Trabajadores sociales apoyan a las personas desplazadas en el norte de Etiopía
Una red de más de 100 personas desplazadas por el conflicto está apoyando a otros desplazados para que se recuperen del trauma y tengan acceso a servicios básicos.
Mabret, de 32 años, apoya a las personas desplazadas por el conflicto de Tigray en Mekele, Etiopía.
© ACNUR/Olga Sarrado Mur
El dolor y el trauma que experimentó Mebrat cuando huyó de su casa le han ayudado en su actual rol como trabajadora social, haciéndole comprender mejor la situación y las necesidades de las personas a las que asiste.
Esta mujer de 32 años, madre de tres hijos, nunca imaginó que se convertiría en un símbolo de esperanza, confianza y fuerza para las personas etíopes desplazadas que han encontrado seguridad en un centro de salud de Mekele, la capital de la región de Tigray.
“Algunas personas me dicen que no pueden dormir por la noche. Tienen recuerdos de lo que vieron cuando escaparon”, comentó. “Creo que confían en mí porque soy amigable y comprendo lo que han pasado”.
Se vio forzada a huir de su casa hace diez meses en camión, luego a pie, caminando durante cinco días hasta que se le gastaron los zapatos, escondiéndose en pueblos y durmiendo en la carretera sin comida ni dinero.
Hoy, utiliza su dolor para ayudar a otras personas y descubre que eso le ayuda a hacer bien su trabajo.
“A veces, simplemente lloramos juntos”.
Desde hace tres meses, trabaja en un mostrador de protección creado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en el lugar que se ha convertido en un albergue para muchos.
“Personas de todas las edades vienen a pedir comida, pañales, compresas, leche”, señaló. “Al ayudarles, nos aseguramos de que todas reciban el apoyo que más necesitan”.
En el norte de Etiopía, los combates de los últimos 12 meses han creado una crisis humanitaria que ha forzado a millones de personas a huir de sus hogares en busca de seguridad. Hasta 8 millones de personas necesitan urgentemente alimentos, agua y otro tipo de ayuda. El conflicto ha hecho que sea cada vez más difícil llegar a las personas necesitadas, ya que las condiciones de seguridad en algunas zonas siguen deteriorándose.
Mebrat recibe unos diez visitantes diarios, y mantiene limpio y ordenado el pequeño cuarto donde se encuentra el mostrador de protección.
“Les aconsejo basándome en mi experiencia. Soy sincera con ellos y les digo que no están solos. A veces, simplemente lloramos juntos”, compartió.
Su formación es en administración de empresas, una profesión en la que trabajó duro durante años.
“Vengo de una familia pobre, así que vendía té por la mañana y estudiaba por la noche. Pero con mucho trabajo, construí una familia y me convertí en profesionista”, mencionó orgullosa.
“Los trabajadores sociales apoyan realmente el bienestar físico y mental de las personas desplazadas”.
Además de distribuir mantas, utensilios de cocina y material de albergue a las personas desplazadas internas de las regiones de Amhara, Afar y Tigray, en el norte de Etiopía, ACNUR ha creado una red de más de 50 mostradores de protección, a los que pueden acceder más de medio millón de personas desplazadas internas, y tiene previsto ampliarla para atender nuevas necesidades de desplazamiento. Los trabajadores sociales como Mebrat desempeñan un papel crucial, ya que los vinculan con los proveedores de servicios, incluidas las agencias humanitarias.
“Los trabajadores sociales están muy cerca de la comunidad, y valoramos su presencia porque realmente apoyan el bienestar físico y mental de las personas desplazadas”, afirmó Seda Kuzucu, Coordinadora Superior de Emergencias de ACNUR.
Explicó cómo ayudan a mejorar la respuesta humanitaria identificando las necesidades y recopilando información relevante que es útil para derivar los casos urgentes de asistencia.
“Proporcionan una forma de primeros auxilios psicológicos, ya que muchas personas sufren depresión y ansiedad debido al trauma que sufrieron, y al estrés de un futuro incierto”.
Al igual que Mebrat, Teklit se vio obligado a huir de su casa con su esposa y su hijo de dos años. Perdió amistades en el camino, fue testigo de asesinatos, escapó de bombardeos, pasó noches escondido en el monte y caminó durante días en busca de seguridad. Pero en su puesto actual, ha encontrado una nueva esperanza.
“Quería ayudar a resolver los problemas de mi comunidad. Este trabajo también me está ayudando a mantener a mi familia y sigo aprendiendo cada día”, añadió.
Su experiencia en los deportes está marcando la diferencia, ya que mantiene a las personas, especialmente a la juventud, comprometidas con torneos de fútbol y voleibol.
“Desarrollé habilidades como profesor de deportes que ahora pongo en práctica”, comentó. “Solía decir a mis estudiantes que vivieran el día de hoy y no se preocuparan por el mañana. Por muy dura que sea la situación, pasará. Lo creo profundamente y trato de transmitir ese mensaje a mi comunidad”.
Teklit se ha convertido en una especie de hermano mayor para unos 25 niños no acompañados y separados de sus familias que son acogidos en el centro.
“Ayudo a identificar la mejor manera de ayudarles, pero lo más importante es mantenerlos ocupados y activos. Hacemos deporte, nos reímos, bailamos. Esto es lo que más me llena”, resaltó.
Su esposa es su mayor apoyo.
“Cuando estoy estresado, ella me aconseja. Es mi trabajadora social”, asegura entre risas.
“Hacemos deporte, nos reímos, bailamos. Esto es lo que más me llena”.
Aunque los trabajadores sociales hacen todo lo que pueden, coinciden en que puede ser frustrante no poder hacer más.
“Nuestro trabajo es muy desafiante, ya que no siempre tenemos las respuestas”, menciona Mebrat. “A veces las personas solo quieren comida, de la que no tenemos suficiente. Sin embargo, hacemos todo lo posible para que cualquier forma de ayuda humanitaria llegue a quienes más lo necesitan”.
El papel fundamental que desempeñan les anima.
“Este trabajo me ayuda también a mí, que también he sufrido mucho. Me recuerda que todavía estoy viva y sana, y que puedo ayudar a mi comunidad”, añadió Mebrat.
Sueña con regresar a casa cuando haya paz.
“La paz es importante para que todos nos recuperemos plenamente. Con la paz, sé que puedo lograr todo lo que quiero y tendré un futuro más brillante”.