El cambio climático es una emergencia que atañe a todas las personas en todo el mundo
La devastadora fusión entre conflicto y cambio climático está provocando desplazamiento y precariza aún más la vida de las personas que se ven obligadas a huir.
Previo a la COP26, gran parte de la conversación ha girado en torno a predicciones sobre el futuro y los compromisos venideros para que se emprendan acciones más contundentes: neutralidad de carbono hacia 2030 y cero neto hacia el 2050.
Sin embargo, el cambio climático ya es una realidad cotidiana para millones de personas en el mundo.
Noventa por ciento de las personas refugiadas bajo el mandato de ACNUR provienen de países que están sufriendo los estragos de la emergencia climática; lo mismo ocurre con el 70% de las personas desplazadas al interior de sus países a causa de conflictos y violencia.
Estas personas son vulnerables no solo a condiciones climáticas extremas, como ciclones e inundaciones, sino también a la desaparición de sus medios de vida como resultado de sequías y desertificación.
Desde Burkina Faso hasta Bangladesh, desde Afganistán hasta Mozambique, el cambio climático está aumentando los índices de pobreza, inestabilidad y movilidad humana; asimismo, está alimentando tensiones y competencia para obtener recursos que empiezan a escasear.
Las personas que huyeron en algún momento deben hacerlo nuevamente debido a brotes de violencia y condiciones climáticas extremas. No obstante, incluso si se restaura la paz, las personas desplazadas no podrán volver si las áreas donde se encuentran sus hogares se tornan inhabitables debido a sequías, inundaciones o el aumento de los niveles del mar.
Estamos en presencia de la devastadora fusión entre conflicto y cambio climático, la cual está provocando desplazamiento y precariza aún más la vida de las personas que se ven obligadas a huir.
Algunos de los países más vulnerables al cambio climático se encuentran sumidos en conflictos y devastación desde hace décadas.
En Afganistán, uno de los países más frágiles del mundo que sufre los estragos de un conflicto que inició hace cuatro décadas, las consecuencias del cambio climático son profundas para quienes apenas pueden hacerles frente. ACNUR ha colaborado con Afganistán desde hace más de cuarenta años. Yo mismo trabajé en el país por varios años. El prolongado conflicto ha tenido un efecto irreversible: la población no solo se ha visto obligada a abandonar el país, sino que también se ha dado el desplazamiento interno.
Incluso antes de los acontecimientos recientes que llevaron a la economía al borde del colapso, la interminable sequía se tradujo en dificultades para que las familias lograran sostenerse. Si la situación humanitaria continúa deteriorándose, inevitablemente habrá más desplazamiento en un país donde 665.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares tan solo este año.
Para el público lector en países más acaudalados, estos hechos pueden parecer un problema distante y ajeno. Sin embargo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) alertó en agosto que los cambios irreversibles que se están viendo en el clima pueden sentirse en toda la región. Tan solo este año, más de 200 personas murieron en Europa a raíz de devastadoras inundaciones; del mismo modo, ha habido muertes por olas de calor en Canadá y los incendios descontrolados han arrasado con Siberia, el Mediterráneo, y las costas al oeste de Estados Unidos y Canadá.
El mundo finalmente está despertando ante el hecho de que el cambio climático es una emergencia que atañe a todas las personas, sin importar dónde se encuentren. Sin embargo, la dura realidad es que quienes menos han contribuido al cambio climático son quienes más están padeciendo sus consecuencias.
Si algunas de las naciones más prósperas y desarrolladas han enfrentado dificultades al ayudar a sus poblaciones a adaptarse y recuperarse de condiciones climáticas cada vez más impredecibles, ¿qué pueden hacer países como Mozambique? Mozambique es un país en vías de desarrollo en el que violentos ataques han desplazado a más de 730.000 personas. Al mismo tiempo, la población hace lo posible por recuperarse de una serie de ciclones, incluido el ciclón Idai, que golpeó en marzo de 2019 y fue una de las peores tormentas de las que se tiene registro en el hemisferio sur.
Mientras más retrasemos las acciones mundiales y el apoyo a países como Mozambique para que puedan mitigar los efectos del cambio climático, las consecuencias serán peores.
Se estima que, si no se emprenden acciones climáticas ambiciosas y contundentes, el número de personas que requerirá asistencia humanitaria por desastres podría llegar a 200 millones por año en 2050; es decir, el doble de la cifra actual.
¿Qué podemos hacer y qué estamos haciendo al respecto?
ACNUR opera en más de 130 países y cuenta con setenta años de experiencia en la protección de personas desplazadas. En ese sentido, la agencia emplea su experiencia y sus conocimientos para ayudar a los países con recursos y medios limitados a prever y responder mejor al desplazamiento causado por desastres. En lugares donde las personas han sido desplazadas, ACNUR las ayuda a prepararse y adaptarse al cambio climático.
Por ejemplo, en Bangladesh, ACNUR y sus socios han ayudado a las personas rohingyas refugiadas a disminuir el riesgo de derrumbes e inundaciones durante la temporada de lluvias mediante la plantación de árboles de rápido crecimiento para estabilizar las laderas, proporcionar fuentes de energía para cocinar alternativas a la leña y capacitar a personas refugiadas voluntarias como agentes de respuesta inicial.
- Ver también: ACNUR: Se requieren acciones urgentes para mitigar el impacto climático en las personas desplazadas
ACNUR está listo para ampliar el alcance de su respuesta, pero necesita ayuda para lograrlo. Algunas de las soluciones son financieras; otras, técnicas. De cualquier forma, la mayoría de ellas vendrá de las comunidades más afectadas por la emergencia climática. Sus voces se escucharán en la COP y en otros espacios. Estas comunidades cuentan con conocimientos generacionales y soluciones ancestrales de gran valor y utilidad.
El costo humano del cambio climático se hace patente. Si no nos esforzamos lo suficiente por detener el calentamiento global y por reducir las emisiones drásticamente, corremos el riesgo de que el contexto en el que ACNUR opera hoy en día se convierta en una realidad generalizada.
Las generaciones más jóvenes luchan legítimamente por sus derechos humanos presentes y futuros. Los compromisos no bastan: es necesario emprender acciones y asumir responsabilidades.
El escrito fue publicado originalmente por Al Jazeera el 5 de noviembre de 2021.