Personas refugiadas burundesas vuelven a casa, pero enfrentan retos de reintegración
Más de 60.000 personas refugiadas han regresado este año desde toda la región a medida que se reducen las tensiones en Burundi, aunque se necesita urgentemente más ayuda para que puedan retomar sus vidas y empezar de nuevo.
Safia Nduwimana huyó de la violencia en Burundi hace dos años. Hace tres semanas que volvió a casa, y tiene sentimientos encontrados de alegría y ansiedad.
“Volví a casa por el bien de mis hijos. Extrañaban su casa y no habían ido a la escuela debido a la Covid-19”, comentó esta viuda de 39 años, que ahora debe encontrar los medios para mantener a sus nueve hijos.
Desde principios de año, unas 2.300 personas burundesas en Uganda se han puesto en contacto con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, para solicitar ayuda para volver a casa en medio de la mejora de seguridad.
Safia formó parte de un primer grupo de 265 burundeses que regresaron voluntariamente a su país a principios de octubre. En lo que va de año, más de 1.250 personas refugiadas burundesas en Uganda han regresado a casa.
La repatriación cuenta con el apoyo del ACNUR en Uganda, Tanzania (por donde transitan las personas refugiadas de Uganda) y Burundi, junto con los gobiernos de los tres países y varias agencias humanitarias.
“Volví a casa por el bien de mis hijos”.
Safia estaba embarazada cuando huyó de la violencia política en su país. Llegó al asentamiento de refugiados de Nakivale, en Uganda, donde recibió atención médica y tuvo a su hijo de manera segura.
En 2020, Uganda estaba entre los cinco primeros países del mundo que acogían el mayor número de personas refugiadas. Hasta este mes de septiembre, ACNUR estimaba que había más de 1,5 millones de personas refugiadas y solicitantes de asilo en el país, de las cuales el 3 por ciento procedía de Burundi.
“Aunque no promovemos el regreso a Burundi, nos complace ayudar a las personas refugiadas a volver a casa”, resaltó Joel Boutroue, Representante de ACNUR en Uganda. “Nuestro papel es garantizar que los retornos sean voluntarios, libres e informados, y que el proceso sea seguro y digno”, añadió.
Boutroue señaló que las personas refugiadas que optan por quedarse en Uganda siguen teniendo protección internacional, y se benefician de la asistencia y los servicios proporcionados por el gobierno, ACNUR y sus socios.
La mayoría de los retornados se enfrentan a lo desconocido al volver a casa. Muchos vendieron sus propiedades antes de huir, mientras que otros regresan para encontrarlas ocupadas o inhabitables. El pasado mes de agosto, ACNUR calculó que el 37 por ciento de las personas retornadas no pudieron acceder a sus anteriores viviendas cuando regresaron por primera vez.
Al llegar a Burundi, un antiguo vecino recibió a Safia y a su familia. Un antiguo retornado, la ayudó a encontrar una casa para alquilar, ya que ella había vendido la casa familiar y la granja para cubrir gastos médicos antes de irse.
Sus planes inmediatos son conseguir que sus hijos vuelvan a la escuela y encontrar un trabajo que les provea suficiente comida, ya que los recientes recortes en las raciones de alimentos para las personas refugiadas en Uganda han resultado difíciles para la familia. Sin embargo, sigue siendo optimista y cree que la ayuda que ha recibido como parte de un modesto paquete de retorno la ayudará a empezar de nuevo.
“Con la ayuda que he recibido, compraré un pequeño terreno y utilizaré lo que quede para iniciar un pequeño negocio”, sonríe.
- Ver también: Más de 60.000 personas refugiadas burundesas retornan voluntariamente a su país este año
De la mano con el plan nacional de reintegración de refugiados de Burundi, ACNUR y PNUD se han ofrecido a apoyar al Gobierno de Burundi en la construcción de tres aldeas rurales integradas en las provincias que reciben a muchas personas retornadas. Estas aldeas ayudarán a las personas retornadas, a las desplazadas internas y a otras personas vulnerables a reintegrarse mejor.
“Estamos haciendo todo lo posible para ayudar a las personas retornadas... pero esto requiere de enormes contribuciones”.
“Las personas pueden acceder a servicios básicos, como salud y educación, y a más oportunidades para ser autosuficientes”, compartió Abdul Karim Ghoul, Representante de ACNUR en Burundi. “También promueve la convivencia pacífica entre las comunidades”.
Subrayó que se necesita más apoyo de los donantes y de las agencias de desarrollo, refiriéndose al Plan Conjunto de Retorno y Reintegración de Refugiados de Burundi 2021 (JRRRP, por sus siglas en inglés), que se puso en marcha el pasado mes de febrero, y que actualmente solo cuenta con un 10 por ciento de financiación.
“Estamos haciendo todo lo posible para ayudar a las personas retornadas a integrarse mejor en su comunidad, pero esto requiere enormes contribuciones y apoyo”, añadió Ghoul.
Desde el inicio del ejercicio de repatriación voluntaria en 2017, más de 180.000 burundeses han regresado a casa desde Kenia, Uganda, Tanzania, Ruanda y la República Democrática del Congo (RDC).
Casi 270.000 personas refugiadas burundesas siguen en el exilio, acogidas generosamente por Tanzania, Uganda, Ruanda, RDC, Kenia, Mozambique, Malawi, Sudáfrica y Zambia.