Una refugiada centroafricana en Chad no pierde la esperanza
Chad le ha ofrecido protección a los refugiados de República Centroafricana, un país del que decenas de miles de personas han tenido que huir para escapar de la violencia.
Conforme los enfrentamientos entre los grupos rebeldes y las fuerzas armadas del gobierno se iban acercando a su hogar en República Centroafricana (RCA), Zara y su esposo tuvieron que tomar una decisión rápidamente: ella se llevaría a sus cuatro hijos a Markounda, un pueblo cerca de la frontera con Chad al que tardarían un día en llegar a pie, y él les alcanzaría más tarde.
Sin embargo, al llegar a Markounda, Zara no tuvo oportunidad de esperarlo, sino que tuvo que cruzar la frontera hacia Chad con sus hijos porque había hombres armados cada vez más cerca. Ya en Chad, Zara y sus hijos usaron ramas y paja para construir un lugar dónde resguardarse en el campamento de refugiados de Doholo, en la aldea de Choda. Además, Zara empezó a trabajar de inmediato vendiendo crepas y donas.
“Tenía algunos ahorros y los traje conmigo, pero ya vendía crepas en mi país”, dijo Zara. “Tenía que hacer algo para cubrir las necesidades de mis hijos, para alimentarlos y vestirlos. Debo garantizarles un mejor futuro, incluso estando en el exilio”.
Los enfrentamientos en RCA empezaron en 2013, después de que los rebeldes destituyeron al presidente Francois Bozize. Desde entonces, el país ha atravesado por devastadores episodios de violencia que han obligado a cerca de 1,5 millones de personas centroafricanas (casi una de cada tres) a huir del país. El episodio de violencia más reciente se dio después de las elecciones presidenciales y parlamentarias en diciembre del año pasado. Este episodio desplazó a 250.000 personas, incluso dentro del propio país; sin embargo, hay personas como Zara que buscaron protección en países vecinos como Chad, Camerún y la República Democrática del Congo, entre otros.
- Ver también: Carrera contra el tiempo para ayudar a miles de personas refugiadas de la República Centroafricana
A pesar de la COVID-19, las autoridades de Chad han mantenido las fronteras abiertas y les han permitido solicitar asilo a cerca de 8.500 personas refugiadas que huyeron desde el inicio de este año.
Después de hacer cuarentena por dos semanas en un centro construido para la reciente afluencia de personas refugiadas, 5.000 de ellas se asentaron en Doholo, un campamento de refugiados en la cercanía que ya albergaba a 6.000 personas centroafricanas que huyeron de la violencia en 2014.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está colaborando con el gobierno y con sus socios para reubicar a miles de personas refugiadas en sitios más seguros y mejor equipados lejos de la frontera. Además, ACNUR proporciona a las personas refugiadas artículos no alimentarios, como colchonetas, mosquiteros y utensilios de cocina; de igual forma, ayuda a que la niñez refugiada se inscriba en las escuelas.
“Debo garantizarles un mejor futuro, incluso estando en el exilio”.
La hija mayor de Zara la ayuda después de la escuela, pero Zara apenas gana 1.5 dólares (USD) al día, un monto pequeño que logra complementar con la venta de azúcar, especias y cacahuates. No obstante, en vista de que huyeron con las manos vacías, ese monto no basta para sostener a su familia. Zara quisiera tener colchonetas para que su familia pueda sentarse; también le gustaría contar con cubetas más grandes para almacenar suficiente agua y no tener que recolectarla constantemente. Zara necesita también mantas, zapatos y útiles escolares para sus hijos.
El conflicto continúa, y Zara sabe que no podrá volver a casa pronto.
Mientras tanto, espera poder reencontrarse con su esposo “para que nuestra familia vuelva a estar completa”.