Familias afectadas por la crisis se enfrentan a la llegada del invierno en el Líbano

El impacto devastador de la crisis económica deja a las familias libanesas y sirias luchando por abrigarse y mitigar el hambre mientras el frío se apodera del Líbano.

La refugiada siria Majida, de 36 años, en su alojamiento en el asentamiento de refugiados de Askar, en el Valle de la Becá, en el Líbano.
© ACNUR/Haidar Darwish

El invierno se ha apoderado del Valle de la Becá en Líbano, trayendo fuertes lluvias y haciendo que las temperaturas nocturnas se acerquen al punto de congelación. La madre soltera siria Majida se enfrenta a meses de prueba viviendo en su alojamiento improvisado, con un techo de lona agujereado y repleto de neumáticos desechados para evitar que se vuele con los fuertes vientos.


Ella y sus cuatro hijos pasaron gran parte del invierno durmiendo en colchones húmedos, que intentaban en vano secar bajo el débil sol después de cada aguacero. Este año amenaza con dificultades mucho peores, ya que el Líbano se enfrenta a una crisis económica que ha hundido a casi toda la población refugiada del país en la pobreza extrema.

“El año pasado tuvimos cierto acceso a combustible. Pero este año, con la escasez de combustible y los altos precios, ni siquiera puedo comprar leña”, comentó Majida, de 36 años.

“Me preocupa cómo voy a mantener a mis hijos abrigados, y comprarles comida y ropa. Todo es muy caro”.

La crisis económica del Líbano, agravada por el aumento de los casos de COVID-19 y la explosión del puerto de Beirut en 2020, ha provocado el colapso de la moneda del país y ha disparado el precio de los alimentos, el combustible y otros productos básicos.

“Todo es muy caro”.

La crisis ha provocado dificultades generalizadas en el país, mientras que 9 de cada 10 personas refugiadas sirias viven ahora en pobreza extrema y la mitad de la población refugiada sufre inseguridad alimentaria. El deterioro de la situación ha causado estragos en todo el país, obligando tanto a las familias libanesas como a las refugiadas a tomar decisiones difíciles.

“Hace unos meses, todos mis hijos estaban enfermos, pero solo pude permitirme comprar medicinas para uno de ellos, el que estaba más enfermo”, recordó Majida.

Después de huir en 2014 del conflicto de una década en Siria tras la pérdida de su esposo, Majida y sus hijos se trasladaron a uno de los muchos asentamientos informales que hay en el Valle de la Becá, el corazón agrícola del Líbano.

  • Las hijas de Majida, Sara (a la derecha) y Aya (a la izquierda), hacen sus tareas en el alojamiento de la familia.
    Las hijas de Majida, Sara (a la derecha) y Aya (a la izquierda), hacen sus tareas en el alojamiento de la familia. © ACNUR/Haidar Darwish
  • Majida prepara una comida para cuando sus hijas vuelvan a casa de la escuela.
    Majida prepara una comida para cuando sus hijas vuelvan a casa de la escuela. © ACNUR/Haidar Darwish
  • Majida y sus hijas comparten un almuerzo de pan y verduras.
    Majida y sus hijas comparten un almuerzo de pan y verduras. © ACNUR/Haidar Darwish

“Cuando llegué al Líbano, tuve que adaptarme a mi nueva realidad. Nunca había vivido en una tienda de campaña, pero no podía permitirme alquilar un apartamento. Como madre soltera, a lo largo de los años tuve que aprender a gestionar la vida por mi cuenta y a mantener a mi familia”, explicó.

A veces encuentra algún trabajo diario mal pagado limpiando ejotes o pelando dientes de ajo, mientras que sus dos hijos mayores, de 15 y 16 años, abandonaron la escuela para trabajar en las granjas cercanas. Pero a pesar de sacrificar su educación, el aumento de los precios hace que sus modestos ingresos no sean suficientes para cubrir las necesidades básicas de la familia.

“Antes de la crisis, la situación era difícil, pero podía poner comida en la mesa. Ahora, no puedo proporcionar una comida completa a mis hijos, quienes comen principalmente verduras y alimentos secos”, señaló Majida. “Están sufriendo porque no comen lo suficiente”.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha aumentado su apoyo a las familias libanesas y refugiadas vulnerables en todo el país, pero las necesidades siguen superando la ayuda y la crisis ha convertido una situación que ya era dura, en una lucha diaria por la supervivencia.

“Es difícil para todos, libaneses y refugiados”.

En los últimos meses, ACNUR ha proporcionado ayuda para la rehabilitación de alojamientos a las familias libanesas y refugiadas más vulnerables, así como lámparas solares y artículos domésticos básicos, y materiales para impermeabilizar las estructuras durante el invierno. ACNUR también ha proporcionado camiones cisterna, generadores, paneles solares y bombas de agua a los municipios de todo el país para garantizar que las personas libanesas y refugiadas tengan un mejor acceso al agua y a la electricidad.

A pesar de su miedo a enfrentarse a otro duro invierno, Majida está agradecida con el Líbano por brindarle seguridad a su familia, y espera que tanto los libaneses como los sirios del país vean días mejores.

“Mi deseo para el Líbano, un país que ha sido amable conmigo, es que la situación mejore porque es difícil para todos, libaneses y refugiados”.