Solicitantes de asilo en Guatemala pierden su nuevo hogar en tormenta tropical Eta

Ana, su hijo, nuera y tres nietos estaban recomenzando sus vidas tras tener que huir de la violencia en su Honduras natal. Entonces llegó Eta, y la familia tuvo que mudarse nuevamente.

El hijo de Ana* y su esposa han tenido que huir dos veces en menos de un año, pero no pierden la esperanza para el futuro. *Nombre cambiado por motivos de protección.
© ACNUR/Luis Sanchez Valverth

En menos de un año, Ana* y su familia han tenido que dejar su hogar no una, sino dos veces.


Primero, una serie de amenazas de parte de miembros de una pandilla no les dejó otra opción que huir de su Honduras natal. Meses después, en su nuevo país de refugio, Guatemala, la familia no tuvo más remedio que salir de la habitación que tenían alquilada cuando ésta se inundó tras el paso de Eta, una de las dos tormentas tropicales que han provocado daños considerables a lo largo de Centroamérica durante esta temporada de huracanes.

“Nunca pensé que iba a pasar todo esto. Para mí, ha sido inexplicable. No sé cómo expresarme. No hay palabras”, dice Ana, una abuela de 45 años cuya huida también se vio complicada por la pandemia del coronavirus y las restricciones a la movilidad impuestas en la región.

En Honduras, el hijo de Ana, Mario, tenía un taller donde arreglaba electrodomésticos y otros aparatos. Hace unos meses, los pandilleros empezaron a cobrar extorsión – una práctica trágicamente usual en la región. Desde el momento en que comenzó la extorsión, la familia sabía que tenían apenas dos opciones: Pagar o rehusar y huir – a pesar de que, en teoría, las restricciones de movilidad no se los permitiría. Optaron por huir.

“Salimos de madrugada y caminando con miedo. Caminamos como cuatro o seis horas porque no había transporte”.

“Salimos de madrugada y caminando con miedo. Caminamos como cuatro o seis horas porque no había transporte”, recuerda Ana. El resto del camino, consiguieron apoyo de varios transportistas para llegar a la frontera. Pero al llegar, encontraron todo cerrado. “Yo en el apuro no me acordé del problema de la pandemia. Yo lo que quería era sacar a mi hijo”.

Gracias a la intervención de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y entidades de defensa de los derechos humanos, terminaron por poder ingresar a Guatemala y presentar su solicitud para la condición de refugiado.

La familia se estableció en el departamento guatemalteco de Izabal, en el este del país. Mario empezó a tomar algunos trabajos como electricista y Ana se dedicó al comercio informal vendiendo comida. La esposa de Mario y sus tres hijos se quedaron en casa, ya que sus dos niños mayores, de 8 y 6 años, no pudieron terminar el año escolar debido al desplazamiento.

La familia estaba en pleno proceso de reconstrucción de sus vidas cuando la tormenta tropical Eta tocó tierra a principios de noviembre, con fuertes vientos y lluvias torrenciales que provocaron derrumbes, deslaves y graves daños a viviendas, carreteras, infraestructuras energéticas, centros de salud y escuelas en varios países centroamericanos.

Con las primeras lluvias de Eta, aparecieron filtraciones de agua en el cuarto que Ana y su familia habían alquilado.

  • Los nietos de Ana* rescataron de la inundación sus muñecos, que fueron un regalo cuando llegaron a Guatemala. *Nombre cambiado por motivos de protección.
    Los nietos de Ana* rescataron de la inundación sus muñecos, que fueron un regalo cuando llegaron a Guatemala. *Nombre cambiado por motivos de protección. © ACNUR/Luis Sanchez Valverth
  • Ana* y su familia huyeron de Honduras luego de ser amenazados por miembros de las pandillas. Meses después de su llegada a Guatemala, tuvieron que evacuar su nuevo hogar debido a la tormenta tropical Eta. *Nombre cambiado por motivos de protección.
    Ana* y su familia huyeron de Honduras luego de ser amenazados por miembros de las pandillas. Meses después de su llegada a Guatemala, tuvieron que evacuar su nuevo hogar debido a la tormenta tropical Eta. *Nombre cambiado por motivos de protección. © ACNUR/Luis Sanchez Valverth
  • Ana* y su familia huyeron de Honduras luego de ser amenazados por miembros de las pandillas. Tras ser evacuados debido a la tormenta tropical Eta, ACNUR y socios los trasladaron a un espacio seguro. *Nombre cambiado por motivos de protección.
    Ana* y su familia huyeron de Honduras luego de ser amenazados por miembros de las pandillas. Tras ser evacuados debido a la tormenta tropical Eta, ACNUR y socios los trasladaron a un espacio seguro. *Nombre cambiado por motivos de protección. © ACNUR/Luis Sanchez Valverth

“Se me inundó todo,” explica Ana. El socio de ACNUR, Refugio de la Niñez, trasladó a la familia a un espacio seguro en el casco urbano más próximo y les brindó agua, una tarjeta para comprar alimentos, electrodomésticos y algunos muebles.

Poco más de una semana después de Eta, llegó Iota, otra tormenta tropical. Juntas, las tormentas se consideran entre los peores desastres climáticos que han azotado a América Central en los últimos 20 años. Se estima que tres millones de personas se vieron afectadas por Eta e Iota y que más de 120,000 personas se vieron obligadas a evacuar sus hogares. De hecho, la casa y la comunidad de dónde vienen Ana y su familia fueron fuertemente afectadas por el paso de la tormenta Eta en Honduras.

“Mi sueño es poder tener un techo donde tener a mis nietecitos y hacer una vida aquí porque ya no podemos regresar”.

Según expertos, el cambio climático está incrementando la frecuencia y la intensidad de los huracanes y las tormentas tropicales – aunque no se puede establecer una conexión directa entre el fenómeno y una tormenta específica. Los estudios científicos sugieren que América Central será una de las regiones más afectadas por el cambio climático en las décadas a venir – con más tormentas, cada vez más potentes, que representarán un factor adicional de desplazamiento en una región donde la violencia y la persecución han obligado a casi un millón de personas a huir hasta mediados de 2020.

 “Tanto el cambio climático como la pandemia de la COVID-19 traspasan las fronteras y amenazan millones de vidas”, dijo Gillian Triggs, Alta Comisionada Auxiliar para la Protección, en un encuentro virtual a principios de diciembre que se enfocaba en las lecciones que se puede aprender de la pandemia y aplicar a la respuesta del cambio climático. “Desafortunadamente, los refugiados y las personas desplazadas están entre las personas más vulnerables a la enfermedad y a los efectos del cambio climático en el mundo”.

Por su parte, Ana dice que le preocupa que pueda volver a acontecer más tormentas destructoras como Eta e Iota, pero por el momento tiene que centrarse en el futuro inmediato de sus tres nietos. En el futuro, Ana espera comprar una casa. “Mi sueño es poder tener un techo donde tener a mis nietecitos y hacer una vida aquí porque ya no podemos regresar”.

 “Me preocupa que pueda pasar algo similar, pero a mí me gusta vivir aquí”, dijo. “Me siento bien, contenta porque mi familia está bien”.

*Nombre cambiado por motivos de protección.