El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados solicita más apoyo urgente para Chad, que atraviesa por múltiples crisis

Aunque enfrenta desafíos socioeconómicos, políticos y de seguridad, con casi 600.000 personas refugiadas y 400.000 personas desplazadas internas, Chad sigue siendo un país de acogida importante.

Tras haber huido de la violencia en la región de Darfur, Sudán, Hassan Nour Ahmat, de 40 años, ha pasado los últimos dieciocho años en el campamento de refugiados de Milé, al este de Chad.
© ACNUR/Xavier Bourgois

Chad requiere más apoyo humanitario y de desarrollo considerando que, al tiempo que enfrenta sus propios desafíos en materia de inseguridad, sigue dando acogida a cientos de miles de personas refugiadas que, para huir de la violencia, atraviesan sus fronteras al este, oeste y sur, señaló Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, luego de una visita de cuatro días que concluyó el viernes. 


Ubicado en la turbulenta región africana del Sahel, en Chad viven más de un millón de personas desplazadas por la fuerza; entre ellas, 580.000 refugiados de conflictos en Sudán, Camerún y República Centroafricana, así como 380.000 chadianos que huyeron a otras áreas a causa de la inseguridad y 100.000 antiguas personas refugiadas que retornaron al país. 

Durante su visita, Grandi viajó para entrevistarse con alrededor de 400.000 personas refugiadas de Sudán que habían estado viviendo en campamentos esparcidos por la región oriental del país desde que comenzó el conflicto en la región de Darfur, hace casi 20 años. 

Entre ellas se encuentra Hassan Nour Ahmat, un refugiado sudanés de 40 años que vive con una discapacidad y ha pasado los últimos 18 años en el campamento de Milé, cerca de la frontera con su país. En el campamento viven más de 25.000 personas refugiadas de la región de Darfur. 

Ahmat, quien huyó en un burro de Amfarass, su lugar de origen, comentó que quienes residen en el campamento de Milé recientemente experimentaron un marcado declive en el apoyo que reciben, dado que la asistencia brindada no ha podido mantenerse a la par de las necesidades, que surgen y aumentan por el desplazamiento provocado por la violencia en Darfur en años recientes. 

“La ayuda no es como solía serlo en años anteriores: cuando hacemos preguntas, la respuesta siempre es la misma, falta de recursos”, indicó Ahmat. 

Para ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, Chad constituye una de las operaciones de mayor tamaño en la región. En ese sentido, Grandi señaló que, además de brindar más financiación humanitaria, la comunidad internacional debería priorizar las soluciones a largo plazo considerando los desafíos que enfrentan el país y su gobierno. 

“El propósito de mi visita a Chad es ayudar a sus generosas autoridades, que mantuvieron las fronteras abiertas para todas estas personas, en la movilización de recursos, no solo para solventar las necesidades humanitarias, sino también para movilizar recursos para el desarrollo que permitan crear nuevas oportunidades para estas poblaciones”, aseveró Grandi. 

A casi 1.000 kilómetros de distancia, en la frontera sudoccidental de Chad, Grandi se entrevistó con personas refugiadas de Camerún que viven en el campamento de Kalambari y que se encuentran entre las 40.000 personas a las que Chad ha dado acogida luego de los enfrentamientos intercomunitarios al norte del país a causa de los escasos suministros de agua. El violento conflicto entre granjeros y pastores por los menguantes recursos ejemplifica, crudamente, cómo la crisis climática está exacerbando la fragilidad de la región.

“Es enorme nuestra gratitud hacia nuestras hermanas y nuestros hermanos de Chad, quienes tienen sus propios problemas, porque la situación no es fácil para nadie”, explicó Hawa Kamsouloum, una madre soltera de 37 años que huyó de los enfrentamientos con sus seis hijos a finales del 2021. 

“Lo que queremos es tener una oportunidad de reiniciar nuestras vidas aquí porque no me veo volviendo a casa en el futuro cercano”, afirmó. 

El cambio climático está aumentando la competencia por el agua y otros recursos en la región del Sahel, donde las temperaturas aumentan 1,5 veces más rápido que el promedio mundial. Los niveles de agua en el Lago de Chad han disminuido hasta un 95% en los últimos 60 años, lo cual ha tenido un impacto en las comunidades de Chad, Camerún, Níger y Nigeria, cuya supervivencia depende del lago y de los ríos circundantes. 

“Chad no puede hacerlo por su cuenta”.

Con pocas soluciones rápidas al alcance a los desafíos ambientales y de seguridad en el Sahel, el Alto Comisionado concluyó instando a los gobiernos a no ignorar la vital contribución de países como Chad y a garantizar que estos cuenten con los recursos adecuados para continuar brindando protección a las personas forzadas a huir de sus hogares. 

“La generosidad de las autoridades locales y nacionales debe ser igualada por los donantes internacionales y las organizaciones para el desarrollo, las cuales deben proporcionar los recursos y los conocimientos técnicos que se requieren para generar oportunidades para las personas que aún no pueden retornar a casa”, reafirmó Grandi. 

“Chad no puede hacerlo por su cuenta ni tendría por qué hacerlo. El país necesita apoyo de la comunidad internacional”.