Rohingyas dicen que la garantía de sus derechos es clave para su retorno a Myanmar
Los refugiados en los campamentos de Bangladesh dicen que no puede haber retornos sin que se aborden antes las cuestiones de ciudadanía, derechos y restitución.
CAMPAMENTO DE KUTUPALONG, Bangladesh – Mohammed*, refugiado Rohingya, dice que no quiere quedarse mucho tiempo en Bangladesh, pero es claro sobre las garantías que necesita antes de considerar llevar a su familia de vuelta a su natal Myanmar.
"Volveremos a Myanmar, pero solo cuando se nos garantice nuestra seguridad y se nos reconozcan nuestros derechos, simplemente como otros grupos étnicos del país", dice.
Este hombre de 43 años y hablar pausado, es uno de los 650.000 refugiados que han huido a Bangladesh desde que estalló la violencia en la zona de Maungdaw, en el estado norteño de Rakhine, hace cinco meses. Estos refugiados han informado de que soldados y turbas atacaron y asesinaron a los vecinos y quemaron sus aldeas.
Mientras que las conversaciones se intensifican ante la perspectiva de la repatriación, los refugiados en el que se ha convertido en el mayor asentamiento de refugiados del mundo, han llevado a cabo una serie de manifestaciones en la última semana. Su mensaje es claro: no puede haber retornos sin que se aborden las cuestiones de ciudadanía, derechos y restitución.
"Hemos mostrado nuestra voz. Conocen nuestras opiniones", dice Mohammed, uno de los organizadores de la protesta. "Tenemos una petición con 20.000 firmas con nuestras demandas sobre la repatriación que hemos enviado a las autoridades".
"Volveremos a Myanmar, pero solo cuando se nos garantice nuestra seguridad, y se nos reconozcan nuestros derechos."
Se están celebrando conversaciones entre el gobierno de Bangladesh y el de Myanmar sobre las modalidades de repatriación, incluso cuando siguen llegando refugiados a Bangladesh, aunque a un ritmo mucho menor que en las primeras semanas de la crisis.
ACNUR, que no interviene en los preparativos bilaterales, ha avisado que cualquier decisión de retornar debería basarse en la decisión informada y voluntaria de los refugiados. Si bien actualmente la Agencia de la ONU para los Refugiados no tiene acceso a ninguna zona de retorno, cree que las condiciones en el estado de Rakhine aún no son las adecuadas para el retorno seguro y sostenido de los refugiados.
Las conversaciones, en las que no intervienen los refugiados, les han causado una enorme ansiedad, ya que no han sido consultados ni han recibido ninguna información sobre el plan. Algunos de ellos se oponen rotundamente al retorno.
"¿Cómo podemos volver? Es como enviarnos de vuelta para que nos maten allí", dice Fatima*, que tiene cuatro hijos y que huyó del pueblo de Andang, en Maungdaw. Alzando la voz con pasión, continúa: "Es mejor que nos maten. Si morimos aquí, en Bangladesh, por lo menos podemos tener un entierro religioso adecuado en nuestro país, no podemos".
Otros recurren a lecciones de la Historia. Abdullah*, de 52 años, explica cómo le han obligado a huir de su país a Bangladesh tres veces: la primera, en 1978, cuando era un chico, y otra vez en 1991.
"Pasé tres años aquí, pero me avine a volver a Myanmar, de forma voluntaria, en 1993. Estaba preocupado por mi propiedad y mi granja", recuerda, hablando en un pequeño albergue hecho de bambú en el superpoblado campamento de refugiados de Kutupalong.
Pero las causas profundas que le obligaron a huir no se habían resuelto. "Mi esperanza de tener una vida mejor se esfumó después de dos años, cuando la situación empeoró. Vimos todo tipo de torturas, trabajos forzados y operaciones militares. Nos quitaron nuestra tierra, nuestras cosechas, nuestro ganado. Nos amenazaron y golpearon".
Arrepintiéndose de su decisión previa de volver, Abdullah es categórico y dice que solo considerará volver a casa esta vez si se dan cambios fundamentales. Estos cambios incluyen obtener derechos ciudadanos y una solución para su estatus legal, recibir garantías de que se respetará su seguridad y protección a su retorno. Son muchas las voces que reclaman la presencia de ACNUR – e incluso de las fuerzas de paz de la ONU – para supervisar la situación y proporcionar protección. También quieren ayuda para reconstruir sus hogares, recuperar su tierra y acceder a servicios básicos.
"Quiero libertad de movimientos y desempeñar una parte activa en la vida diaria. Quiero acceso a todos los servicios."
Nurul*, un joven de 22 años, procedente de Mijjali Para en Maungdaw, vende verduras en un puesto improvisado al lado de la carretera. Él también es muy claro sobre lo que quiere. "Huimos para salvar la vida. Quemaron mi casa", explica. "Si vulevo, quiero que se reconozca mi identidad Rohingya tal cual es, por parte de cualquier grupo étnico. Quiero libertad de movimiento y desempeñar una parte activa en la vida diaria, quiero acceso a todos los servicios, como un ciudadano normal de Myanmar", dice.
ACNUR aboga por el acceso humanitario sin restricciones a zonas de retorno en Myanmar para evaluar la situación y ayudar en los esfuerzos de reconstrucción. La Agencia también está urgiendo a las autoridades a implementar de inmediato las recomendaciones de la Comisión consultiva de Rakhine, que incluyen asegurar la paz y la seguridad para todas las comunidades del estado de Rakhine, reduciendo las divisiones entre comunidades y buscando soluciones para el estatus de ciudadanía de las comunidades musulmanas.
Mohammed lo resume de manera sencilla: "Nosotros somos humanos y ellos son humanos. Nosotros debemos tener los mismos derechos".
Su apoyo es necesario urgentemente para ayudar a los niños, mujeres y hombres refugiados en Bangladesh. Por favor, done ahora.
*Los nombres se han cambiado por razones de seguridad.
Por Caroline Gluck
Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.