Doy la cara por ellos: María Mercedes Coroy

María Mercedes da la cara por Cecilia para que pueda contarnos su historia.

 

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María Mercedes Coroy es una actriz maya Kaqchikel originaria de Guatemala. De pequeña participó en obras de teatro y bailes populares locales, pero tuvo que interrumpir sus estudios para ayudar a su madre a vender frutas y verduras.

A la edad de 17 años, reanudó sus estudios y fue elegida para el papel principal en la película Ixcanul. Desde entonces, ha participado en diversos proyectos, como Bel Canto junto a Julianne Moore, y la serie mexicana Malinche.

Mi nombre es Cecilia, soy de El Salvador y tengo 45 años.

A mí no me importaba vivir rodeada de la violencia de las pandillas. Desde chico uno entiende la naturaleza de su país y aprende a vivir luchando y sobreviviendo. Sin embargo, llegamos a un momento en el que hacer la vista a un lado ya no era suficiente. No sólo había aumentado la violencia, y las balas se habían convertido en una actividad cotidiana, sino que estaban metiéndose con mi familia y ni mis hijos ni yo teníamos la culpa.

La familia comenzó a envenenarse por un sobrino que se involucró con la pandilla del bando contrario a los que controlaban mi barrio. Uno de mis hijos comenzó a ser perseguido por su lazo con su primo y era acusado de ser poste (una de las personas que monitorean si viene la policía). Mi otro hijo estaba siendo acosado, para formar parte de la pandilla local y a mi hija la amenazaron diciendo:

“Si no vas a ser nuestra, no vas a ser de nadie.” 

Vivíamos con terror, porque poco a poco la situación pasó del acoso a la amenaza y constantemente les decían a mis hijos que o se unían o los mataban. La situación llegó al punto en el que un grupo armado interrumpió el velorio de mi madre para dejarnos saber que estábamos siendo observados. 

Eso ya no era vida. Me sentía en un callejón sin salida, porque no había mucho que hacer. O los denunciaba y provocaba su venganza, o huía y escondía a mis hijos y provocaba sus sospechas.  

Desesperanzada por el temor de perder a mi familia, comencé a explorar cualquier opción que nos pudiera ofrecer un poco más de dignidad y recordé a un amigo que vivía en Guatemala. Ese sería el primer paso para poner a salvo a mi familia. 

Aunque ya tenía un plan para huir, las pandillas aceleraron todo, ya que un día en la madrugada intentaron entrar en nuestra casa mientras gritaban que mi hijo debía unirse o que todos moriríamos. El tiempo se detuvo. Yo temblaba y abrazaba a mi hijo. Una pared nos separaba de un grupo de personas que tenían bien claro que nuestra vida no tenía valor alguno. 

En ese momento buscamos nuestros papeles,y empacamos lo más que pudimos, eran las tres de la mañana. Con la ayuda de algunos vecinos, nos escabullimos por la colonia sin hacer el menor ruido. Mi hijo menor no paraba de llorar y me dijo “‘ya nunca vamos a regresar, mami. Ya nunca voy a volver a ver a mi papá porque si nosotros regresamos, aquí nos van a matar’.

Fue muy duro. Nunca pensé que algún día tendría que abandonar mi país.

Los nombres mostrados en esta historia fueron cambiados para proteger la identidad de las personas desplazadas que forman parte de ella.


Ahora que ya conoces la historia de Cecilia, es momento de que la compartas.

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