Refugiado hondureño arriesga todo al abordar la Bestia en México
Más personas refugiadas están huyendo de la violencia en Guatemala, Honduras y El Salvador, y algunos como Armando, arriesgan todo al viajar en el tren de carga, buscando la seguridad en México.
ACAYUCAN, México – Armando* era taxista en su natal Honduras, por lo que cada día tenía que cruzar un entramado de calles controladas por las pandillas, temiendo por su vida.
“Todos los días era un desafío ir a trabajar, no sabía si regresaría a mi casa. Pero no tenía otra opción, necesitaba el dinero para vivir y mantener a mi madre y mi hermana, con quienes vivía”, dice Armando.
Los peligros que él enfrentó son muy reales en el país centroamericano, donde ser taxistas se ha convertido en una de las ocupaciones más peligrosas.
De acuerdo con las últimas cifras publicadas por el Observatorio de la Violencia de la Universidad Autónoma de Honduras, del 2010 al 2016, 1.335 trabajadores de transporte público fueron asesinados. Los taxistas, como Armando, representaron 667, o casi la mitad, de las víctimas.
Miembros de las pandillas, conocidas localmente como maras, usualmente exigen el llamado “impuesto de guerra” a los choferes de bus y taxi, y amenazan a quienes no logran pagar.
Sin la posibilidad de poder pagar las crecientes extorsiones, Armando no asistió a una reunión programada con la pandilla, y huyó a pie y autobús a Guatemala.
Después de cruzar la frontera a México, él abordó un tren de carga, mejor conocido como “La Bestia”, para llegar al Norte, sin saber que una vez más estaba en serio riesgo. Los delincuentes que se aprovechaban de los viajeros arrojaron a Armando debajo de las ruedas del tren en movimiento, cortándole la pierna derecha.
Los médicos lo operaron en un hospital en el Estado de México. Mientras se recuperaba en un albergue, completó su solicitud de asilo ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, una de un número creciente de solicitudes de personas del Norte de Centroamérica.
Desde 2011, más de 350.000 nacionales de Honduras, Guatemala y El Salvador han presentado solicitudes de asilo luego de huir de la escalada de violencia en sus países natales. Sólo el año pasado, se registraron casi 130.500 solicitudes de asilo, según cifras del gobierno.
La gran mayoría busca asilo en México, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Belice y los Estados Unidos. Sin embargo, las necesidades en la región siguen siendo abrumadoras. Para el 2018, el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está buscando 36,2 millones dólares para brindar protección y asistencia a personas como Armando, pero hasta ahora solo se ha recibido el 12% de los fondos.
“Agradezco al ACNUR y al albergue que me apoyó”.
Con el cuidado que ha recibido en el albergue, Armando se está recuperando. Se le reconoció su condición de refugiado por parte del gobierno de México y ahora trabaja para la parroquia local de la Iglesia Católica, donde se encarga de actualizar los registros, incluidos el bautismo, los matrimonios, las comuniones y otras ceremonias. También está esperando una prótesis gracias a un programa del Comité Internacional de la Cruz Roja.
“Cuando llegué me sentí como si estuviera atrapado en un país que no era mío, pero agradezco al ACNUR y al albergue que me apoyó todo el tiempo en mi proceso de asilo”, dice Armando, quien está solicitando la residencia en México, donde sueña convertirse en productor musical o profesor de idiomas.