Personas refugiadas congoleñas se debaten entre volver a casa o permanecer en el exilio

Mientras continúan los combates esporádicos en algunas zonas del este de la República Democrática del Congo, miles de personas que huyeron a Uganda han optado por regresar. Otras, dudosas sobre el futuro, han optado por quedarse.

Un grupo de personas refugiadas congoleñas regresa a casa en la República Democrática del Congo desde el centro de tránsito de Nyakabande en Kisoro, Uganda.
© ACNUR/Esther Ruth Mbabazi

Mongera Bahiira, de 60 años, está sentado en una pequeña franja de sombra en el centro de tránsito de Nyakabande, en Kisoro, Uganda, rodeado de su esposa y seis de sus 13 hijos. El resto son jóvenes adultos que se quedaron en el este de la República Democrática del Congo (RDC) con sus propias familias.


“Estoy preocupado por ellos. No sé si los volveré a ver”, compartió Mongera.

Él y su familia se vieron forzados a huir con las pertenencias que pudieron cargar después de que su pueblo en Masisi, en el territorio de Rutshuru de la provincia de Kivu del Norte, fuera atacado por milicias armadas a principios de octubre. Se subieron a un camión que los llevó a la ciudad de Bunagana, cerca de la frontera con Uganda, donde se quedaron con familiares durante un mes.

Pero el 8 de noviembre, cuando estallaron los combates entre los grupos armados y las fuerzas armadas congoleñas en las aldeas que rodean la ciudad, el gobierno ugandés abrió la frontera – que ha estado cerrada debido a las restricciones de COVID-19 – y permitió la entrada de quienes huían de la violencia.

“Es la primera vez que busco seguridad en Uganda y espero que nos ayuden”, señaló Mongera.

“Si la situación se agrava, volveremos a Uganda”.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, las autoridades ugandesas y sus socios brindaron asistencia a 11.000 personas congoleñas que cruzaron al país, reubicando a más de 1.000 de ellas –incluida la familia de Mongera – en el centro de tránsito de Nyakabande.

  • Mongera Bahiira, de 60 años, descansa en el centro de tránsito de Nyakabande en Kisoro, Uganda, luego de huir de la violencia en el este de la RDC.
    Mongera Bahiira, de 60 años, descansa en el centro de tránsito de Nyakabande en Kisoro, Uganda, luego de huir de la violencia en el este de la RDC. © ACNUR/Esther Ruth Mbabazi
  • Alivera Nyamakabambelle, de 84 años, descansa en el centro de tránsito de Nyakabande en Kisoro, Uganda, luego de huir de la violencia en el este de la RDC.
    Alivera Nyamakabambelle, de 84 años, descansa en el centro de tránsito de Nyakabande en Kisoro, Uganda, luego de huir de la violencia en el este de la RDC. © ACNUR/Esther Ruth Mbabazi
  • Twaza Enoch dirige a su familia mientras caminan hacia su casa en la República Democrática del Congo.
    Twaza Enoch dirige a su familia mientras caminan hacia su casa en la República Democrática del Congo. © ACNUR/Esther Ruth Mbabazi

Pocos días después, unas 10.000 personas cruzaron de nuevo a la RDC después de que los funcionarios de seguridad ugandeses y congoleños les informaran que era seguro regresar.

Entre ellos estaba Enoch Twaza, de 50 años, quien decidió volver a su casa de Bunagana, a pesar de la renuencia inicial de su esposa Jennifer.

“Dejamos muchos bienes atrás, y nos han confirmado que es seguro volver. Si la situación se agrava, volveremos a Uganda”, explicó el padre de ocho hijos antes de su partida.

Jennifer no estaba convencida de que fuera seguro volver a casa y era partidaria de esperar un par de semanas más, pero finalmente accedió y ayudó a llevar al ganado de la familia de vuelta a la frontera.

Joel Boutroue, representante de ACNUR en Uganda, mencionó que el repentino movimiento de solicitantes de asilo congoleños hacia Uganda es un indicador de “lo volátil e impredecible que es la situación en el este de la RDC”.

La inestabilidad de la situación ha hecho que Alivera Nyamakabambelle se divida entre quedarse o volver a casa. Esta mujer de 84 años huyó por la noche con su familia de siete miembros, dejando atrás el sonido de las bombas y los disparos.

“Si por mí fuera, volvería, pero mi familia quiere quedarse y como no tengo a nadie en casa que me cuide, también tengo que quedarme”, expresó con tristeza.

Su nieta, Tusenge Wema, asintió con firmeza.

“Si por mí fuera, volvería, pero mi familia quiere quedarse”.

“Volver a casa pronto no es una opción. Nos quedaremos en Uganda y empezaremos una vida aquí”, comentó esta joven de 23 años, que se encuentra entre los cerca de 1.000 recién llegados de la RDC que han decidido quedarse por ahora.

Muchas de las personas que han regresado han contado al personal de ACNUR en la RDC que sus propiedades fueron saqueadas mientras estaban fuera, incluidos los alimentos y el ganado, lo que les ha dejado en una situación precaria y con necesidad de asistencia humanitaria.

Boutroue, de ACNUR, señaló que también se necesitan más recursos para apoyar a Uganda, que es el mayor país de acogida de personas refugiadas en África, con más de 1,5 millones.

“Necesitamos más apoyo para ampliar nuestra preparación ante las emergencias y nuestra capacidad para recibir nuevas llegadas, ya que la probabilidad de que se produzcan nuevos actos de violencia y desplazamientos forzados es muy alta”, comentó, y resaltó que la capacidad del centro de tránsito de Nyakabande se ampliará para acoger hasta 10.000 personas.

Añadió que quienes decidan quedarse recibirán asistencia hasta que estén preparadas para volver a casa.