Voluntaria ucraniana reúne a un pueblo entero para dar acogida a familias desplazadas

Mientras las familias escapaban de los enfrentamientos en dirección al oeste, Rymma Mytrak ideó un plan y, con ayuda de sus vecinos, abrió un albergue para 80 personas en tan solo unos días.

En una pequeña oficina donde duerme su familia, Rymma Mytrak, de 35 años, administra un hostal que abrió para personas desplazadas de Ucrania.

En una pequeña oficina donde duerme su familia, Rymma Mytrak, de 35 años, administra un hostal que abrió para personas desplazadas de Ucrania.  © ACNUR/Victoria Andrievska

Rymma Mytrak decidió actuar cuando, hacia finales de febrero, vio los reportes de familias que se dirigían al oeste para escapar de los bombardeos en otras partes de Ucrania y encontrar seguridad.

Esta ex estilista de 35 años sabía, por experiencia propia, cuán importante es contar con un lugar seguro cuando no se tiene a dónde ir.

“Soy huérfana, así que sentí que debía hacer todo lo posible por ayudar a personas que necesitan apoyo, como yo lo necesité hace muchos años”, explicó.

Mytrak decidió abrir un albergue para personas desplazadas internas (PDI) en su pueblo, Velykyi Bereznyi, que se encuentra cerca de la frontera oeste de Ucrania con Eslovaquia. Como no tiene bienes inmuebles propios, compartió su idea en redes sociales y, en un par de días, el pueblo entero estaba sumando esfuerzos para convertir un almacén vació en un hostal para 80 personas.

“En Facebook publiqué mi intención de abrir un hostal. Cuatro días después, ya estábamos recibiendo personas”, contó.

Con equipo limitado, Mytrak tuvo que ser creativa para que las instalaciones estuvieran listas para recibir a sus primeros huéspedes. “En esta habitación, por ejemplo, convertimos los escritorios en camas. Usamos todos los recursos con los que contábamos”.

En una habitación pequeña, que se encuentra sobre un largo pasillo del edificio, hay tres juegos de literas. Además, hay una cocina comunitaria – equipada con electrodomésticos que fueron donados – y un comedor con docenas de sillas dispuestas en largas mesas de caballete.

Mytrak recibió ayuda de su esposo, Ruslan, antiguo capellán militar, y de un grupo de voluntarios que fue creciendo con la llegada de las primeras familias.

“Al principio, quince personas se ofrecieron como voluntarias; estaban dispuestas a ayudar”, comenta Mytrak. “Y las primeras PDI que llegaron también empezaron a ofrecerse”.

Para gestionar el hospedaje, la alimentación y el cuidado de tantas personas, Mytrak, su esposo y sus dos hijos se mudaron a una habitación del hostal, que funciona también como oficina. Algunas de las personas pasan solo una noche en el hostal y, luego, siguen su camino; sin embargo, otras se quedan más tiempo.

  • Viktor Nastych es una de las personas que se hospeda en el hostal en Velykyi Bereznyi, al oeste de Ucrania.
    Viktor Nastych es una de las personas que se hospeda en el hostal en Velykyi Bereznyi, al oeste de Ucrania. © ACNUR/Victoria Andrievska
  • Nadiia Vakhovska (centro), oficial de operaciones sobre el terreno de ACNUR Ucrania, se entrevista con Rymma y Viktor durante una visita al hostal.
    Nadiia Vakhovska (centro), oficial de operaciones sobre el terreno de ACNUR Ucrania, se entrevista con Rymma y Viktor durante una visita al hostal. © ACNUR/Victoria Andrievska
  • Rymma está sentada en una de las mesas del comedor, en las instalaciones de un antiguo almacén.
    Rymma está sentada en una de las mesas del comedor, en las instalaciones de un antiguo almacén. © ACNUR/Victoria Andrievska
  • Rymma y otra voluntaria ayudan a organizar una comida en el comedor comunitario del albergue.
    Rymma y otra voluntaria ayudan a organizar una comida en el comedor comunitario del albergue. © ACNUR/Victoria Andrievska
  • Una de las habitaciones del hostal que puede albergar hasta 80 personas por noche.
    Una de las habitaciones del hostal que puede albergar hasta 80 personas por noche. © ACNUR/Victoria Andrievska

Entre ellas, se encuentra Victor Nastych, quien llegó con su esposa y su hija luego de abandonar su hogar en Brovary, un suburbio al este de Kiev, la capital, y quien agradece el alojamiento y la comida caliente.

“Creo que debería haber un monumento en honor a Rymma”, señala. “No tiene bienes ni casa propia. Hace todo por otras personas. Va al ayuntamiento y solicita ayuda. Muchas personas la conocen y tratan de ayudarla”.

Se estima que 7,1 millones de personas han sido desplazadas dentro de Ucrania. Por tanto, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está apoyando en la ampliación y la instalación de centros de recepción; asimismo, distribuye artículos de primera necesidad y brinda otras formas de asistencia a quienes lo requieren. Hasta el momento, ACNUR ha apoyado en la ampliación de más de 70 centros de recepción en Ucrania; cada uno de ellos puede acoger hasta 250 personas desplazadas.

Como parte de estos esfuerzos, en fechas recientes, la agencia proporcionó mantas térmicas al albergue en Velykyi Bereznyi para que los residentes puedan abrigarse de las temperaturas nocturnas, las cuales llegan casi al punto de congelación.

“El estrés está siempre ahí, minuto a minuto”.

Nadiia Vakhovska, quien se incorporó a ACNUR Ucrania hace poco y por experiencia personal sabe qué significa abandonar el hogar, forma parte del equipo que distribuyó las mantas y se entrevistó con residentes para conocer sus necesidades.

“En 2014, hubo graves enfrentamientos en Luhansk, mi ciudad de origen. Mi esposo y yo empacamos algunas pertenencias y nos fuimos con la esperanza de poder volver unas semanas más tarde, pero nunca lo hicimos”, explicó.

Nadiia y su esposo se mudaron en varias ocasiones antes de establecerse en Bucha, un pequeño pueblo a 30 kilómetros de Kiev que en días pasados ha llamado la atención del mundo debido a impactantes imágenes de cuerpos que yacían en las calles. En 2014 y 2015, Bucha fue un lugar de acogida para muchas otras personas desplazadas del este de Ucrania, quienes se beneficiaban de costos de renta más bajos y de las oportunidades laborales que ofrecía la cercanía a la capital.

No obstante, cuando iniciaron los bombardeos en Bucha poco después de que comenzó el conflicto actual, Nadiia tuvo que huir nuevamente porque su casa sufrió daños irreparables. Ahora, espera usar su propia experiencia para ayudar a otras personas que han sido desplazadas por primera vez.

“Sabiendo qué significa ser desplazada, puedo ofrecer mi apoyo y consejo a otras personas”, comenta. “Logramos superar las consecuencias del primer desplazamiento. Nos llena de esperanza que lograremos superar también el segundo. Pero, aun con la experiencia y el conocimiento, la situación es difícil y dolorosa. El estrés está siempre ahí, minuto a minuto”.

Donar