Becas en Italia permiten que las personas refugiadas vuelvan a soñar
Las personas refugiadas que pueden perseguir sus sueños de educación superior a través del Proyecto de Corredores Universitarios para Refugiados, regresan a sus comunidades dotadas de habilidades y conocimiento.
“Estos son mis pensamientos y oraciones”, comparte Jules, sonriendo mientras señala una pared de notas y citas escritas a mano en su cómodo apartamento-estudio a pocos pasos de la céntrica Piazza della Signoria, en el corazón de Florencia. “Escribo todo lo que me inspira, me ayuda a mantener la concentración”.
Cuando Jules, un refugiado congoleño viviendo en Etiopía, recibió la noticia de que había sido aceptado para hacer un máster en gestión de recursos naturales en la Universidad de Florencia, buscó en Google la ciudad. Ahora, tras más de un año de programa, puede confirmar que su primera impresión de una ciudad hermosa y acogedora era correcta. “Mi facultad es realmente muy inclusiva. Hay tantos estudiantes internacionales de todo el mundo que estudian conmigo, que he aprendido tanto de ellos como de los propios cursos”, asegura.
“Mis tutores son personas increíbles que me han apoyado por encima de mis expectativas; se han convertido en una familia”.
Solo unos meses después de que Jules naciera en la República Democrática del Congo, sus padres murieron en enfrentamientos étnicos y él fue acogido por la familia de su tía en Goma, Kivu del Norte. Los combates en la región seguían intensificándose, y la familia vivía bajo la amenaza constante de la violencia. “Te acostumbras a esta vida, pero llega un día en que piensas 'no voy a esperar aquí a morir', y por eso nos fuimos”, cuenta.
Tras un complicado viaje, él y su familia llegaron a Etiopía, donde fueron registrados como refugiados y alojados en el campamento de refugiados de Sherkole. “En el campamento medían la sal en una tacita; no había azúcar ni nada, aprendimos a hacer comidas con la imaginación, pero yo era más feliz que si hubiera disfrutado de una gran comida en el Congo. Al menos podía dormir con los dos ojos cerrados, había paz y estaba a salvo”, recuerda.
Solo después de un tiempo viviendo en el campamento, Jules pudo empezar a pensar en su futuro. Le preocupaba que, como refugiado, nunca tuviera la oportunidad de continuar su educación. “Solía ver a personas que se habían graduado recientemente [de la universidad] regresar al campamento, quizá dos o tres personas al año. Eran miembros respetados de la comunidad, todo el mundo los admiraba y acudía a ellos en busca de consejo. Supe que yo también quería eso para mi vida”, comenta.
Gracias a su determinación y a una beca del programa DAFI, Jules pudo matricularse unos años más tarde en la Universidad de Gambella, en Etiopía. Ahí se interesó por la agricultura, especialmente por la ganadería y la pesca a pequeña escala que practicaba la comunidad local. Observó cómo lidiaban con los periodos de sequía, que con los años se habían hecho más largos y severos. “Lo normal era esperar a que lloviera de nuevo, pero pensé que con mejores conocimientos y tecnología esas comunidades podrían afrontar los periodos de sequía de otra manera, para ser autosuficientes todo el año”.
Cuando se enteró por un amigo del Proyecto de Corredores Universitarios para Refugiados (UNICORE, por sus siglas en inglés), se presentó con pocas expectativas. “Las posibilidades de ser seleccionado para una de las becas ofrecidas eran tan, tan lejanas”, recuerda. “Cuando recibí el correo electrónico de la Universidad de Florencia... me quedé atónito en silencio, simplemente me abrumó la felicidad”.
El objetivo de UNICORE es aumentar las oportunidades de las personas refugiadas que viven en Etiopía para continuar su educación superior en Italia a través de una asociación entre universidades italianas y ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. Forma parte del objetivo más amplio de ACNUR de crear rutas seguras para que las personas refugiadas puedan cumplir sus sueños de un futuro mejor sin tener que arriesgar sus vidas en viajes peligrosos.
“Las personas refugiadas necesitan oportunidades como ésta”.
Solo el 5 por ciento de las personas refugiadas consigue matricularse en educación superior, frente a una media del 39 por ciento entre la población general. Junto con sus socios, ACNUR se propone garantizar que el 15 por ciento de los refugiados puedan acceder a educación superior para 2030.
Tras comenzar en 2019 con una fase piloto, el proyecto UNICORE ha crecido desde entonces hasta ofrecer un total de 70 becas en 28 universidades de todo el país. En 2021, 45 personas refugiadas obtuvieron becas para cursar estudios universitarios en Italia.
Jules se graduará este verano. Planea regresar a su comunidad y utilizar sus conocimientos recién adquiridos para ayudar a las personas refugiadas y a la población local a mantenerse sin ayuda externa, incluso cuando el clima se vuelve más seco e impredecible. “Las personas refugiadas necesitan oportunidades como ésta”, comenta sobre su beca.
“Cuanto más capacitadas estén las personas refugiadas, más podrán mantenerse por sí mismas. Necesitan conocimientos para tener voz, para empoderarse y también para poder volver a soñar”.
- Ver también: “¡Mi sueño por fin se ha hecho realidad!”