Brechas críticas en la educación de los refugiados: Dos tercios de la juventud refugiada podría no llegar nunca a la escuela secundaria

Estudiantes en una clase de ciencias en la escuela secundaria St. Michaels en el campamento de refugiados de Tongogara, en Chipinge, Zimbabue, el 26 de abril de 2021.

Estudiantes en una clase de ciencias en la escuela secundaria St. Michaels en el campamento de refugiados de Tongogara, en Chipinge, Zimbabue, el 26 de abril de 2021.  © ACNUR/Zinyange Auntony

Teniendo en cuenta que los índices de matriculación escolar y universitaria siguen en niveles sumamente bajos, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, pide un esfuerzo internacional para garantizar el acceso a educación secundaria para la niñez y la juventud refugiadas.

Este llamamiento se produce en el marco del lanzamiento del Informe sobre Educación de ACNUR para el año 2021, que lleva por título Manteniendo el rumbo: Los desafíos que enfrenta la educación de las personas refugiadas. El informe pone de relieve las historias de jóvenes refugiados de todo el mundo que intentan seguir aprendiendo en un momento de alteración sin precedentes de la educación a causa de la pandemia de COVID-19.

Asistir a la escuela secundaria debería ser sinónimo de crecimiento, desarrollo y oportunidades. Además, la educación secundaria aumenta las oportunidades laborales y fortalece la salud, la independencia y el liderazgo en jóvenes en situación de vulnerabilidad, quienes tendrán menos probabilidades de caer en la explotación infantil.

Sin embargo, de acuerdo con los datos que ACNUR obtuvo en 40 países, la tasa bruta de matriculación de personas refugiadas en educación secundaria en el curso 2019-2020 apenas llegó al 34%. Casi en todos los países, la tasa está por debajo de la de los niños y niñas de las comunidades de acogida.

Es probable que la pandemia haya socavado aún más las oportunidades educativas de las personas refugiadas. La COVID-19 ha causado alteraciones en la vida de todos las niñas y niños; sin embargo, en el caso de la juventud refugiada, -que ya tiene que superar obstáculos considerables para tener acceso a la educación-, la pandemia podría dar al traste con todas las esperanzas de recibir la educación que necesitan. 

“Los recientes avances que se habían logrado en la escolarización de la niñez y juventud refugiadas se ven ahora amenazados”, dijo Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.

“Afrontar este desafío requiere un esfuerzo titánico y coordinado; se trata de una tarea que no podemos permitirnos el lujo de eludir”.

ACNUR pide a los Estados que garanticen el derecho de todos los niños y niñas, incluidos los refugiados, a tener acceso a educación secundaria. Asimismo, ACNUR hace un llamamiento para que los Estados garanticen que la niñez refugiada se integre en los planes y sistemas educativos nacionales.

Además, los Estados que acogen a grandes números de personas desplazadas requieren asistencia para hacer frente a la situación; concretamente, apoyo para construir más escuelas y contar con materiales de aprendizaje apropiados, formación del cuerpo docente en materias específicas, apoyo e instalaciones para las adolescentes, e inversión en tecnología y conectividad para acabar con la brecha digital. 

Los datos también muestran que, entre marzo de 2019 y marzo de 2020, la tasa bruta de matriculación de personas refugiadas en enseñanza primaria se situó en el 68%.

En cambio, la matriculación en educación superior alcanzó el 5%, es decir, dos puntos porcentuales más que el año anterior, lo cual constituye un cambio trascendental para miles de personas refugiadas y sus comunidades. Se trata de un aumento que llena de esperanza y motivación a la juventud refugiada que debe superar un sinfín de desafíos para tener acceso a la educación.

Sin embargo, estas tasas siguen siendo bajas en comparación con las cifras a nivel mundial. En ese sentido, en caso de que no haya un aumento sustancial en el acceso a la educación secundaria, será difícil alcanzar el objetivo 15/30 fijado por ACNUR y sus socios: es decir, lograr el 15% de las personas refugiadas matriculadas en educación superior para 2030.

 

 

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