La instalación de retretes en los albergues impulsa la salud y la seguridad de las personas refugiadas
En el este de la República Democrática del Congo, personas refugiadas procedentes de Burundi reciben ayudas en efectivo para construir casas y retretes, fomentando así el acceso a un mejor saneamiento.
La refugiada burundesa Aisha posa con su familia junto al retrete que han construido en el asentamiento de Mulongwe, República Democrática del Congo.
© ACNUR/Sanne Biesmans
Aisha y su marido Matias, se apoyan contra la pared de barro de la casa que se han construido en el asentamiento de Mulongwe, en la provincia de Kivu Sur (República Democrática del Congo).
La pareja, que se conoció en Congo tras haber huido del conflicto en Burundi en 2017, ha levantado su hogar –y lo que es más importante, un retrete– con el dinero que han recibido de las intervenciones mediante ayuda en efectivo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados: el programa de ayudas en efectivo para construir viviendas.
“No fue fácil ya que no era posible usar los mismos materiales que en Burundi, pero no se puede vivir sin un retrete”, dice Matias.
Incorporar un retrete al complejo aporta importantes beneficios para la salud y la seguridad de las personas refugiadas. Limita la contaminación medioambiental, reduce la transmisión de enfermedades transmisibles como la diarrea y hasta disminuye el riesgo de sufrir agresiones sexuales.
“No se puede vivir sin un retrete”.
Matias añade que improvisó utilizando materiales locales para la construcción del retrete (una letrina de pozo), como ladrillos de adobe hechos con tierra local.
“En lugar de utilizar cemento construimos unos cimientos de madera y los protegimos con una lona impermeable”, explica Matias, que aprendió técnicas de construcción en su Burundi natal.
Las personas refugiadas burundesas tienen la opción de construir sus propias letrinas usando este sistema, que les concede una asignación para comprar los materiales que necesitan para construir sus propias casas y letrinas.
“Al proporcionarles efectivo, estamos concediendo a las personas refugiadas una sensación de orgullo y control”, explica Mariama Ndiaye, oficial asociada de ACNUR para agua y saneamiento (WASH) con base en Baraka.
En torno al 55% de las 7.217 personas refugiadas que han llegado a Mulongwe desde 2017 han construido sus propias letrinas.
Ndiaye añade que todas las personas refugiadas reciben además a su llegada información sobre higiene básica.
“Las concientizamos sobre mejores prácticas en materia de higiene, agua y saneamiento, así como sobre la importancia de usar letrinas”, dice.
ACNUR suministra además agua potable a todas las personas refugiadas del asentamiento, algo de lo que Aisha está especialmente contenta.
“El agua es vida, porque me permite cuidar de mi familia y de mi hogar. Me da dignidad porque puedo mantenerme limpia, también durante la menstruación”, dice. “Si no tenemos acceso a agua potable nos exponemos a infecciones e irritaciones”.
También se alegra mucho de tener su propio retrete.
“Soy consciente de los riesgos derivados de no tener acceso a un retrete, por ejemplo enfermedades transmisibles como el cólera y la diarrea”, dice. “No todo el mundo tiene los mismos estándares de higiene, pero al menos en nuestro barrio todos hemos construido letrinas”.
Hoy es el Día Mundial del Retrete, en el que se hace hincapié en la importancia de este tipo de iniciativas que pretenden ampliar el acceso a saneamiento a personas refugiadas y obligadas a abandonar sus hogares como consecuencia de conflictos.
4.200 millones de personas en todo el mundo viven sin un acceso adecuado a retretes, lo que las coloca en situación de riesgo grave de infecciones y enfermedades transmisibles como el cólera o la diarrea.
“Mis habilidades han resultado muy útiles y he ayudado a construir cinco casas con retrete”.
El Foro Mundial sobre los Refugiados –una reunión de alto nivel que se celebrará en Ginebra los días 17 y 18 de diciembre y que reunirá al sector privado, el sector humanitario, organizaciones de desarrollo y gobiernos– pretende reforzar la respuesta colectiva ante situaciones de refugiados.
Uno de sus objetivos es identificar buenas prácticas que garanticen instalaciones adecuadas de agua, saneamiento e higiene para promover la salud y la supervivencia de las personas refugiadas en campamentos, ciudades y otros entornos.
Afortunadamente, Aisha y su familia tienen buena salud. También están aplicando sus habilidades creativas y de construcción para adaptar el uso de materiales locales y así aumentar su autosuficiencia.
“Mis habilidades han resultado muy útiles y he ayudado a construir cinco casas con retrete”, dice Matias. “Esto nos ha permitido obtener unos ingresos adicionales”.