Atletas paralímpicos refugiados dejan un legado de esperanza al concluir los Juegos de Tokio
Luego de competir con orgullo y recibir una avalancha de apoyo en Japón y más allá, el Equipo Paralímpico de Atletas Refugiados demostró el poder de la inclusión de las personas desplazadas con discapacidad.
El domingo, cuando los Juegos de Tokio llegaron a su fin, los atletas paralímpicos refugiados celebraron sus logros en el escenario mundial, seguros de haber enviado un mensaje de esperanza y unidad a los 82,4 millones de personas desplazadas del mundo y a los 12 millones de ellas con discapacidad.
“Todo el evento fue una experiencia increíble para mí”, aseguró Alia Issa, la primera mujer del equipo que compitió en el lanzamiento de bala. “El equipo de refugiados no es un equipo cualquiera, es una familia que intenta unir a todas las personas refugiadas del mundo”.
Durante los Juegos, a menudo se hace referencia como “el equipo deportivo más valiente”, el Equipo Paralímpico de Atletas Refugiados, compuesto por seis miembros, ha superado más obstáculos que la mayoría de sus competidores solo para llegar a Tokio, incluyendo la experiencia a menudo traumática de escapar de la guerra o la persecución y adaptarse a la vida en una nueva cultura.
Su presencia en los Juegos Paralímpicos contribuyó a llamar la atención sobre los retos a los que se enfrentan las personas desplazadas que viven con discapacidad, que corren un mayor riesgo de sufrir violencia, discriminación y abusos. A menudo carecen de igualdad de acceso a los servicios básicos, al trabajo, a la educación y a las actividades deportivas.
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Aunque no ganaron ninguna medalla, la perseverancia del equipo fue inspiradora, lo que provocó una avalancha de apoyo de los aficionados de Japón y de todo el mundo. Estudiantes de Tokio les regalaron más de 10.000 aviones de papel – una imagen asociada a llevar un sueño – y la estrella de rock japonesa MIYAVI, Embajador de Buena Voluntad de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, lanzó un vídeo musical con la nueva canción, “I Swear”, con imágenes de los atletas paralímpicos durante sus entrenamientos.
Su presencia en los Juegos fue una victoria para la inclusión, señaló Ricardo Pla Cordero, Oficial de Protección para la Inclusión de la Discapacidad en ACNUR, que trabaja con socios para aprovechar el poder del deporte para transformar la vida de las personas desplazadas.
“Tan solo el hecho de estar ahí, compitiendo, fue mucho más importante que ganar o no ganar una medalla”, comentó Pla Cordero. “Tener el derecho de estar en Tokio y competir con los demás es un logro adicional e importante hacia el pleno reconocimiento de los refugiados con discapacidad como personas, atletas y miembros valiosos de sus comunidades”.
Dos equipos de atletas refugiados debutaron en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Río en 2016, y en Tokio llegaron a tener un total de 35 miembros, originarios de 12 países, entre ellos Siria, Irán, Sudán del Sur y Afganistán. Este año, un Equipo Paralímpico de Atletas Refugiados de seis personas participó en los Juegos Paralímpicos, tras la inclusión de dos atletas refugiados en los Juegos de Río 2016 bajo la bandera del Equipo de Atletas Paralímpicos Independientes, mientras que el primer Equipo Olímpico de Atletas Refugiados de 10 miembros en Río casi se triplicó en Tokio, con 29 miembros.
Los equipos, creados y apoyados por el Comité Olímpico Internacional (COI) y el Comité Paralímpico Internacional (CPI) en colaboración con ACNUR, dan a los atletas cualificados que han sido desplazados –y por lo tanto no pueden representar a un equipo nacional – una oportunidad de competir en los niveles más altos del deporte.
“Una inspiración para todos nosotros”.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, felicitó a ambos equipos por sus excelentes actuaciones. “Su perseverancia y talento son una verdadera inspiración para todos nosotros”, destacó.
“También quiero expresar mi profunda gratitud al COI y al CPI por creer en las personas refugiadas y dar el ejemplo a los demás. Mediante de sus esfuerzos hemos visto de primera mano el tremendo poder del deporte para fomentar un mundo más inclusivo e igualitario”, añadió Grandi.
“Esperamos que en futuros eventos deportivos las personas refugiadas, incluidas las personas con discapacidad, tengan la oportunidad de competir y representar a los millones de personas de todo el mundo que se han visto obligadas a huir”.
Como en cualquier evento deportivo, hubo logros que celebrar y también momentos de decepción. Abbas Karimi, quien nación sin brazos, pasó a la final de los 50 metros mariposa S5 con una marca personal de 36,36 segundos.
Alia, cuyo cerebro quedó dañado cuando tuvo fiebre alta de pequeña, alcanzó los 16,33 metros en el lanzamiento de bala, justo por debajo de su marca personal. En disco, Shahrad Nasajpour batió su mejor marca de hace cinco años en Río.
Anas Al Khalifa, que huyó de los combates en Siria y ahora vive en Alemania, quedó en séptimo lugar en la clase KL1 de kayak individual, una gran actuación tras sólo un año de entrenamiento serio, y es el abanderado de la ceremonia de clausura de los Juegos Paralímpicos el domingo.
Anas tiene limitado el uso de sus piernas, luego de caerse de un segundo piso de un edificio mientras instalaba paneles solares. Tras caer en la desesperación después de su accidente, compartió que el kayakismo le cambió la vida.
“Mi fisioterapeuta me impulsó mucho y me mostró que el deporte era realmente importante para mi proceso de rehabilitación, porque te da esperanza. Realmente te levanta cuando estás en el fondo y en el punto más bajo de tu vida”, expresó. “Fue una forma de sacarme de la oscuridad que sentía”.
Parfait Hakizimana, un refugiado burundés que creó un club de taekwondo en el campamento de refugiados de Mahama en Ruanda, donde vive, estaba encantado de participar en el debut de este deporte en los Juegos Paralímpicos. Lamentablemente, se lesionó durante su derrota en la primera ronda, pero vio su presencia en el equipo como una forma de “ayudar a las personas refugiadas de todo el mundo a ver que sus sueños también se hacen realidad”.
- Ver también: Un atleta de taekwondo burundés se prepara para dejar huella en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020
El nadador y dos veces paralímpico Ibrahim Al Hussein, que perdió la parte inferior de su pierna derecha por la explosión de una bomba durante los combates en Siria, derrochó entusiasmo durante todo el acto. Los compañeros de equipo le llamaban cariñosamente el capitán no oficial, y a menudo se veía a Ibrahim saludando y sonriendo a las personas en la calle mientras se trasladaba en el autobús hacia la alberca. Agradeció a los organizadores japoneses la celebración de los Juegos en un momento tan difícil como la pandemia.
“Desde el momento en que salimos de la Villa Paralímpica hasta estas instalaciones y ver a todas las personas locales saludándonos, nos hizo sentirnos cálidos y me hizo sentir muy feliz”, comentó.
Los miembros de ambos equipos afirmaron que la experiencia reforzó su confianza, y esperan con ansias llevar el impulso a París 2024, para el cual solo faltan tres años.
Felicidades al Equipo Paralímpico de Refugiados. 👏
— Acnur/Unhcr Américas (@ACNURamericas) September 6, 2021
Han traído alegría y esperanza a muchos. Estamos muy orgullosos de estar a su lado. pic.twitter.com/oT7k8AvxsJ
En colaboración con socios como el COI y el CPI, ACNUR seguirá promoviendo el acceso al deporte en los campamentos y comunidades de personas refugiadas, zonas que a menudo carecen de equipamiento deportivo o de actividades deportivas organizadas, especialmente para quienes viven con discapacidad. ACNUR considera que el deporte es una poderosa herramienta para fomentar la confianza y las habilidades, promover el bienestar mental y físico, y unir a las comunidades.
El compromiso de la Agencia para los Refugiados de apoyar a las personas refugiadas con discapacidad va de la mano con la misión del Movimiento Paralímpico, que fue lanzado por Sir Ludwig Guttmann como una forma de devolver la amabilidad que experimentó como refugiado que huyó de la Alemania nazi antes de la Segunda Guerra Mundial.
“Seguiremos trabajando para crear un mundo en el que todas las personas desplazadas, incluidas las personas con discapacidad, puedan acceder y participar en el deporte en igualdad de condiciones”, declaró Deanna Bitetti, responsable de comunicación que trabaja desde Tokio.
Tanto los Juegos Olímpicos como los Paralímpicos brindaron a la nación anfitriona, Japón, la oportunidad de promover mayor concienciación sobre las personas desplazadas.
El barrio de Bunkyo de Tokio, que fue la ciudad anfitriona del Equipo Paralímpico de Atletas Refugiados, organizó talleres para los residentes sobre la crisis mundial de las personas refugiadas y llevó a cabo sesiones en línea con la representante del equipo, Ileana Rodríguez, antigua refugiada de Cuba y ahora ciudadana estadounidense.
Parfait también aparece como avatar de un videojuego publicado por JP Games, el desarrollador de Pegasus Dream Tour, el videojuego oficial de los Juegos Paralímpicos. En el juego también aparecen la esposa e hija de Parfait como espectadoras.
Los olímpicos refugiados son los protagonistas de un libro con ilustraciones tipo manga publicado por la empresa japonesa Kadokawa Corp. dirigido a los jóvenes, el libro narra las adversidades superadas por siete atletas que compitieron en Río, entre ellos la nadadora Yusra Mardini, con mapas de las rutas que siguieron al huir de sus países. “Si se leen sus historias, se puede obtener valor y esperanza”, señala la portada del libro.
El apoyo también llegó de otros lugares. Desde las Islas Caimán, un grupo de mujeres envió pines hechos a mano para los miembros de ambos equipos con el logotipo de ACNUR combinado con los símbolos olímpicos o paralímpicos.
Una tarjeta de las mujeres, dirigida por la artista Deborah Kern y apoyada por Rachel Klein, decía que se habían enterado de que los equipos de refugiados no tenían un pin especial para llevar, como sí tienen muchos equipos nacionales. “Queríamos asegurarnos de que todos tuvieran pines especiales propios”, escribieron. “¡Gracias por inspirarnos!”.
Sanda Aldas, una olímpica refugiada originaria de Siria que compitió en judo, comentó que se le llenaron los ojos de lágrimas cuando entró en el estadio durante la Ceremonia de Inauguración porque se sintió desbordada por la idea de representar a las personas refugiadas de todo el mundo y porque sus padres habían deseado profundamente que pudiera competir en los Juegos Olímpicos.
“Siempre hay esperanza y no dejen de soñar”, expresa Sanda a sus compañeros refugiados. “No escuchen a quienes les dicen que no pueden alcanzar sus metas, simplemente trabajen duro. No será fácil, pero creer en ti mismo puede hacer que todos tus sueños se hagan realidad, no solo en el deporte, sino en la vida en general”.