Los refugiados en zonas urbanas luchan por sobrevivir a medida que el impacto económico de la COVID-19 empeora en África Oriental
El siguiente contenido corresponde a las declaraciones formuladas hoy por un portavoz de ACNUR en una rueda de prensa en el Palacio de las Naciones, en Ginebra.
Las personas refugiadas que viven en las zonas urbanas de la región de África Oriental, los Grandes Lagos y el Cuerno de África están luchando para satisfacer sus necesidades más básicas a medida que el impacto económico de la COVID-19 comienza a calar.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está trabajando en estrecha colaboración con los gobiernos y socios para encontrar soluciones para las personas refugiadas urbanas en estos tiempos tan complejos. Sin embargo, tememos que sin más apoyo, muchas personas refugiadas urbanas estarán en condiciones extremadamente vulnerables a la explotación, corren el riesgo de caer en niveles significativos de endeudamiento y pueden verse obligadas a recurrir a situaciones desesperadas para sobrevivir, como el sexo transaccional o el trabajo infantil.
Las personas refugiadas en zonas urbanas se enfrentan a la pérdida de empleos ya que las empresas se ven obligadas a reducir su tamaño o a cerrar debido a las restricciones impuestas por la COVID-19. Muchas personas eran trabajadoras asalariadas o trabajaban en la economía informal y ya vivían en estado de precariedad antes de que ocurriera la pandemia. Por ejemplo, en Ruanda, la mayoría de las 12.000 personas refugiadas en zonas urbanas han visto a las y los familiares asalariados perder sus empleos; muchos habían estado trabajando para empresas que han cerrado o se están esforzando para importar productos debido a las restricciones fronterizas.
Muchas personas refugiadas en zonas urbanas también viven en condiciones de hacinamiento y antihigiénicas y son particularmente vulnerables a la propagación del virus, como en Kenia, donde miles de personas refugiadas viven en barrios empobrecidos de Nairobi con poco acceso a agua potable, lo que hace que sea casi imposible lavarse las manos de manera regular.
Tanto en Ruanda como en Kenia, ACNUR ha estado brindando asistencia en efectivo de emergencia a las personas más vulnerables y explorando opciones para ampliar los programas. En Uganda, ACNUR y el Programa Mundial de Alimentos están proveyendo ayuda en efectivo en una única prestación para unas 80.000 personas refugiadas en zonas urbanas que usan dinero móvil para contribuir a costear el alquiler, la comida y otros bienes básicos. Sin embargo, estas son solo medidas temporales y es de esperar que las condiciones socioeconómicas se deterioren aún más en las próximas semanas y meses.
En toda la región, la mayoría de los gobiernos ya han incluido generosamente a las personas refugiadas en sus planes nacionales de contingencia y respuesta a la COVID-19. ACNUR hace un llamamiento a los Estados para garantizar que, como parte de estos planes, las personas refugiadas en zonas urbanas tengan acceso adicional a redes de seguridad social que brinden seguro médico, alimentos y asistencia en efectivo, lo que la comunidad internacional debería apoyar aún más.
Muchas personas refugiadas llaman al ACNUR para informar que están desesperadas por recibir ayuda para el alquiler y que se enfrentan al desalojo por parte de sus propietarios. En Yibuti, ACNUR está trabajando para buscar medidas de alojamiento alternativas para las personas refugiadas y miembros de la comunidad de acogida que han sido desalojados de sus hogares. Teniendo en cuenta la naturaleza sin precedentes de la pandemia, instamos a los gobiernos y propietarios de toda la región a plantear soluciones que establezcan una moratoria sobre los desalojos, al menos hasta que la crisis disminuya.
Las niñas y niños refugiados se han visto particularmente afectados por las medidas de prevención de la COVID-19, y las escuelas de toda la región han cerrado. Si bien la mayoría de los gobiernos han intentado cubrir esta necesidad ofreciendo clases a través de internet, televisión o estaciones de radio, muchas familias carecen del equipo requerido o no pueden pagar los paquetes de datos de internet.
ACNUR y los socios del sector educativo están buscando una gama de soluciones que incluyen imprimir kits de estudio en casa y subir contenido de aprendizaje a los teléfonos en Uganda. En Kenia, la compañía móvil local, Safaricom, está proporcionando paquetes de datos diarios gratuitos a algunos estudiantes refugiados en zonas urbanas. ACNUR hace un llamado al sector privado a seguir este ejemplo y desempeñar un papel fundamental para ayudar a garantizar que las niñas y los niños refugiados reciban la educación que merecen mediante la donación de radios, teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras portátiles y opciones de conectividad.
ACNUR insta a la comunidad internacional a apoyar su respuesta de emergencia con más fondos para que podamos satisfacer las necesidades rápidamente crecientes antes de que la situación llegue a un punto crítico.
Como parte del Plan de Respuesta Humanitaria Mundial de la ONU, ACNUR solicita USD 745 millones para intervenciones que salvan vidas en respuesta a la COVID-19, de los cuales USD 126 millones se han solicitado para los países de África Oriental, los Grandes Lagos y el Cuerno de África.
El Buró de ACNUR para África Oriental, el Cuerno de África y la región de los Grandes Lagos abarca 11 países: Burundi, Yibuti, Eritrea, Etiopía, Kenia, Ruanda, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Tanzania y Uganda.
Para más información sobre este tema, contacte:
- En Nairobi, a Dana Hughes, [email protected], +254 733 440 536
- En Ginebra, a Charlie Yaxley, [email protected], +41 795 808 702
- En Ginebra, a Babar Baloch, [email protected], +41 79 513 9549