No es fácil empezar de cero, pero los refugiados burundeses vuelven a casa con esperanza
Personas burundesas refugiadas vuelven a casa con optimismo y esperanza tras años de exilio en Ruanda.
Donatien, un retornado burundés de 35 años, sentado junto a su familia en el centro de tránsito de Kinazi en Muyinga, Burundi
© ACNUR/Will Swanson
Donatien, de 35 años, se comunica por teléfono para negociar la renta de una casa donde espera poder vivir con su familia cuando regresen a Burundi.
Él, su esposa, sus dos hijas y su hijo se encuentran en el grupo de 159 personas burundesas refugiadas que decidieron volver a casa; para ello, deben viajar 72 kilómetros y cruzar el punto fronterizo en Nemba.
“Regresamos a casa porque un país es como una madre o un padre. Cuando estás lejos de tu madre o padre, sientes que te falta algo”, dijo Donatien mientras esperaba su turno para la revisión médica y la prueba de COVID-19 en el centro de tránsito de Kinazi en Burundi.
Hace cuatro años, cuando la violencia política desplazó a más de 300.000 personas burundesas, Donatien dejó todo atrás y salió del país. Viajó a Ruanda junto con su familia.
“Salí de mi país porque pasaron muchas cosas que obligaron a la gente a dispersarse”, señaló. “Mantuvimos la comunicación con familiares, amistades y vecinos que permanecieron en el país. Queríamos saber qué pasaba en nuestra comunidad”.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha estado facilitando el retorno de personas burundesas refugiadas que voluntariamente optaron por volver con base en la información que recibieron.
Desde 2017, 145.000 personas burundesas refugiadas han recibido apoyo para volver a casa; de hecho, más de 25.000 han viajado desde Ruanda en los últimos meses. En promedio, 2.000 personas reciben apoyo cada semana para volver voluntariamente de Ruanda, la República Democrática del Congo y Tanzania.
Durante una visita a diversos países en la región de los Grandes Lagos, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, viajó con un convoy que salió de Ruanda. Charló con algunas familias (como la de Donatien), quienes estaban conscientes de los retos que enfrentarían, pero dijeron sentirse felices por estar de vuelta en casa.
“Regresamos a casa porque un país es como una madre o un padre”.
“El reto ahora es garantizar que el retorno de estas personas a Burundi sea sostenible, que se sientan seguras, que tengan acceso a oportunidades laborales y a otros servicios”, dijo Grandi.
Además, reiteró que ACNUR tiene el compromiso de facilitar el retorno voluntario de personas burundesas refugiadas; asimismo, añadió que es crucial que el Gobierno de Burundi garantice que el retorno sea seguro y digno, y que la reintegración sea sostenible.
“El gobierno tiene una enorme responsabilidad con el retorno de las personas refugiadas, sobre todo en cuanto a garantizar que reciban protección en las zonas de retorno”, agregó.
Durante su visita, el Alto Comisionado se entrevistó con el presidente Évariste Ndayishimiye. Hablaron sobre la importancia de seguir construyendo las condiciones que hagan posible el retorno seguro y digno de las personas refugiadas. Aunado a ello, concuerdan en que las comunidades a las que se están incorporando las personas retornadas deben recibir más apoyo para que la reintegración sea exitosa.
En febrero, ACNUR, el Gobierno de Burundi y 19 socios lanzaron el Plan Conjunto de Retorno y Reintegración, el cual solicita que la comunidad internacional aporte 104,3 millones de dólares (USD) para brindar asistencia a las personas retornadas y a las comunidades a las que se están incorporando.
Si bien ha aumentado el número de refugiados que regresan a sus países de origen en la región, se ha recibido menos del 10% de los fondos que se requieren para sostener la reintegración de las personas retornadas en Burundi.
Pensar en qué le aguarda en el futuro llena a Donatien de ansiedad y de esperanza. Donatien recibirá apoyo económico para que su familia pueda reinstalarse, y él espera iniciar un negocio pronto para poder sostenerla.
“Esperamos que el gobierno tenga el valor y la energía para impedir que se repita lo que ocurrió en el pasado. Las personas vuelven con ánimos, pero necesitan ayuda para seguir adelante con sus vidas”, comentó.