La programadora haitiana a la que la tecnología le cambió la vida en Argentina
Snyre empezó a estudiar online, en plena pandemia, casi al mismo tiempo que fue madre. Hoy domina el lenguaje de la tecnología y se proyecta como desarrolladora.
BUENOS AIRES, Argentina – Cuando Snyre llegó a Argentina desde su Haití natal, en 2018, no sabía más que tres o cuatro palabras de español. Cuatro años más tarde, no sólo domina el idioma de Cervantes, sino que se ha aprendido otra lengua todavía más difícil: el lenguaje de la tecnología, que le ha permitido proyectarse ahora como desarrolladora.
“Es como aprender un idioma nuevo. Siempre tienes que actualizarte, porque siempre habrá un lenguaje nuevo. El mundo de la tecnología es siempre actualización”, explica Snyre, de 26 años, a quien las películas de Hollywood y las series que veía en distintas plataformas le despertaron el interés por el tema de la tecnología.
“En las películas y en las series siempre me encantaban las partes donde las personas dominaban el mundo de la informática”, cuenta. “Esa fue una de las cosas que me hicieron amar la programación”.
La oportunidad de meterse a fondo en ese mundo que le interesaba en las pantallas surgió al poco tiempo de llegar a Buenos Aires, en plena pandemia de COVID-19. Un día, su marido, Jackson, quien se había instalado en Buenos Aires un año antes, le envió una convocatoria dirigida a mujeres migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo que quisieran estudiar programación. El programa estaba patrocinado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, la empresa de cosméticos francesa L’Oréal y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Snyre no dudó: completó las pruebas y se inscribió. Dos días después de comenzar el curso, dio a luz a su primera hija, Lisa.
El programa se llevó a cabo a través de una serie de talleres que se realizaron de manera virtual. El curso implicó un estrecho seguimiento de las participantes. Se llevaron a cabo instancias de nivelación con el fin de ofrecer más oportunidades a las participantes, y hasta se proporcionaron equipos informáticos a siete de ellas. Mientras aprendía a ser mamá, Snyre también se armaba de paciencia para leer y descifrar códigos. Sus esfuerzos valieron la pena: Ahora habla con una fluidez que impresiona sobre los distintos lenguajes de la programación, como JavaScript, HTML, CSS.
Ahora, la dura realidad que enfrentaba a diario en Haití le parece muy lejana, aunque todavía se inquieta mucho al recordar el terremoto de 2010 que dejó 310 mil personas fallecidas, 680 mil desplazadas internas, y una infraestructura básica colapsada, empezando por el suministro de agua potable y luz.
“Es como una revolución mostrar que las mujeres también podemos hacer esto”.
“Estaba en la escuela, y se cayó. No podía salir. Casi muero”, recuerda Snyre, quien tenía 12 años en aquella época. “Me salvaron algunas personas, fue duro”. Uno de los aspectos más despertantes de ese día tan terrible fue la incertidumbre sobre su familia. “La comunicación se cayó. No sabíamos si ella (mi mamá) o mi papá, o mi hermana estaban vivos”, recuerda con emoción. “Mi mamá estaba sola en ese momento, y se lastimó. Mi hermanita también”.
La inseguridad empeoró después del terremoto, con peleas entre pandillas por parcelas de poder que generaban un clima de hostilidad hacia la población civil: “Hay dos grupos que siempre se pelean entre ellos por el territorio. Cuando dicen que hacen la paz, un mes después vuelven a pelear”, dice.
Tras un principio un poco difícil –añoraba mucho a los familiares que había dejado en Haití – Snyre encontró su pasión profesional gracias al taller de ACNUR.
El curso le hizo pensar en la ausencia de mujeres desarrolladoras y su contracara: el estereotipo que asocia el mundo de la tecnología a los hombres. “Es como una revolución mostrar que las mujeres también podemos hacer esto”, dice, mientras apunta a una acuarela que tiene colgada en la pared del apartamento donde vive con Jackson y Lisa. Es una obra de María Remedios del Valle, una de las mujeres que luchó en las guerras de la independencia argentina, lo que le valió el tratamiento de “capitana” y de “Madre de la Patria”.
“La tengo ahí para que Lisa sepa que las mujeres negras podemos hacer lo que sea”, señala. Lisa suelta una sonrisa. La pequeña acababa de despertar de la siesta.
Snyre se encuentra finalizando su formación como programadora. Junto a ella, otras 101 mujeres cursaron durante el 2021 la iniciativa “Nosotras conectadas”. Unas 43 cursaron el programa de Marketing Digital, y 59 el de Programación. La capacitación fue llevada adelante por la Subsecretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, a través de la Dirección General de Colectividades, junto a Asociación Civil Diagonal, con el apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y L’Oréal.