La poeta y activista Emi Mahmoud lleva las voces de las personas refugiadas a la COP26
La poeta y Embajadora de Buena Voluntad de ACNUR, Emtithal "Emi" Mahmoud conversó con personas refugiadas de varios países antes de componer el poema que recitará en la reunión de la ONU sobre el cambio climático que se celebra esta semana en Glasgow.
Emi Mahmoud tenía sólo 12 años cuando hizo su primer proyecto científico sobre el cambio climático. Estudió biología y se graduó en la Universidad de Yale, y se siente cómoda hablando lenguaje científico. Pero es la poesía la que ha elegido como vehículo para su activismo a favor de las personas refugiadas, las mujeres y las niñas, y ahora sobre la emergencia climática.
“Aunque podría hablarles a las personas de forma científica o política, al final elijo la poesía porque creo que es la manera más fácil de llegar a la gente y hacer que responda con humanidad”, comenta.
El último poema de Emi, que interpretará en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se celebra esta semana en Glasgow, es una súplica de la Madre Tierra a la humanidad para que repare todo el daño que se le ha infligido y evite el caos climático a las generaciones futuras.
Lo escribió tras largas conversaciones con personas refugiadas que viven en la primera línea del cambio climático y que hacen lo que pueden para adaptarse a un entorno cada vez más duro.
En Bangladesh, habló con Osman, un refugiado rohingya de 21 años que forma parte de un equipo de voluntarios que trabaja para preparar ante ciclones e inundaciones repentinas a quienes viven en los extensos campamentos. Cuando ocurre la catástrofe, evacua a quienes necesitan ayuda para trasladarse a terrenos más altos.
“Le pregunté que si había un mensaje que pudiera enviar a los líderes mundiales, cuál sería”, recuerda Emi. “Me dijo: 'Por favor, ¿podrías recordarles a todos que la crisis climática no es un problema que deba solucionar yo solo?; nos corresponde a todos'".
También habló con dos refugiados nigerianos que participaban en un proyecto para revertir la deforestación que había dejado el campamento donde vivían en Camerún desprovisto de sombra y vegetación.
“Era un entorno muy duro para vivir, pero fueron capaces de provocar un gran cambio en la calidad de vida del campamento”, señala Emi.
La última etapa de sus conversaciones la llevó al campamento de Azraq, en Jordania, donde conoció a refugiados sirios que se dedican a llevar la energía solar al campamento y a capacitar a otras personas refugiadas en métodos hidropónicos para cultivar vegetales en el clima árido.
El mensaje que se desprende de estas conversaciones, menciona, es que las personas refugiadas están innovando para adaptarse a los efectos del cambio climático, pero necesitan más apoyo y recursos para continuar esa labor.
“Si viene una inundación, o un huracán, todos somos iguales”.
Como exrefugiada de Sudán, Emi es muy consciente de las vulnerabilidades superpuestas que afectan a las personas de muchas regiones del mundo.
En su poema, su yo de 11 años observa cómo la casa de su vecino se derrumba en el agua de una inundación en un país “ya sumido en disturbios”.
“Las personas rara vez son vulnerables de una sola manera”, indica. “Es realmente importante reconocer que muchos lugares que se ven afectados por el conflicto, se ven igualmente afectados por el cambio climático”.
Con la presentación de su poema en la COP, Emi espera introducir en los debates las voces de las personas refugiadas, a menudo marginadas.
“Al final, si viene una inundación, o un huracán, todos somos iguales”, expresa. “Deberíamos debatir sobre esto por igual e influir en el cambio de una manera que incluya a todos”.