¿Mi consejo para la juventud refugiada de Ucrania? Aprecia lo que tienes
En Odesa, la adolescente Daria solía preocuparse por las tareas escolares y sus relaciones con su familia y sus amistades. Después de huir del conflicto, insta a otras personas de su edad a no preocuparse por las cosas pequeñas.
Daria, de 15 años, canta una canción tradicional de su país natal, Ucrania, en el alojamiento de su familia en Chisináu, Moldavia.
© ACNUR/Andrew McConnell
En las primeras semanas del conflicto ucraniano, el mundo de Daria Nastasiuk, de 15 años, dio un vuelco cuando la despertaron las explosiones cerca de su casa en Odesa y su madre le dijo desesperadamente que tenían que escapar.
Con ocho personas apretujadas en su vehículo familiar, pasaron más de 24 horas en carreteras saturadas de miles de personas que huían antes de llegar a la cercana frontera con Moldavia y ponerse a salvo.
Separada de su padre, sus amistades y su vida familiar, Daria ha vivido durante el último mes con su madre y su hermano pequeño en una residencia universitaria acondicionada por las autoridades como albergue para personas ucranianas en la capital moldava, Chisináu. Ella es una de las más de 460.000 personas refugiadas que han cruzado de Ucrania a Moldavia desde el comienzo de la guerra.
Aquí, Daria reflexiona sobre la reciente transformación de su vida, sus efectos psicológicos y los consejos que daría a otros adolescentes que nunca han tenido que huir de sus hogares. Sus palabras han sido editadas para que sean más detalladas y claras.
Antes de la guerra tenía muchos amigos. Salíamos, hacíamos las tareas juntos, íbamos a casa de alguien a tomar el té y a escuchar música. Simplemente nos divertíamos. El ambiente era tranquilo y pacífico. Todo era perfecto.
Mis mayores problemas entonces tenían que ver con mis estudios, o con las discusiones con mis amigos y mis padres. Ahora me doy cuenta de que no tenía ningún problema serio, solo me preocupaban las cosas pequeñas.
Pero cuando estalló la guerra, hubo un toque de queda y todo el mundo tenía que quedarse en casa, no se podía salir. No hubo clases porque todas las escuelas cerraron.
Nos fuimos al día siguiente de que empezaran las explosiones. Cuando las oí por primera vez, estaba durmiendo. Pensé que alguien quería despertarme para ir a la escuela. En cambio, mi madre me despertó y me indicó que recogiera mis cosas rápidamente. Empecé a correr por la casa para prepararme, y al día siguiente llenamos el auto y nos fuimos.
Tomé algunas cosas como champú y una almohada por si acaso. Traíamos mucha comida porque sabíamos que podía ser un viaje largo. Traje conmigo un juguete, una pequeña jirafa.
Me hubiera gustado llevar más ropa de verano, algunas joyas, más accesorios. Sobre todo, me hubiera gustado llevarme a mis mascotas, mi gato y mi perro, porque los extraño mucho.
[Aquí en Moldavia] tenemos mucho tiempo libre, así que nos sentamos a ver las noticias para ver lo que pasa en Odesa. Nadie puede creer lo que está ocurriendo ahí ahora.
Cuando empezamos a estudiar en línea... comencé a sentirme mejor. Te ayuda a distraerte y las tareas me mantienen ocupada. Como no podemos reunirnos, a veces encendemos las cámaras solo para vernos unos a otros. Todos mis compañeros de clase se fueron a diferentes países como Alemania, Rumanía, Estados Unidos... todos tomaron diferentes caminos.
Estoy en contacto con un amigo de Ucrania que escapó a Alemania con su familia. Hablamos casi todos los días. La mayor parte del tiempo hablamos de la guerra, recordamos los buenos momentos que pasamos e intentamos apoyarnos mutuamente. Estamos preocupados por nuestros otros amigos, y esperamos vernos lo antes posible.
“Nunca imaginé que viviría una guerra”.
Nunca había pensado realmente en las personas refugiadas, porque nunca fue algo que pensara que pudiera pasarnos a nosotros. Nunca imaginé que viviría una guerra y que me encontraría en esta situación.
Para mí, ser refugiada significa tener problemas para conseguir alimentos, un lugar donde alojarse y ropa. También significa tener problemas psicológicos.
Estoy segura de que tendré malos recuerdos de lo que ha pasado, aunque no quiera recordarlo. Intentaré encontrar cosas que me distraigan. Lo primero que me gustaría hacer [en Odesa] es ir a la playa con mis padres y mi hermano pequeño. Me meteré al mar y me olvidaré de lo que pasó.
Mi consejo para los chicos de otros países es que aprecien el tiempo que tienen ahora, la tranquilidad y la paz en la que viven, y la alegría de su familia y amigos. No se preocupen por los pequeños problemas de la vida, solo traten de apreciar lo que tienen.
Contado a Charlie Dunmore e Irina Odobescu