La escasez de lluvias en el norte de Camerún provoca conflictos y desplazamientos

Los peores enfrentamientos intercomunitarios nunca vistos en la región del Extremo Norte de Camerún fueron desencadenados por los intentos de adaptación al cambio climático.

Los pescadores echan sus redes al río Logone, que forma la frontera entre Camerún y Chad. La escasez de lluvias ha reducido el río y los estanques temporales de los que dependen los pescadores y agricultores.
© ACNUR/Sylvain Cherkaoui

A más de 7.000 kilómetros de Glasgow, donde los líderes mundiales se reúnen para abordar la crisis climática, Robert Mati, de 62 años, todavía se recupera de un conflicto relacionado con el clima que tuvo lugar en su pueblo de la región del Extremo Norte de Camerún hace dos meses.


Caminando inestablemente entre las ruinas de su casa quemada, Mati, murmura: “Nos tienen, nos tienen”.

“Ellos” son los ganaderos árabes chadianos. Su relación con los pescadores y agricultores Musgum, el grupo étnico al que pertenece Robert, se han deteriorado a medida que las lluvias han disminuido en la zona de inundación de Logone-Birni, secando los ríos y estanques temporales de los que ambas comunidades dependen para sus medios de vida.

Los Musgum han respondido cavando vastas zanjas para retener el agua – y los peces – en la temporada seca. Pero estos profundos depósitos tan necesarios para los Musgum, crean trampas mortales para el ganado de los ganaderos árabes chadianos. Los animales se deslizan por las empinadas laderas, se rompen las patas y a veces se ahogan.

Fue uno de estos ahogamientos el que desencadenó el ataque a Missika, el pueblo de Robert, el 10 de agosto.  “Los pastores Choa vinieron a llenar los agujeros que habíamos cavado”, comenta. “De hecho, querían que llenáramos los agujeros el mismo día. Si no lo hacíamos, estábamos muertos, dijeron”.

Los enfrentamientos que siguieron entre ganaderos y pescadores dejaron 45 personas muertas y 74 heridas. Diecinueve pueblos fueron incendiados y más de 23.500 personas se vieron forzadas a huir.

Inicialmente, 13.000 personas huyeron a través del río Logone hacia Chad. Dos meses después, 4.000 han regresado, mientras que cerca de 9.000 se han quedado en Chad. En colaboración con otras agencias de la ONU, ONG socias y las autoridades chadianas, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, les está proporcionando refugio, atención de salud y otras necesidades básicas.

“No quiero regresar hasta que se restablezca la paz de verdad”.

Assiam Yere, una refugiada musgum de 55 años en Chad, cuenta que vio cómo mataban a nueve jóvenes de su comunidad frente a sus ojos. “Estoy traumatizada y no quiero regresar hasta que se restablezca la paz de verdad”, asegura.

Por ahora, en el Extremo Norte de Camerún reina una precaria calma. Las autoridades camerunesas han organizado varias reuniones entre los líderes de las dos comunidades, que firmaron un acuerdo de paz informal el 14 de agosto. Todas las 12.500 personas que huyeron de los enfrentamientos de agosto y se quedaron en el país han regresado desde entonces a sus casas, aunque muchas de ellas siguen temiendo un recrudecimiento de la violencia.

“Actualmente, todo el mundo tiene miedo. Por la noche, cuando estás en la cama, no puedes dormir”, comparte Issa Mahmat, un aldeano árabe de Choa de 45 años que regresó a su casa hace unas semanas.

Su pueblo, localizado a pocos kilómetros de Missika, también quedó parcialmente destruido. No quiere guardarles rencor a sus vecinos, pero reconoce que la raíz del problema no ha desaparecido.

“Encontrar agua se ha vuelto muy difícil. Tenemos que cavar y utilizar motobombas para extraerla de abajo de la zona de inundación”, explica.

  • Robert Mati inspecciona los daños que sufrió su pueblo tras ser atacado e incendiado durante los enfrentamientos con la comunidad árabe de Choa.
    Robert Mati inspecciona los daños que sufrió su pueblo tras ser atacado e incendiado durante los enfrentamientos con la comunidad árabe de Choa.  © ACNUR/Xavier Bourgois
  • Las zanjas excavadas por la comunidad Musgum para retener el agua para la pesca y la agricultura crean trampas para el ganado de los ganaderos árabes chadianos, lo que causa conflicto entre las dos comunidades.
    Las zanjas excavadas por la comunidad Musgum para retener el agua para la pesca y la agricultura crean trampas para el ganado de los ganaderos árabes chadianos, lo que causa conflicto entre las dos comunidades.  © ACNUR/Xavier Bourgois
  • Pescadores echan sus redes al río Logone, atravesado por miles de personas que huyen de los violentos enfrentamientos en el norte de Camerún a principios de agosto.
    Pescadores echan sus redes al río Logone, atravesado por miles de personas que huyen de los violentos enfrentamientos en el norte de Camerún a principios de agosto.  © ACNUR/Xavier Bourgois
  • Una ganadera cuida de su ganado en la región chadiana de Chari Baguirmi, a la que llegaron en agosto unas 11.000 personas que huían de los enfrentamientos en Camerún. Dos meses después, quedan cerca de 9.000 de ellas.
    Una ganadera cuida de su ganado en la región chadiana de Chari Baguirmi, a la que llegaron en agosto unas 11.000 personas que huían de los enfrentamientos en Camerún. Dos meses después, quedan cerca de 9.000 de ellas. © ACNUR/Sylvain Cherkaoui
  • Remadji Ngarone, Oficial Asistente de Protección de ACNUR, habla con personas refugiadas camerunesas en el pueblo de Ngama-Kotoko, en Chad.
    Remadji Ngarone, Oficial Asistente de Protección de ACNUR, habla con personas refugiadas camerunesas en el pueblo de Ngama-Kotoko, en Chad.  © ACNUR/Sylvain Cherkaoui

La región del Sahel se ha visto muy afectada por el cambio climático. Las temperaturas aumentan 1,5 veces más rápido que la media mundial y la ONU calcula que el 80 por ciento de las tierras de cultivo están degradadas.

“No conozco la causa del cambio climático, pero tenemos que adaptarnos para retener la pesca durante la temporada seca”, explica Assiam Yere, un refugiado Musgum. “El rendimiento de nuestros cultivos es realmente insuficiente”.

Además de su preocupación por la seguridad, el escaso rendimiento de sus tierras es otra de las razones por las que pospone su regreso a casa. La mayoría de las personas refugiadas comparten su temor de pasar hambre si regresan, sobre todo porque sus cultivos se han descuidado desde que huyeron.

En este caso, el cambio climático es tanto la causa principal del desplazamiento como un factor clave que impide el regreso.

“Solía haber mucha agua... pero ya no”.

“Este año no hay nada verde”, señala Aboukar Mahamat, Coordinador de la ONG camerunesa, Alianza para el Desarrollo de la Educación Ambiental. “Hay decenas de pueblos en Logone-Birni donde la gente no ha cosechado nada, ya sea arroz, maíz o semillas de mijo”.

Añade que grandes grupos de ganaderos que normalmente permanecen en la cuenca del lago Chad han llegado este año a la zona de inundación de Logone.

“Este año y en los próximos, podemos esperar tensiones en torno a las superficies de agua y zonas de inundación, ya que todo el mundo converge ahí”, predice.

“La tragedia de Logone-Birni ilustra lo que podría ser una realidad a una escala mucho mayor en las próximas décadas si no se hace nada para frenar la corriente”, afirma Olivier Beer, Representante de ACNUR en Camerún. “Hay que analizar la influencia del clima en los conflictos y acordar medidas con los actores de desarrollo que operan en la región”.

ACNUR celebrará próximamente dos foros de paz que reunirán a miembros de las comunidades Musgum y Choa, y a las autoridades para promover la convivencia pacífica.

Pero por ahora no hay ningún plan viable para devolver el agua a la zona de Logone-Birni.

“Solía haber mucha agua, agua para todos, pero ya no”, recuerda Ousman Mazoumai, Jefe de la aldea de Missiska. “Solo Dios sabe por qué”.

Información adicional de Moise Amedje Peledai y Helen Ngoh Ada en Camerún, y Sylvain Cherkaoui en Chad.