Sirios desesperados pagan el precio final en su intento por llegar al Líbano
Obligados a emplear la ruta de tráfico por la montaña en su búsqueda de seguridad, 16 hombres, mujeres y niños sirios murieron congelados tras ser atrapados por una fuerte tormenta.
TRIPOLI, Líbano – Ahmed* puso a su madre de 70 años sobre su espalda y comenzó a cruzar las laderas cubiertas de nieve. Pero el traficante que los conducía a través de las montañas desde Siria hasta el Líbano iba demasiado rápido y, a pesar de las súplicas desesperadas de Ahmed, lo dejaron atrás en medio de una fuerte tormenta.
Los contrabandistas le habían dicho a Ahmed que tomaría media hora cruzar al Líbano por los senderos de la montaña. Después de pasar siete horas vagando perdido en la noche en la tormenta, seis de sus familiares murieron congelados, incluyendo a su esposa, hija y madre.
Acostado en un colchón de espuma en una habitación vacía, en el tercer piso de un edificio sin terminar en el norte del Líbano, el hombre de 43 años, de un pueblo cerca de la frontera oriental de Siria con Irak, todavía está en estado de shock. "La vida ya no tiene sentido para mí", dijo. "Desearía poder estar con ellos".
Un total de 16 personas perdieron la vida intentando cruzar la frontera durante la noche del 18 de enero, según la Dirección de Defensa Civil libanesa.
"Esta tragedia revela los desesperados caminos que ahora deben tomar los sirios para escapar del conflicto y alcanzar la seguridad, debido a que las fronteras están cerradas en toda Siria", dijo la representante del ACNUR en el Líbano, Mireille Girard.
"Esta tragedia revela los desesperados caminos que ahora deben tomar los sirios para escapar del conflicto y alcanzar la seguridad."
Entre los muertos esa noche también había algunos que habían estado viviendo como refugiados en el Líbano durante varios años, pero que se arriesgaban a cruzar de regreso a Siria para acceder a un tratamiento médico gratuito al que no tenían acceso en el exilio. Al intentar regresar a Líbano, pagaron el precio más alto.
Ahmed y su familia extendida abandonaron sus hogares a mediados de diciembre, mientras se intensificaba la batalla entre los grupos armados y las fuerzas respaldadas por el gobierno en su pueblo, ubicado en una zona remota del este de Siria. Como reparador de televisiones, había estado sin trabajo durante tres años debido a que los combatientes que controlaban su aldea prohibían ver la televisión.
"Nuestra casa fue bombardeada dos veces", explicó Ahmed. "Tratamos de obtener un permiso legal para ingresar al Líbano, pero no había forma de que pudiéramos pagarlo. Nos dijeron que tendríamos que pagar 2.000 dólares por persona por una reserva de hotel o conseguir un patrocinador, lo que costaría aún más".
Animados por parientes que un mes antes habían ingresado al Líbano por los senderos de la montaña, Ahmed y 13 familiares suyos, principalmente mujeres y niños, decidieron seguirlos. Primero fueron a Damasco – sus ahorros disminuyeron mientras pagaban pasaje seguro en varios puestos de control a lo largo de la carretera-, en donde permanecieron durante un mes para obtener tarjetas de identificación.
En la capital, conoció al traficante que se ofreció a llevarlos al Líbano por 100 dólares por persona, asegurándole que el camino era fácil. Partieron hacia la frontera en dos camionetas llenas de otros viajeros, la mañana del 18 de enero, y llegaron en medio de una fuerte tormenta invernal.
"El traficante dijo que sería más fácil cruzar en medio de la tormenta, porque no habría patrullas libanesas", dice Ahmed. En la tierra de nadie, entre Siria y el puesto fronterizo libanés, vieron linternas parpadear en la ladera adelante, donde los compañeros del traficante les esperaban. "Esa es la señal, deben escalar y seguir a las personas que los llevarán al Líbano", les dijo el traficante.
Al principio, llevando a su madre a cuestas, Ahmed pronto se cansó y se sintió agradecido cuando un hombre que viajaba con el grupo se ofreció a llevarla.
"La nieve estaba resbaladiza, era difícil caminar, y perdimos el rumbo", dijo la hija de Ahmed, Amira, de 19 años, sosteniendo a su hija, Fátima, cuyo rostro todavía está quemado por congelación. "Creo que perdimos la conciencia; cuando desperté, era de día, traté de despertar a mi madre y mi hermana, pero no se movieron".
Del grupo de 14, murieron seis: la esposa de Ahmed, su madre, su hija de 14 años, un nieto, y la esposa de su hermano y su hija de cuatro años.
"El traficante dijo que sería más fácil cruzar en medio de la tormenta, porque no habría patrullas libanesas."
Las rutas de tráfico por la montaña son utilizadas por personas de ambos lados de la frontera: los sirios que intentan huir del conflicto de casi siete años, y los refugiados que ya viven en Líbano y que se ven obligados a regresar al país devastado por la guerra, desesperados.
Alrededor de 1 millón de refugiados están registrados en el Líbano. De estos, aproximadamente tres cuartas partes viven en la pobreza con menos de 3,84 dólares por día, muchos no pueden pagar el costo de la atención médica pública. Las personas con documentos de identidad válidos, a veces optan por volver a Siria para acceder a la atención sanitaria pública gratuita y regresan al Líbano de forma irregular, a través de las rutas de contrabando.
Esa fue la elección que enfrentó Noor, una refugiada de Raqqa en el norte de Siria, cuando su hija recién nacida cayó enferma en el asentamiento de tiendas en el valle de Bekaa en el Líbano, donde vivían.
"El hospital pidió 600.000 libras libanesas (400 dólares) solo para las pruebas", dijo. "Mi hija estaba empeorando cada día, así que decidimos llevarla a Damasco para recibir tratamiento".
Dejando a sus cinco hijos mayores con su padre, ella llevó a la bebé enferma y caminó a través de las montañas a Siria con otros miembros de la familia, entre ellos su suegro y su cuñada. Poco después de llegar al hospital en Damasco, su hija murió, aparentemente como resultado de anemia falciforme.
"Cuando ella murió, inmediatamente salimos del hospital y volvimos a la frontera. Estábamos de duelo y nos preocupamos poco por la tormenta", explicó Noor. "Cuando nos dimos cuenta de que no íbamos a poder cruzar la nieve, le dijimos al traficante, pero él se negó a regresar. Mi suegro y mi cuñada, viuda, murieron en la montaña. Yo también hubiera muerto si su hija no me hubiera ayudado".
El costo de acceder a la atención médica es una queja común entre los refugiados sirios empobrecidos en el Líbano, muchos de los cuales viven en estructuras improvisadas en asentamientos informales en expansión. Mohammed ha vivido en un asentamiento destartalado en el norte de Líbano durante los últimos cinco años.
"'Mi madre está discapacitada y nadie nos ayuda', dijo. "No hemos dormido desde que comenzó la tormenta hace una semana, nuestra carpa se inunda todas las noches".
* Los nombres y las ubicaciones se han cambiado para fines de protección.
Por Acil Tabbara
Gracias a la Voluntaria en Línea Violeta A. Chávez por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.