"Hoy comencé un nuevo proyecto. Lo llamaré 'Escritos de un Refugiado'. Escribir me da calma"

En una entrevista con ACNUR, Alejandra compartió extractos de varias de las entradas de su proyecto "Escritos de un Refugiado".

Alejandra, una refugiada salvadoreña en Panamá, encontró un refugio en su nuevo blog "Escritos de un Refugiado" en medio de la pandemia global por COVID-19.
© ACNUR/Cortesía de Alejandra L.

“Escritos de un Refugiado” es un blog en el que Alejandra aprovecha el poder de la palabra escrita para reflexionar sobre eventos pasados ​​que la obligaron a huir de El Salvador y sobre su vida como refugiada en medio de la pandemia mundial. Los extractos de las entradas de su blog están en cursiva, seguidos de las reflexiones de Alejandra, contando su historia en sus propias palabras.


Fragmento de la entrada en el blog del 27 de marzo 2020: Una persona me dijo que llorar no es malo. Que llorar hace liberar el alma… Llora, pero solo por hoy. Mañana vamos a levantar nuestra cabeza, a sonreír, a vivir.

Hace una semana, el gobierno panameño ordenó el cierre temporal de los negocios, excepto los supermercados, farmacias y bancos.

Cuando dijeron cuarentena total me dio miedo.

Estar encerrada, me recuerda cuando me tenían secuestrada. Me hizo revivir momentos difíciles para mí, los tres días más largos de mi vida. Tres días del 2016.

Nunca piensas que algo malo te va a suceder hasta que te pasa.

Estaba camino al dentista. Pasé por una parada de bus que estaba llena de personas. Desde el rabillo del ojo, vi que alguien estaba caminando detrás de mí.

La persona detrás de mí me apuntó con un arma y me dijo que siguiera caminando. Ella dijo que, si gritaba o corría, me mataría. Ella me hizo caminar hacia un auto donde había un hombre detrás del volante. Me golpearon, una, dos…diez veces. El hombre me preguntó dónde estaba mi familia. Él comenzó a conducir. Me llevaron a una casa abandonada. Allí, abusaron de mí.

El 12 de marzo de 2016. Ese fue el día que morí.

(Tres días después) me dejaron al costado del camino, semi desnuda y sangrando. Asumieron que no sobreviviría.

Desperté en el hospital. Recuerdo haber visto a mi madre y la expresión de su rostro. Ella estaba petrificada.

No quería denunciarlo a la policía. Me preocupaba que quienes abusaron de mí descubrieran que sobreviví.

Con mi familia decidimos que lo único que podíamos hacer era irnos. Fingir que efectivamente había muerto. Escapamos a Panamá. Mis familiares celebraron un funeral por mí, el 12 de marzo de 2016. Ese fue el día que morí.

Cuando se declaró la cuarentena de coronavirus en Panamá, hablé con una psicóloga. Ella me dijo que llorar no es algo malo.

Fragmento de la entrada en el blog del 19 de abril de 2020: Miro el reloj cada vez que pierdo la noción del tiempo… No tengo idea qué día es, solo sé que es abril y tengo que elegir entre desayuno, almuerzo o cena. Esto es mi 2020.

El confinamiento total sigue. Solo puedo salir de casa por breves periodos los lunes, miércoles y viernes. Qué manera de comenzar el año.

Antes de todo esto, estábamos mejor. Pagamos todas nuestras deudas y todas nuestras facturas. Mi esposo estaba a punto de comprar un quiosco, para que pudiéramos invertir en la venta de alimentos y refrigerios.

Las personas ricas solo tienen que preocuparse por mantenerse saludables. Pero los refugiados hemos sido muy afectados por el coronavirus. No solo tenemos que preocuparnos por mantenernos saludables, sino también de dónde vendrá nuestra próxima comida.

Para mí, escribir es una forma de sentirse libre.

Fragmento de la entrada del blog del 13 de mayo de 2020: Estar en cuarentena me ha enseñado cosas personales, (algunas como que) una parte de la melancolía es extrañar a un ser querido. Extrañar… se ha convertido en hábito.

Mi hermano sigue en El Salvador, cuidando a mi abuela. Todos los días pienso en ellos. Es un hábito extrañarlos. Mi mente esta allá, en El Salvador.

Recuerdo el trayecto en bus de El Salvador a Panamá. Lloré todo el camino – el día y medio que nos tomó llegar acá. Recuerdo mirar afuera de la ventana del bus y ver el sol caer. Finalmente, me sentí en paz. Estaba respirando. La vida me había dado una segunda oportunidad.

Fragmento de la entrada del blog del 22 de mayo de 2020: Cuántas cosas más nos esperan por aprender.

A mi blog le está yendo bien. Personas de todo el mundo me escriben. Ellos también sienten la necesidad de escribir, de contarme sobre sus situaciones, que a menudo son similares. Les ayuda a expresar lo que sienten.

Para mí, escribir es una forma de sentirse libre.

 

El blog "Escritos de un Refugiado" está en línea aquí.