Se necesita ayuda urgente en Malawi para reconstruir las vidas destrozadas por la tormenta tropical Ana
Más de 190.000 personas que perdieron sus casas o huyeron de ellas durante la tormenta de enero siguen desplazadas dentro del país, viviendo en lugares que a menudo carecen de las necesidades básicas.
Había sido un día típico para Edesi Waiti, de 70 años, y sus cuatro nietos. Rafayelo, de 16 años, el mayor, había comprado un paquete de frijoles con el dinero que había ganado vendiendo mangos esa mañana. Waiti se puso a preparar la cena para la casa. Era el 25 de enero de 2022 y una fuerte tormenta se dirigía hacia ellos.
Además de tener mala vista y dificultades para caminar, Waiti tiene problemas de audición y apenas prestó atención a la radio que sonaba de fondo en su casa de la aldea de Madani, en el distrito de Nsanje, al sur de Malawi.
Tres días antes, el Departamento de Cambio Climático y Servicios Meteorológicos de Malaui había empezado a emitir avisos meteorológicos diarios en la radio nacional sobre la tormenta tropical Ana, que se acercaba rápidamente. Waiti y su familia no sabían que la tormenta había tocado tierra y que su aldea, situada en las fangosas orillas del río Shire, estaba justamente en su camino.
“Después de la cena, nos fuimos a la cama como siempre”, recuerda Waiti.
Cuando llegó la tormenta, el fuerte aguacero y los feroces vientos enviaron torrentes de agua entre las chozas de paja de la aldea antes de que, de repente, el río se desbordara. Los vecinos de Waiti corrieron a avisarle.
“...la casa fue arrastrada por el agua”.
“No sé quién empujó la puerta”, comenta, “pero nos despertaron y nos dijeron que saliéramos. Ni siquiera pudimos tomar nuestras pertenencias antes de que la casa fuera arrastrada”.
En pocos minutos, Waiti y sus nietos lo perdieron todo. Edesi fue llevada a un terreno más alto mientras sus nietos se dirigían a cubrirse. La familia y los demás habitantes del pueblo comenzaron entonces la caminata de 5 kilómetros hasta la escuela primaria de Marka, donde encontraron alojamiento.
“Perdí todas las pocas pertenencias que había reunido durante estos años, incluidas mis gallinas y cabras”, comparte Waiti.
La tormenta tropical Ana devastó extensiones de Madagascar, Mozambique y Malawi entre el 20 y el 25 de enero, provocando desplazamientos a gran escala, inundaciones y daños en infraestructuras públicas y privadas. En Malawi, al menos 46 personas murieron, 18 siguen desaparecidas y más de 200 resultaron heridas.
Aunque las lluvias de temporada son un fenómeno anual, el cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad de los ciclones y las tormentas tropicales en la región, causando estragos en la vida de las personas más vulnerables a los efectos del clima extremo.
En Malawi, más de 190.000 personas perdieron sus casas o huyeron de ellas, mientras que cerca de un millón se vieron afectadas por la destrucción de propiedades y cultivos causada durante la tormenta. Más de tres meses después de la tormenta, las personas desplazadas siguen viviendo en 141 campamentos en Malawi, 21 de los cuales están en el distrito de Nsanje, una de las zonas más afectadas.
Nsanje también acoge a familias que huyeron a través de la frontera sur de Malawi desde el vecino Mozambique luego de la tormenta.
Chakuamba Muliri, de 65 años, su esposa Christina, de 58, y sus nueve hijos huyeron de su pueblo en la provincia mozambiqueña de Zambezia, en el centro del país, después de que la tormenta tropical Ana destruyera su hogar y sus medios de vida.
“Todo nuestro ganado y nuestros cultivos fueron destruidos y arrastrados por el agua”, señala Muliri. Dado que Malawi ofrecía la ruta más cercana a la seguridad, la familia cruzó la frontera en busca de alojamiento y ayuda.
Desde finales de enero, han encontrado alojamiento temporal en el distrito de Nsanje, junto con más de 9.000 personas mozambiqueñas y 14.000 malauíes desplazadas.
“Llegamos aquí sin nada y dependemos de los artículos de ayuda donados por voluntarios”, explica Muliri, cuya familia está alojada en el campamento de Bangula Admarc, el principal centro de evacuación del distrito.
Tanto las familias de Waiti como las de Chakuamba están desesperadas por recibir ayuda. Los centros de evacuación en los que viven carecen de servicios básicos, como alojamiento decente, agua potable y un saneamiento adecuado.
“Es insoportable”, admite Waiti. "Vivimos bajo estos árboles desafiando las interminables lluvias torrenciales mientras esperamos que los estudiantes de la escuela primaria de Marka se vayan por el día para poder ocupar las aulas durante la noche”.
Aunque los Gobiernos de Malawi y Mozambique, junto con otras instancias públicas y privadas, han proporcionado cierto nivel de ayuda, se necesita mucho más.
De un llamamiento de financiación total de 29,4 millones de dólares (USD) emitido por las agencias de la ONU, las ONG internacionales y nacionales, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados necesita alrededor de 1 millón de dólares (USD) para brindar los servicios tan necesarios a las personas desplazadas internas (PDI) en Malawi.
También se ha presentado al Banco Africano de Desarrollo (BAfD) una propuesta de financiación separada a través del Departamento de Asuntos de Gestión de Desastres de Malawi, para brindar servicios de respuesta de emergencia y recuperación a las PDI y a los ciudadanos mozambiqueños desplazados.
“Nuestro objetivo es ayudar a 10.000 personas proporcionándoles artículos de socorro básicos, como cubetas, mantas, colchonetas para dormir, kits de higiene femenina y kits de alojamiento”, afirma Henok Ochalla, Oficial de Soluciones Duraderas de ACNUR en Malawi.
“Todo lo que quiero es terminar mis días en casa”.
Entre las personas a las que ACNUR está priorizando para la asistencia se encuentran las mujeres y las niñas en situación de riesgo. Aquellas con otras necesidades específicas – incluyendo niñas y niños vulnerables, personas con discapacidad, mujeres embarazadas y personas mayores – serán identificadas y recibirán apoyo.
“Además”, comenta Ochalla, “la Agencia de la ONU para los Refugiados está identificando, supervisando y proporcionando acceso a la asistencia jurídica a las supervivientes de la violencia de género, así como garantizando la protección de la niñez, y la prevención contra la explotación y el abuso sexual de las personas a quienes asiste”.
Tanto Malawi como Mozambique se encuentran en el punto álgido de sus temporadas de lluvias, por lo que es poco probable que las personas desplazadas por la tormenta tropical Ana puedan regresar pronto a sus hogares.
Muliri y su familia no tienen ni idea de cuándo podrán volver a su pueblo ni de cómo encontrarán los medios para reconstruir sus vidas.
Para Waiti, lo primero que piensa cada mañana al levantarse es en su casa destruida y en el futuro incierto que le espera.
“Todo lo que quiero es terminar mis días en casa”, asegura mientras espera pacientemente la ayuda. “Oro para tener la fuerza y sobrevivir a esta situación el tiempo que sea necesario”.