Muchas personas apátridas en Reino Unido enfrentan un tortuoso camino hacia el reconocimiento
Un estudio de ACNUR saca a la luz un problema nacional oculto que, a pesar de los avances recientes, todavía afecta a millones de personas en todo el mundo.
LONDRES, Reino Unido – Durante más de siete décadas, a Benjamín le ha faltado algo que la mayoría de la gente da por sentado: una nacionalidad. Nacido en Namibia, en ese entonces parte de Sudáfrica, no adquirió la nacionalidad al nacer porque en ese momento ninguno de sus padres tenía la ciudadanía ni la residencia permanente en el país.
Su madre de origen polaco había emigrado de Europa después de ser liberada de un campo de concentración al final de la Segunda Guerra Mundial. Sus padres finalmente se naturalizaron como sudafricanos, pero Benjamín era un adulto para entonces e inicialmente no sabía que no era ciudadano de Namibia ni de Sudáfrica.
Benjamín, opositor del apartheid, fue encarcelado repetidamente en Sudáfrica antes de huir a Reino Unido en 1973. Fue detenido brevemente, solicitó asilo, pero fue puesto en libertad sin estatus migratorio. Durante años, tuvo miedo de regularizar su estatus en el Reino Unido, temiendo ser deportado a Sudáfrica. Durante ese tiempo, no sabía que era apátrida, pero descubrió que, con el tiempo, su falta de documentación le dificultaba la vida. Quería casarse con una persona de ciudadanía británica, pero no pudo.
Para muchas personas apátridas en el Reino Unido, la búsqueda de reconocimiento y estatus puede ser una lucha prolongada y debilitante. Por mala suerte o por circunstancias, algunas personas en el Reino Unido se encuentran como ciudadanas de ninguna parte. Sin una nacionalidad, luchan durante años o incluso décadas para acceder a los servicios, viajar al extranjero o mantenerse adecuadamente.
“Realmente quiero el sentido de pertenencia”.
En 2013, Benjamín se enteró de que el Reino Unido había introducido un procedimiento de determinación de la apatridia, ofreciendo una ruta para permanecer legítimamente. Fue uno de los primeros solicitantes. En 2014, se le concedió una licencia por apatridia con residencia durante 30 meses. Esto fue renovado en 2016, y en 2019 recibió licencia indefinida para permanecer como una persona apátrida. Finalmente pudo casarse.
Benjamín estaba encantado de ser reconocido. Pero su experiencia fue estresante, costosa y frustrante. Ha tenido dos solicitudes y una revisión judicial rechazada en su afán por convertirse en ciudadano británico. Ahora en sus 70 y con problemas de salud, todavía espera resolver su falta de nacionalidad.
“No puedo imaginar cómo será ser ciudadano, pero me gustaría saberlo antes de morir”, compartió. “Realmente quiero el sentido de pertenencia”.
Muchas personas apátridas en el Reino Unido se enfrentan a obstáculos importantes al tratar de navegar por los procedimientos y sufren períodos prolongados en la incertidumbre, como detalla un nuevo estudio de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, titulado “Soy un humano”.
Las personas entrevistadas hablaron de su frustración y angustia por el largo proceso y las limitaciones que implicaba su falta de estatus. Muchas personas mencionaron un deterioro de salud mental y expresaron su preocupación por la calidad de las revisiones, las dificultades para obtener pruebas, el uso de la detención y el proceso en general.
Uno de los temas que destacó Benjamín fue la dificultad que enfrentan las personas atrapadas en el sistema para trabajar legalmente para mantenerse durante los años sin estatus oficial.
“Algunas personas han tenido el mismo problema durante 20 años. ¿Por qué no emiten un permiso de trabajo que los deje trabajar mientras esperan la documentación?” preguntó.
El Reino Unido es un microcosmos de un problema global que relega a millones de personas a los márgenes de la sociedad, incapaces de ejercer derechos básicos y acceder a servicios. A menudo es una trampa intergeneracional, con muchas niñas y niños nacidos en la incertidumbre.
ACNUR tiene el mandato global de identificar, prevenir y reducir la apatridia, y proteger a las personas apátridas. ACNUR informó que había 4,2 millones de apátridas en 76 países a finales de 2019. Sin embargo, se estima que el número es mucho mayor debido a la falta de datos.
En 2013, ACNUR desarrolló un plan de acción global con los Estados, la sociedad civil y organizaciones internacionales para luchar contra la apatridia, y en 2014 lanzó #iBelong (Yo pertenezco), una campaña para acabar con la apatridia en una década.
Se ha avanzado. Turkmenistán ha introducido recientemente medidas para garantizar que se registre a todas las niñas y niños nacidos en el país. Y el año pasado, Côte d’Ivoire se convirtió en el primer país africano en adoptar un proceso de determinación de la apatridia.
Actualmente, no hay estimaciones precisas del número total de apátridas en el Reino Unido. El procedimiento del Reino Unido ha estado en vigor durante ocho años, pero solo unas 180 personas se han beneficiado. El año pasado, ACNUR en Reino Unido publicó una auditoría llamando la atención sobre las buenas prácticas, así como las preocupaciones en la toma de decisiones y los retrasos en el otorgamiento de licencias.
“Son dos pasos hacia adelante, siempre tres pasos hacia atrás”.
Algunas de las personas apátridas en el Reino Unido se han encontrado sin un estatus oficial por causas ajenas a ellos, víctimas de descuidos o fallas administrativas.
Paul nació en Goa, un ciudadano indio. Sus padres eran ciudadanos británicos de ultramar, una clase de nacionalidad otorgada en circunstancias limitadas a personas relacionadas con antiguas colonias británicas, y su padre posteriormente adquirió la ciudadanía británica completa.
Paul recibió un pasaporte británico en la India en 2007. Creyendo que había adquirido la ciudadanía británica, luego renunció a su ciudadanía india de acuerdo con la ley india. Después de recibir su pasaporte británico, Paul viajó para reunirse con su padre en el Reino Unido. Unos meses más tarde, las autoridades británicas informaron a Paul que su pasaporte había sido emitido por error y que, de hecho, no tenía derecho a la nacionalidad británica. Las solicitudes posteriores para recuperar su ciudadanía india fueron rechazadas.
Positivamente, recientemente obtuvo cinco años de licencia para quedarse después de su segunda solicitud de licencia por apatridia. Hablando antes de eso, describió el impacto del “enredo” burocrático.
“Son dos pasos hacia adelante, siempre tres pasos hacia atrás”, aseguró.