"Sentí como si estuviera renaciendo"
Después de crecer como persona apátrida, Yutthachai Jaju ahora está ayudando a acabar con la apatridia en la provincia de Chiang Rai, en el norte de Tailandia.
En diciembre de 2020, había más de 480.000 personas apátridas registradas por el Gobierno tailandés. Tras las reformas de las leyes de nacionalidad y registro civil de Tailandia y la adopción de una estrategia de naturalización progresiva para abordar la apatridia, más de 100.000 personas apátridas han adquirido la nacionalidad tailandesa desde 2008. Las personas que aún se ven afectadas por la apatridia son en su mayoría miembros de minorías étnicas que viven en regiones montañosas quienes no tienen ningún documento de identidad.
Nací en Tailandia y siempre he sentido un apego a Tailandia y al pueblo tailandés. Nunca he vivido en ningún otro lugar. Pero como mi familia era apátrida, yo también era apátrida. No teníamos la nacionalidad tailandesa ni la nacionalidad de ningún otro país.
Soy de etnia lahu. Mi familia es originaria de Mae Hong Son, al norte de Tailandia, aunque nos mudamos a la provincia vecina de Chiang Mai cuando yo era niño. En la parte norte de Tailandia, muchas personas apátridas pertenecen a las etnias lahu, akha y lisu. Al crecer, el Gobierno tailandés me dio un número de identificación de 13 dígitos, pero no la nacionalidad tailandesa.
Me convertí en ciudadano tailandés en la adolescencia, cuando estaba en octavo o noveno grado. Antes de recibir mi nacionalidad, vivía en un estado de preocupación constante. Me asustaba cada vez que veía a los oficiales de policía.
“Me dolió que otras personas pudieran hacer esto y aquello, mientras yo tenía limitaciones en mis derechos”.
También enfrenté problemas en mi educación. Cuando terminé el sexto grado y estaba a punto de ingresar a la escuela secundaria, no pude inscribirme porque no tenía nacionalidad. Le pedí consejo a mi maestra sobre qué hacer. Me aconsejó que le pidiera a mi tío, que era de nacionalidad tailandesa, que hablara a la escuela en mi nombre. Después de que él respondiera por mí, finalmente se me permitió continuar mis estudios.
Me dolió que otras personas pudieran hacer esto y aquello, mientras yo tenía limitaciones en mis derechos, a pesar de que también nací aquí en Tailandia. Sentí que todo era complicado y difícil, y que cualquier cosa que intentara sería bloqueada por obstáculos.
Recuerdo vívidamente ese día en el año 2000 cuando mi padre nos dijo a mis hermanos y a mí que íbamos a recibir la nacionalidad. Todos nos sentimos muy felices y sonreíamos mientras nos dirigíamos a la Oficina del Distrito para obtener nuestros nuevos documentos de identidad tailandeses.
Mi padre había solicitado que toda la familia se convirtiera en ciudadanos tailandeses después de que mi tío había pasado por el proceso. Mis padres no habían intentado solicitar la nacionalidad antes, la importancia de tener oficialmente la nacionalidad no les quedaba clara previo a esto. Tampoco tenían el conocimiento de cómo presentar la solicitud y tuvieron que viajar muy lejos de nuestra casa para presentar los documentos de solicitud.
Cuando me convertí en ciudadano tailandés, sentí que estaba renaciendo, como si estuviera recibiendo una nueva vida. Como persona apátrida, era como estar en un estado de oscuridad, de borrosidad. Después de recibir la nacionalidad tailandesa, sentí que había luz. Sentí que no había más obstáculos en mi camino y comencé a sentirme a gusto dondequiera que fuera.
“Ya no me preocupa que la policía me detenga”.
Desde que obtuve mi documento de identidad tailandés, ya no me preocupa que la policía me detenga. Y en lo que respecta a la educación, los beneficios fueron igualmente claros. Después de completar la escuela secundaria, tuve la oportunidad de obtener un préstamo del gobierno para obtener un título universitario. Si no hubiera tenido la nacionalidad, no habría tenido acceso a este derecho.
Hoy, estoy orgulloso de trabajar como movilizador comunitario en la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciale (ADRA). Alrededor de las áreas donde trabajo en Chiang Rai, hay personas que siguen siendo apátridas.
Un desafío principal es que muchas personas apátridas no tienen información sobre el proceso de solicitud de nacionalidad. Como resultado, no tienen la confianza para ponerse en contacto con las autoridades pertinentes y seguir el proceso ellos mismos.
Aquí es donde intervenimos mis colegas y yo. Apoyamos a las personas apátridas a solicitar la nacionalidad ayudándoles a preparar sus documentos. Las alentamos a que presenten una solicitud de nacionalidad y, si tienen problemas para comunicarse con los funcionarios (como es el caso de algunas personas apátridas mayores, ya que no hablan tailandés con fluidez), las acompañamos a la oficina del distrito y les ayudamos con la interpretación simutánea. Luego damos seguimiento a sus casos.
También tratamos de informar a las personas apátridas sobre los derechos que tienen, por ejemplo, en relación con asuntos importantes como la educación, los viajes y el trabajo.
Aunque persisten desafíos, he visto a través de mi propia experiencia que es posible acabar con la apatridia. Si todos trabajamos juntos, desde el gobierno y la sociedad civil hasta la academia y los medios de comunicación, todos podemos contribuir a resolver este problema. Si colaboramos y tenemos en cuenta que todos tenemos el mismo objetivo, podemos asegurarnos de que nadie quede sin nacionalidad.