Solicitantes de asilo se sienten aliviados al salir de Libia hacia Ruanda
Con la reanudación de los vuelos de evacuación a Ruanda después de una suspensión de casi un año debido a la COVID-19, los solicitantes de asilo vulnerables dejan atrás su calvario en Libia.
Tsega, solicitante de asilo de Eritrea, de 28 años, y su hijo, Essey, de seis años, se preparan para tomar un vuelo de evacuación humanitaria desde Libia.
© ACNUR/Caroline Gluck
Cubierta con un velo blanco y manteniendo cerca de sí a su hijo de seis años, la solicitante de asilo eritrea Tsega esperaba para embarcarse en un vuelo que salía de Libia con destino a un lugar seguro, después de un calvario de tres años y medio durante el cual fue mantenida en cautiverio por traficantes y separada de su marido, antes de pasar más de dos años en un centro de detención en la capital, Trípoli.
Tsega, de 28 años, y su hijo fueron finalmente liberados de la detención hace apenas una semana y se encuentran entre un grupo de 79 solicitantes de asilo que fueron trasladados a Ruanda el pasado jueves por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. Estos vuelos de evacuación a Ruanda a través del Mecanismo de Tránsito de Emergencia (ETM, por sus siglas en inglés) se habían suspendido durante casi un año debido a los cierres de fronteras y las restricciones de movimiento relacionadas con la COVID-19.
Mientras esperaba en el centro de registro de ACNUR en Serraj, Trípoli, donde los evacuados recibían documentación, bolsos y refrigerios antes de subir a los autobuses que los llevarían al aeropuerto, Tsega intentó convencerse de que el horror de los últimos años había quedado finalmente a sus espaldas.
“Gracias a Dios lo que ha pasado hasta ahora ha terminado. Las cosas fueron muy difíciles, me enfrenté a muchos problemas, y estoy muy feliz de haber llegado hasta aquí, dejando todo eso atrás”, dijo Tsega.
“La vida en Libia es muy dura, y no es fácil para gente como nosotros sobrevivir”.
Después de que se separó de su marido, él logró escapar de los traficantes que los retenían y cruzó el Mediterráneo hacia Europa para llegar a Bélgica, donde espera que un día ella y su hijo puedan reunirse con él.
“Espero que en el futuro pueda reunirme con mi marido y tener una vida tranquila, una vida mejor para nuestro hijo y un futuro mejor”, dijo Tsega. “Deseo que los gobiernos de todo el mundo puedan ayudar a la gente que está sufriendo aquí. La vida en Libia es muy difícil, nos secuestran, nos venden y otros nos compran; no nos sentimos seguros porque no sabemos a qué nos podemos enfrentar en cualquier momento mientras estamos aquí”.
El grupo de evacuados que salió de Libia el jueves incluía hombres, mujeres, niñas y niños de Eritrea, Sudán y Somalia, muchos de los cuales habían estado detenidos anteriormente y algunos, como Tsega, durante años.
A su llegada a Ruanda, fueron trasladados a un centro de tránsito en Gashora, a unos 60 kilómetros al sur de la capital, Kigali, donde ACNUR proporciona asistencia que incluye alojamiento, comida, agua, atención médica, apoyo psicosocial y cursos de idiomas.
El grupo permanecerá allí mientras se buscan soluciones para ellos, como el reasentamiento, el retorno voluntario a los países de asilo anteriores o a sus países de origen, en condiciones de seguridad, o la integración local junto a comunidades de acogida de Ruanda.
ACNUR expresa satisfacción por la reanudación de los vuelos de evacuación para las personas atrapadas en Libia, sin embargo, el número de plazas disponibles sigue siendo insuficiente. ACNUR instó a más países a participar y ofrecer más plazas para los solicitantes de asilo más vulnerables.
“Estos vuelos de evacuación son un salvavidas para los refugiados y solicitantes de asilo atrapados en Libia”, explicó el portavoz del ACNUR Babar Baloch en una rueda de prensa en Ginebra, el viernes. “A falta de vías legales, personas desesperadas siguen embarcándose en viajes peligrosos por mar, lo que trágicamente provoca incidentes mortales”.
Si no se aumentan las vías legales hacia la seguridad, muchos de los 45.200 refugiados y solicitantes de asilo registrados actualmente con ACNUR en Libia podrían arriesgarse a realizar peligrosos viajes por mar, en los cuales 114 refugiados y migrantes se ahogaron o desaparecieron sólo en la última semana.
“Hemos sufrido mucho. Nos golpearon y torturaron. Te secuestran y te venden”.
Otro de los pasajeros del vuelo de evacuación del jueves era el solicitante de asilo somalí Fawaz, de 21 años, que llegó a Libia con sólo 11 años. Escapó de los traficantes que lo retenían por un rescate. Más tarde, intentó sin éxito la travesía marítima a Europa, tras lo cual fue retenido en el centro de detención de Tajoura, hasta que fue bombardeado el año pasado durante el conflicto en Trípoli.
Durante su fallida travesía marítima, Fawaz conoció a su esposa, Farah, y la pareja ahora tiene un hijo de cuatro meses. Dijo que esperaba que su evacuación marcara un cambio en su suerte y que su hijo, Adnan, tuviera las oportunidades que él no tuvo.
“En los últimos 10 años hemos sufrido, pero esperamos que, después del sufrimiento, ahora llegue el alivio”, dijo Fawaz. “Hemos sufrido mucho. Fuimos golpeados y torturados. Te secuestran, te llevan a un lugar y luego a otro y te venden de una persona a otra”.
“No tuve una educación adecuada, pero espero que mis hijos tengan un mejor futuro y se eduquen”.