Personas refugiadas camerunesas en el Chad buscan medios de autosuficiencia

Al no poder regresar a su país tras huir de los violentos enfrentamientos del mes pasado, miles de personas refugiadas camerunesas necesitan ayuda, mientras que muchas están deseosas de mantenerse por sí mismas.

El refugiado camerunés Issa Hassane, de 25 años, gana dinero reparando teléfonos móviles en un lugar de acogida en Oundouma, Chad.

El refugiado camerunés Issa Hassane, de 25 años, gana dinero reparando teléfonos móviles en un lugar de acogida en Oundouma, Chad.  © ACNUR/Aristophane Ngargoune

Cuando la violencia estalló en su ciudad natal de Kidam, al norte de Camerún, a finales del año pasado, el único pensamiento de Vahindi Martin Assinga fue poner a su familia a salvo. Al igual que otros miles de personas que huyen de los enfrentamientos mortales intercomunitarios en la región del Extremo Norte del país, Martin y su familia buscaron seguridad en el vecino Chad.

Tras pasar las últimas semanas viviendo con su esposa y sus ocho hijos en un lugar de acogida en Oundouma, un poblado cercano a la frontera con Camerún, la atención de Martin se centra en cómo puede mantener a su familia.

“En Camerún, era guardia forestal. Eso me permitía mantener a mi familia y contribuir al desarrollo de mi pueblo. También formaba parte del comité de desarrollo del pueblo”, explicó.

Para él, depender indefinidamente de la ayuda no es una opción. “Necesito una bomba de agua y un pedazo de tierra para poder cultivar y ganarme la vida decentemente”.

El 5 de diciembre de 2021, comenzaron los enfrentamientos entre ganaderos, agricultores y pescadores en la aldea de Ouloumsa, al norte de Camerún, a raíz de una disputa por los recursos de agua que se han vuelto más escasos como consecuencia de la crisis climática. Los enfrentamientos se extendieron rápidamente a las aldeas vecinas antes de llegar al principal centro comercial de Kousseri, dejando 44 personas muertas, 111 heridas y 112 aldeas incendiadas.

En total, la violencia ha desplazado a más de 100.000 personas tanto dentro de Camerún como a través de la frontera con el Chad, donde hasta ahora ACNUR ha registrado a casi 36.000 personas refugiadas camerunesas en 31 distritos. Las mujeres, las niñas y los niños representan alrededor del 90 por ciento de estos refugiados registrados.

En las últimas semanas, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha intensificado sus operaciones para ayudar a las personas afectadas. Junto con las autoridades y otros socios humanitarios, la agencia está brindando asistencia vital a las personas refugiadas camerunesas y a las personas desplazadas internas que necesitan urgentemente alimentos, alojamiento, mantas, colchonetas y kits de higiene.

La mayoría de las personas refugiadas recién llegadas fueron sorprendidas por la violencia y huyeron sin pertenencias ni documentos. Aunque muchas han sido acogidas y asistidas generosamente por las comunidades locales, existe un creciente deseo entre muchas personas refugiadas de encontrar trabajo u otras formas de mantenerse.

En Camerún, Khadidja Herre, viuda y madre de cinco hijos, siempre se las ha arreglado para cubrir las necesidades de su familia y pagar la escuela de dos de sus hijos con su negocio de venta de pescado.

Sin trabajo desde su llegada al Chad, asegura que los días se han alargado y su familia ha sufrido. “No he hecho nada desde que estoy aquí y mis hijos ya no van a la escuela”, comentó.

Aunque no está dispuesta a considerar un regreso inmediato a Camerún debido a la situación de seguridad, está dispuesta a retomar su antiguo negocio aquí en Chad mientras espera que regrese la calma.

“Retomar mi negocio me permitirá vivir con dignidad gracias a mi propio trabajo. También podría asegurarme de que mis hijos regresen a la escuela”.

  • Issa aprendió a reparar teléfonos para otras personas refugiadas y locales después de practicar con su propio móvil.
    Issa aprendió a reparar teléfonos para otras personas refugiadas y locales después de practicar con su propio móvil. © ACNUR/Aristophane Ngargoune
  • Khadidja Herre, madre viuda de cinco hijos, quiere ganarse la vida para enviar a sus hijos a la escuela.
    Khadidja Herre, madre viuda de cinco hijos, quiere ganarse la vida para enviar a sus hijos a la escuela. © ACNUR/Aristophane Ngargoune
  • Vahindi Martin Assinga huyó de la violencia de su ciudad natal, Kidam, al norte de Camerún, donde trabajaba como guardia forestal.
    Vahindi Martin Assinga huyó de la violencia de su ciudad natal, Kidam, al norte de Camerún, donde trabajaba como guardia forestal. © ACNUR/Aristophane Ngargoune

Algunas personas refugiadas camerunesas ya han encontrado formas ingeniosas de ganar lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas.

Originario de Kousséri, en la frontera de Camerún con Chad, Issa Hassane, de 25 años, solía ganarse la vida vendiendo ropa de segunda mano y leña que recogía.

Desde que llegó a Chad, se dedicó a reparar teléfonos móviles, una habilidad que aprendió practicando con su propio teléfono y que le permite ganar diariamente entre 1.000 y 1.500 francos CFA (1,7 a 2,6 dólares USD).

“Reparo teléfonos de todas las marcas. Entre mis clientes hay tanto refugiados como chadianos”, explicó.

Mientras que algunos como Issa han encontrado formas de mantenerse, muchos miles más siguen dependiendo de la ayuda humanitaria. En respuesta, ACNUR solicitó el viernes 59,6 millones de dólares (USD) adicionales para satisfacer las necesidades urgentes de las personas refugiadas y desplazadas internas camerunesas durante los próximos seis meses.

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