La sequía se agrava en Somalia: la población debe abandonar su hogar para ir en busca de alimento, agua y asistencia

Desde enero de 2021, una devastadora sequía ha provocado el desplazamiento de un millón de somalíes. Ante una hambruna inminente, se espera que aumente el número de personas forzadas a huir.

Somalia está siendo devastada por una catastrófica sequía; en consecuencia, las comunidades tienen hambre y muchas personas han tenido que abandonar sus hogares para buscar ayuda.
© ACNUR/Nabil Narch

Primero, no hubo lluvia. Luego, Al-Shabab, un grupo armado que controla grandes extensiones de terreno en el centro-sur de Somalia, empezó a exigir el pago de elevados impuestos a granjeros locales, como Fathi Mohamed Ali.


Al secarse el río, no había alimentos para los niños ni dinero para pagar los impuestos, así que esta mujer de 35 años y madre de siete abandonó su hogar en la región de Shabeellaha Hoose, donde ella y su esposo alguna vez cultivaron frutas y verduras.

“Algunas personas fueron asesinadas [por Al-Shabab]; otras fueron arrestadas, como mi madre”, contó. “Teníamos que huir para salvarnos, pero no pude traer a todos mis hijos. Cuatro de ellos se quedaron con su abuela: solo me traje a los tres más chicos”.

Sentada sobre un bidón vacío frente a su alojamiento hecho con ramas y pedazos de ropa vieja, Fathi Mohamed Ali describió la peligrosa travesía de 15 días que emprendió para llegar al campamento de desplazados internos en Dolow, al sur de Somalia.

“Fue sumamente difícil”, confesó. “Montamos a los niños en burros, y los adultos recorrimos kilómetros a pie. Los hijos de algunas de las personas con las que viajamos murieron en el camino”.

“La comida es nuestra prioridad. Podremos pensar en educación y otras cosas cuando tengamos comida”.

Fathi, su esposo y sus hijos lograron sobrevivir y se sumaron a miles de familias desplazadas que viven en asentamientos hacinados que las autoridades locales construyeron a las afueras de Dolow. El lugar en el que Fathi Mohamed Ali se estableció tiene tan solo un grifo, pero ningún sanitario.

“Llegamos a un terreno vacío, sin alojamiento. No pudimos traer nada; lo dejamos todo”, señaló. “La comida es nuestra prioridad. Podremos pensar en educación y otras cosas cuando tengamos comida y un techo sobre nuestras cabezas”.

Como ocurre en buena parte del Cuerno de África, Somalia atraviesa por la peor sequía en 40 años. No ha habido lluvia en cuatro temporadas seguidas, lo que ha llevado a más de 7 millones de personas – de una población de 15 millones – a padecer hambre severa. Las voces expertas alertan que es probable que tampoco haya lluvia en la próxima temporada (entre octubre y diciembre). En ese contexto, a menos que aumente el alcance de la asistencia urgentemente, la falta de lluvia provocará hambruna en distintas partes del país antes de que acabe el año.

Cientos de miles de somalíes abandonaron sus hogares y emprendieron travesías peligrosas en busca de alimento, agua y asistencia humanitaria. Desde que empezó la sequía (en enero del año pasado), más de un millón de personas han sido forzadas a huir de sus hogares; esta cifra incluye a las 857.000 personas desplazadas en lo que va del año. Además, otras 366.000 personas han tenido que huir a causa de la inseguridad y los conflictos. 

  • Fathi Mohamed Ali y su esposo caminaron durante 15 días, junto a sus tres hijos más pequeños, para escapar de la sequía y de la violencia en la región de Shabeellaha Hoose.
    Fathi Mohamed Ali y su esposo caminaron durante 15 días, junto a sus tres hijos más pequeños, para escapar de la sequía y de la violencia en la región de Shabeellaha Hoose. © ACNUR/Nabil Narch
  • Por la escasez de fondos para la respuesta humanitaria, los sitios de desplazados internos suelen no contar con saneamiento ni albergues adecuados.
    Por la escasez de fondos para la respuesta humanitaria, los sitios de desplazados internos suelen no contar con saneamiento ni albergues adecuados. © ACNUR/Nabil Narch
  • Por la hambruna que azotó a Somalia en 2011, Issack Hassan, de 82 años, perdió cuatro hijos. La sequía actual se llevó a su esposa y al ganado que le quedaba. Por tanto, tuvo que huir a un campamento en la ciudad de Baidoa con su familia.
    Por la hambruna que azotó a Somalia en 2011, Issack Hassan, de 82 años, perdió cuatro hijos. La sequía actual se llevó a su esposa y al ganado que le quedaba. Por tanto, tuvo que huir a un campamento en la ciudad de Baidoa con su familia. © ACNUR/Nabil Narch
  • Mujeres, niñas y niños llenan bidones con agua en un asentamiento de desplazados internos en Dolow.
    Mujeres, niñas y niños llenan bidones con agua en un asentamiento de desplazados internos en Dolow. © ACNUR/Nabil Narch
  • Las voces expertas alertan que es probable que tampoco haya lluvia en la próxima temporada (entre octubre y diciembre). En consecuencia, habrá hambruna en muchas partes del país.
    Las voces expertas alertan que es probable que tampoco haya lluvia en la próxima temporada (entre octubre y diciembre). En consecuencia, habrá hambruna en muchas partes del país. © ACNUR/Nabil Narch
  • Mohamed Adow Ibrahim, de 65 años, es una persona ciega que ha estado cuidando de tres bisnietos desde que el padre de estos murió por hambre. "Nos acabamos nuestros ahorros. Cuando empezó a haber muertes, tuvimos que huir para buscar ayuda en este campamento, en Baidoa", comentó.
    Mohamed Adow Ibrahim, de 65 años, es una persona ciega que ha estado cuidando de tres bisnietos desde que el padre de estos murió por hambre. "Nos acabamos nuestros ahorros. Cuando empezó a haber muertes, tuvimos que huir para buscar ayuda en este campamento, en Baidoa", comentó. © ACNUR/Nabil Narch

Las sequías son comunes en Somalia, que calificó como el segundo país más vulnerable al cambio climático en todo el mundo. En la última década ha habido períodos de sequía recurrentes que se han intercalado con inundaciones, así como una devastadora hambruna, en 2011, por la que murieron más de 250.000 personas. Los pastores nómadas y las comunidades agrícolas no logran recuperarse de un desastre cuando deben enfrentar otro.

Issack Hassan perdió a cuatro de sus hijos en 2011. Para salvar al resto de su familia, se dirigieron a Mogadishu, la capital, y volvieron un año más tarde para rehacer su vida. Sin embargo, las lluvias no llegaron, y los pocos animales que tenían empezaron a morir por la actual sequía.

“Perdí 40 vacas y 30 cabras”, indicó este hombre de 82 años, quien proviene del pueblo de Diinsoor, en la región de Bay, al soroeste de Somalia. “Tanto nuestros cultivos como nuestro ganado quedaron diezmados. Los animales murieron de hambre, y las granjas se secaron por la falta de agua”.

Issack Hassan huyó nuevamente en abril, pero su esposa murió poco después de que llegaron al campamento en la ciudad de Baidoa. 

Hashim Abdirashid, asociado de protección de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) basado en Baidoa, comentó que muchas personas llegan a los campamentos con las manos vacías. “ACNUR está en el terreno brindando asistencia humanitaria vital, que incluye la distribución de kits de alojamiento de emergencia, cubiertas de plástico, mantas, juegos de cocina y artículos de higiene. Sin embargo, no alcanzan los recursos para brindar apoyo a gran escala a todas las comunidades afectadas”. 

“De momento nos estamos concentrando en las personas más vulnerables; entre ellas, quienes tienen necesidades de protección, como las mujeres y las personas mayores”. 

En junio, ACNUR solicitó $9,5 millones de dólares (USD) para ayudar a las comunidades afectadas por la sequía. Hasta ahora, apenas se han recibido $2,8 millones de dólares (USD), de modo que en las próximas semanas se requerirán urgentemente más fondos para salvar vidas y, en el largo plazo, para ayudar a la población a adaptarse a la crisis climática y a recuperar sus medios de vida.

“Somalia está al borde de la hambruna. El efecto dominó del conflicto en Ucrania y el impacto económico de la pandemia hacen que la situación sea aún más compleja. Necesitamos fondos con urgencia – antes de que la situación se salga de control – para seguir salvando vidas”, recalcó Hashim.

En un país donde más de la mitad de la población se sostiene del pastoreo y de la agricultura, es devastadora para las familias la pérdida de alrededor de tres millones de cabezas de ganado por hambre y falta de agua. 

“Nunca antes habíamos visto una sequía de este tipo”.

En un campamento de desplazados internos en Dolow, hay cadáveres y huesos de animales esparcidos entre los albergues temporales.

“Todos estos animales han muerto por la sequía”, resaltó Osman Ibrahim Mohamed, de 70 años. “Esos cadáveres eran los medios de vida de muchas personas”.

“Esta vaca, que yace aquí muerta, era el salvavidas de esta familia”, añadió apuntando hacia un albergue cercano. “La situación que nos obligó a huir es terrible”.

Luego de perder su ganado, Osman abandonó su hogar en la región de Jubbada Dhexe junto a sus trece hijos.

“Nunca antes habíamos visto una sequía de este tipo”, comentó. “He sido testigo de cuatro sequías, pero nunca había visto una como esta”.

Mientras llega más ayuda, Fathi logra que el único bidón que tienen dure todo un día. Además, cocina solo una vez al día para sus hijos. “Quien se encuentre en mejores condiciones cocina una vez al día. Hay personas que viven con hambre durante tres o cuatro días [porque] no tienen con qué cocinar”, narró. “Hace poco murieron niñas y niños por hambre o diarrea”.

“Necesitamos apoyo para todo”, recalcó. “Con mayor urgencia, necesitamos alimentos, agua y sanitarios”.