Desde su quad, Omar lucha por la accesibilidad
Tras quedarse parapléjico por un disparo en la espalda, el refugiado colombiano lleva más de 20 años en silla de ruedas. Ahora aboga por la inclusión de personas con discapacidad en Ecuador, su país de acogida.
Omar es un refugiado colombiano que quedó en silla de ruedas tras recibir un disparo en su espalda y ahora vive en Esmeraldas, Ecuador.
© ACNUR/Jaime Giménez
Antes de llegar a Ecuador, Omar trabajaba como defensor de los derechos humanos en medio de la violencia y conflicto armado que afectó a su Colombia nativa. Ahora, defiende el derecho a la movilidad de personas con discapacidad en Ecuador, el país vecino al que huyó tras recibir amenazas a su vida.
Para Omar, su nueva lucha no tiene nada de abstracto. Vive en carne propia muchas de las dificultades a las que se enfrentan a diario las personas con discapacidad en Esmeraldas, su ciudad de acogida en el noroeste de Ecuador. Hace unos 26 años, Omar recibió un disparo en la columna vertebral durante un enfrentamiento entre grupos armados en el departamento de Nariño, en la frontera sur de Colombia. Estuvo a punto de perder la vida, pero al final sobrevivió. Sin embargo, nunca recuperó la movilidad y desde entonces se mueve en silla de ruedas.
“Cuando llegué aquí, me dije que no volvería a participar en el trabajo comunitario después de lo ocurrido en Colombia”, dijo Omar, quien durante tres años presidió la asociación local de personas con discapacidad. “Pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Tengo la necesidad de ayudar a los demás”.
“Tenemos que seguir luchando. Por eso somos sobrevivientes”.
Montado en su quad, un cuatrimoto artesanalmente adaptado para llevar su silla de ruedas, Omar ayuda a coordinar las acciones de la asociación, que tiene como una de sus metas principales fomentar la accesibilidad para las personas con discapacidad. Una red de voluntarios construye rampas para permitir que las personas en sillas de ruedas puedan entrar y salir más fácilmente de sus casas.
“Hay gente que ha creído en esto, los voluntarios, con quienes hemos ido haciendo rampas en algunas de las casas de los compañeros, para ayudar a cientos de personas en sus hogares”, dijo Omar. “Hacemos rifas, actividades, sacamos el recurso y buscamos jóvenes amigos y nos ayudan a armar una rampita”.
Tras el balazo que le dejó parapléjico a los 23 años de edad, Omar huyó a Cali, en el centro-oeste del país. Allí trabajó con niños que viven en la calle, vulnerables al narcotráfico y la drogadicción. Pronto fue elegido juez de paz por su comunidad. Pero su trabajo no tardó en llamar la atención de los grupos armados, que lo amenazaron de nuevo. Quedarse en Colombia se convirtió en una cuestión de vida o muerte. Así que tuvo que huir a Ecuador con su mujer y sus dos hijos.
En Esmeraldas, Omar encontró seguridad y esperanza, pero también dificultades. Tras huir por mar desde Colombia, la familia pasó un tiempo durmiendo en la calle. Omar se enfrentó a obstáculos a la hora de buscar un trabajo, ya que algunos de los empleadores potenciales no se mostraron receptivos a la idea de contratar a una persona con discapacidad.
Ecuador, con apenas 18 millones de habitantes, es el país de América Latina que acoge a más personas oficialmente reconocidas como refugiadas. Aparte de los más de 70.000 refugiados reconocidos, aproximadamente el 97 por ciento de ellos colombianos, el pequeño país andino también alberga a más de medio millón de personas refugiadas y migrantes de Venezuela.
Una parte considerable de esta población vive con una discapacidad. Según el reciente informe de Monitoreo de Protección de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, el 11 por ciento de las personas desplazadas encuestadas en Ecuador dijeron que al menos uno de sus miembros vivía con una discapacidad.
ACNUR apoya a personas como Omar ayudándoles a reconstruir sus vidas y contribuir a sus comunidades de acogida. Con el acompañamiento de ACNUR, Omar ayuda a fortalecer los liderazgos dentro de su propia comunidad y de otras áreas circundantes para que puedan mejorar las condiciones de otras personas con discapacidad.
“No puedo quedarme de brazos cruzados”.
Para sustentar a su familia, Omar tiene un pequeño supermercado llamado "La Completísima", donde vende productos a los vecinos de su barrio. Pudo abrir la tienda gracias a un capital inicial proporcionado por ACNUR.
“Sigo con mis esperanzas de que mi tienda crezca y pueda ser esa cadena para dar los mejores precios a las personas y poder contribuir en la zona donde vivo,” dijo Omar, quien se desplaza en su quad desde su tienda de barrio al mercado municipal en busca de los suministros que necesita.
“Habiendo pasado toda esa odisea de tener que salir huyendo, de esa manera forzados en contra de nuestra voluntad, ahora tenemos que seguir luchando. Por eso somos sobrevivientes”, dice Omar, con la determinación de aquel que sabe que no dejará de trabajar para mejorar el mundo que le rodea. “Más que víctima soy sobreviviente”.