rosso

Haití

En los últimos meses, la crisis humanitaria en Haití ha alcanzado nuevos niveles alarmantes y es probable que las turbulencias continúen. Grupos fuertemente armados controlan el 60 por ciento de la capital, Puerto Príncipe, y todas las carreteras principales de entrada y salida de la ciudad. Esto ha forzado a miles de personas a huir de sus hogares y ha impedido que la ayuda humanitaria llegue a quienes la necesitan desesperadamente. Casi la mitad de la población – 4,7 millones de haitianos – padece hambre aguda, y el cólera ha reaparecido en los 10 departamentos del país, a pesar de los esfuerzos del gobierno y de la ONU. Dadas estas crisis simultáneas, ACNUR ha pedido a los Estados de la región que suspendan el retorno forzado de miles de haitianos que han buscado asilo en otros países.

Un haitiano carga a su hijo mientras cruzan la frontera entre México y Estados Unidos, decididos a solicitar asilo, 28 de marzo de 2022. © ACNUR/Nicolo Filippo Rosso

Travesías por mar

En todo el mundo, las travesías por mar siguen exponiendo a las personas a graves riesgos, con niveles crecientes de desesperación que obligan a más personas refugiadas a realizar estos peligrosos viajes. En 2022, como en años anteriores, la mayoría de los naufragios y muertes en el mar registrados se produjeron en el Mediterráneo. Pero en el mar de Andamán, el Canal de la Mancha y los Cayos de Florida aumentaron las travesías, con consecuencias mortales, tendencias que probablemente se mantendrán en 2023. Cientos de solicitantes de asilo desembarcaron en los Cayos de Florida durante año nuevo, mientras que desde noviembre se han registrado 12 embarcaciones con personas refugiadas rohingyas en el mar de Andamán y el golfo de Bengala. Algunas han llegado a tierra, pero otras siguen en el mar y se teme que más de 200 personas hayan muerto. ACNUR sigue insistiendo en la necesidad de una mayor cooperación regional e internacional para salvar vidas en el mar y compartir la responsabilidad de quienes intentan estos peligrosos viajes.

Una embarcación que transportaba personas refugiadas rohingyas a través del mar de Andamán permanece anclada mar adentro después de que los refugiados desembarcaran en Aceh, Indonesia, el 8 de enero de 2023. ©ACNUR/Kenzie Eagan

Travesías por mar

En todo el mundo, las travesías por mar siguen exponiendo a las personas a graves riesgos, con niveles crecientes de desesperación que obligan a más personas refugiadas a realizar estos peligrosos viajes. En 2022, como en años anteriores, la mayoría de los naufragios y muertes en el mar registrados se produjeron en el Mediterráneo. Pero en el mar de Andamán, el Canal de la Mancha y los Cayos de Florida aumentaron las travesías, con consecuencias mortales, tendencias que probablemente se mantendrán en 2023. Cientos de solicitantes de asilo desembarcaron en los Cayos de Florida durante año nuevo, mientras que desde noviembre se han registrado 12 embarcaciones con personas refugiadas rohingyas en el mar de Andamán y el golfo de Bengala. Algunas han llegado a tierra, pero otras siguen en el mar y se teme que más de 200 personas hayan muerto. ACNUR sigue insistiendo en la necesidad de una mayor cooperación regional e internacional para salvar vidas en el mar y compartir la responsabilidad de quienes intentan estos peligrosos viajes.

Una embarcación que transportaba personas refugiadas rohingyas a través del mar de Andamán permanece anclada mar adentro después de que los refugiados desembarcaran en Aceh, Indonesia, el 8 de enero de 2023. ©ACNUR/Kenzie Eagan

Inseguridad alimentaria

El número de personas en el mundo que no tienen lo suficiente para comer es el más alto de la historia moderna, de acuerdo con la ONU, que estima que al menos 222 millones de personas se enfrentaban a una inseguridad alimentaria aguda a finales de 2022. La pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania, la crisis climática y la inminente recesión económica mundial se han combinado para afectar al suministro de alimentos y disparar los precios de los alimentos y las materias primas. Las personas desplazadas por la fuerza que se enfrentan a crisis humanitarias y sus comunidades de acogida se ven afectadas de forma desproporcionada. En muchos países en los que trabaja ACNUR, se han recortado las raciones de alimentos y se han reducido los fondos destinados a programas que ayudan a las personas refugiadas a ser más autosuficientes y menos dependientes de la ayuda.

Una refugiada siria lleva pan a su casa en un asentamiento informal del valle libanés de la Becá durante una tormenta de nieve. Más del 90 por ciento de la población refugiada siria en Líbano necesita ayuda humanitaria para sobrevivir, 4 de febrero de 2022. ©ACNUR/Houssam Hariri

Inseguridad alimentaria

El número de personas en el mundo que no tienen lo suficiente para comer es el más alto de la historia moderna, de acuerdo con la ONU, que estima que al menos 222 millones de personas se enfrentaban a una inseguridad alimentaria aguda a finales de 2022. La pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania, la crisis climática y la inminente recesión económica mundial se han combinado para afectar al suministro de alimentos y disparar los precios de los alimentos y las materias primas. Las personas desplazadas por la fuerza que se enfrentan a crisis humanitarias y sus comunidades de acogida se ven afectadas de forma desproporcionada. En muchos países en los que trabaja ACNUR, se han recortado las raciones de alimentos y se han reducido los fondos destinados a programas que ayudan a las personas refugiadas a ser más autosuficientes y menos dependientes de la ayuda.

Una refugiada siria lleva pan a su casa en un asentamiento informal del valle libanés de la Becá durante una tormenta de nieve. Más del 90 por ciento de la población refugiada siria en Líbano necesita ayuda humanitaria para sobrevivir, 4 de febrero de 2022. ©ACNUR/Houssam Hariri

La crisis climática

Mientras las emisiones mundiales de carbono siguen aumentando, el cambio climático contribuye a las crisis humanitarias y a los ciclos de desplazamiento en todo el mundo. Más del 70 por ciento de las personas refugiadas y desplazadas internas del mundo proceden de los países más vulnerables al clima. Serán de las primeras en padecer las consecuencias de las crisis climáticas y las condiciones meteorológicas extremas hasta 2023. Ayudarles a prepararse para esos impactos y aumentar su resiliencia ante un clima cambiante será más importante que nunca. Afganistán, Bangladesh, Pakistán, el Sahel Central, Mozambique, Somalia, Sudán, Siria y Yemen son algunos de los países y regiones que son a la vez “puntos críticos” climáticos y están afectados por conflictos o acogen a un gran número de personas desplazadas por la fuerza. Los desplazados han pedido sentarse a la mesa en la próxima cumbre del clima de la ONU, la COP28, que se celebrará en Dubai a finales de noviembre.

Cholul Jock refuerza un dique construido a mano para proteger a su familia de la subida del agua en Fangak, Sudán del Sur. Han sido desplazados varias veces por las inundaciones, 8 de marzo de 2022. ©ACNUR/Samuel Otieno

La crisis climática

Mientras las emisiones mundiales de carbono siguen aumentando, el cambio climático contribuye a las crisis humanitarias y a los ciclos de desplazamiento en todo el mundo. Más del 70 por ciento de las personas refugiadas y desplazadas internas del mundo proceden de los países más vulnerables al clima. Serán de las primeras en padecer las consecuencias de las crisis climáticas y las condiciones meteorológicas extremas hasta 2023. Ayudarles a prepararse para esos impactos y aumentar su resiliencia ante un clima cambiante será más importante que nunca. Afganistán, Bangladesh, Pakistán, el Sahel Central, Mozambique, Somalia, Sudán, Siria y Yemen son algunos de los países y regiones que son a la vez “puntos críticos” climáticos y están afectados por conflictos o acogen a un gran número de personas desplazadas por la fuerza. Los desplazados han pedido sentarse a la mesa en la próxima cumbre del clima de la ONU, la COP28, que se celebrará en Dubai a finales de noviembre.

Cholul Jock refuerza un dique construido a mano para proteger a su familia de la subida del agua en Fangak, Sudán del Sur. Han sido desplazados varias veces por las inundaciones, 8 de marzo de 2022. ©ACNUR/Samuel Otieno

Apatridia

Al menos 4,3 millones de personas en todo el mundo siguen sin tener nacionalidad, a menudo a pesar de haber nacido y pasado toda su vida en el mismo país. Sin nacionalidad, quedan atrapadas en un limbo legal y a menudo excluidas del empleo formal, la educación y la atención de salud. En 2023, ACNUR iniciará los dos últimos años de su campaña #IBelong, de una década de duración, para acabar con la apatridia, con especial atención a 28 países prioritarios, entre ellos Albania, Burkina Faso, Colombia, Irak, Kenia, Myanmar y Tailandia. Para aprovechar estos esfuerzos, en 2023 ACNUR también lanzará una nueva Alianza Mundial para Acabar con la Apatridia, que reunirá a organizaciones y partes interesadas clave – incluidas las propias personas apátridas y exapátridas – para avanzar en la búsqueda de soluciones a este problema para 2030.

Hassinah Begom, una partera rohingya, vive en un campamento de desplazados internos en el estado occidental de Rakhine, en Myanmar. A la población rohingya se le ha negado la igualdad de acceso a la nacionalidad y a los servicios básicos, 5 de agosto de 2022. ©ACNUR/Reuben Lim Wende 

Apatridia

Al menos 4,3 millones de personas en todo el mundo siguen sin tener nacionalidad, a menudo a pesar de haber nacido y pasado toda su vida en el mismo país. Sin nacionalidad, quedan atrapadas en un limbo legal y a menudo excluidas del empleo formal, la educación y la atención de salud. En 2023, ACNUR iniciará los dos últimos años de su campaña #IBelong, de una década de duración, para acabar con la apatridia, con especial atención a 28 países prioritarios, entre ellos Albania, Burkina Faso, Colombia, Irak, Kenia, Myanmar y Tailandia. Para aprovechar estos esfuerzos, en 2023 ACNUR también lanzará una nueva Alianza Mundial para Acabar con la Apatridia, que reunirá a organizaciones y partes interesadas clave – incluidas las propias personas apátridas y exapátridas – para avanzar en la búsqueda de soluciones a este problema para 2030.

Hassinah Begom, una partera rohingya, vive en un campamento de desplazados internos en el estado occidental de Rakhine, en Myanmar. A la población rohingya se le ha negado la igualdad de acceso a la nacionalidad y a los servicios básicos, 5 de agosto de 2022.  ©ACNUR/Reuben Lim Wende 

Foro Mundial sobre los Refugiados

El primer Foro Mundial sobre los Refugiados, celebrado en 2019, reunió a gobiernos, personas refugiadas, autoridades locales, organizaciones internacionales, a la sociedad civil y al sector privado para ofrecer respuestas más integrales y sostenibles a las situaciones de los refugiados, basadas en el principio de un reparto más equitativo de la carga y la responsabilidad, tal y como se recoge en el Pacto Mundial sobre los Refugiados. Cuatro años después, las partes interesadas volverán a Ginebra en diciembre para celebrar el segundo Foro Mundial sobre los Refugiados, en el que evaluarán la aplicación de las 1.673 promesas y casi 50 iniciativas puestas en marcha desde el primer foro y anunciarán nuevas promesas, incluido el apoyo financiero y técnico, y los enfoques políticos. Los resultados contribuirán a reforzar la respuesta mundial a los niveles récord de desplazamiento y a la búsqueda de soluciones.

Refugiados y solicitantes de asilo que asistieron al Foro Mundial sobre los Refugiados juegan fútbol en el césped del Palacio de las Naciones, 18 de diciembre de 2019.  ©ACNUR/Andrew McConnell

Foro Mundial sobre los Refugiados

El primer Foro Mundial sobre los Refugiados, celebrado en 2019, reunió a gobiernos, personas refugiadas, autoridades locales, organizaciones internacionales, a la sociedad civil y al sector privado para ofrecer respuestas más integrales y sostenibles a las situaciones de los refugiados, basadas en el principio de un reparto más equitativo de la carga y la responsabilidad, tal y como se recoge en el Pacto Mundial sobre los Refugiados. Cuatro años después, las partes interesadas volverán a Ginebra en diciembre para celebrar el segundo Foro Mundial sobre los Refugiados, en el que evaluarán la aplicación de las 1.673 promesas y casi 50 iniciativas puestas en marcha desde el primer foro y anunciarán nuevas promesas, incluido el apoyo financiero y técnico, y los enfoques políticos. Los resultados contribuirán a reforzar la respuesta mundial a los niveles récord de desplazamiento y a la búsqueda de soluciones.

Refugiados y solicitantes de asilo que asistieron al Foro Mundial sobre los Refugiados juegan fútbol en el césped del Palacio de las Naciones, 18 de diciembre de 2019.  ©ACNUR/Andrew McConnell