Kigali ve las ventajas económicas de ayudar a los emprendedores refugiados

En Ruanda, gracias a programas de apoyo en la capital y en otras zonas del país, las empresas propiedad de refugiados, como una tienda de venta de GLP, han permitido la creación de unos 2.600 empleos.

La burundesa Annick Iriwacu, en su distribuidora de gas de cocina en Kigali, la capital de Ruanda.
© ACNUR/Anthony Karumba

Annick Iriwacu revisa meticulosamente el inventario de su tienda, situada en un concurrido cruce en el centro de Kigali. Esta refugiada burundesa tiene una pequeña tienda de distribución de gas licuado de petróleo (GLP) con su hermano menor. El negocio ahora va bien, pero el panorama no fue tan positivo cuando llegó a la capital de Ruanda hace tres años.


“Venir aquí no fue fácil, porque cuando llegas a un lugar que no conoces, tienes que hacer frente a muchas dificultades”, explica la mujer 33 años y madre de tres hijos.

En 2015, Annick huyó de los disturbios en su país con su esposo e hijos y encontró la seguridad en Kigali, que es conocida como la ciudad más limpia y verde de África. Acostumbrada a ser económicamente independiente en su país, rápidamente buscó cómo ganarse la vida.

Inspirada por la reputación de limpieza de Kigali y la conversión del país a la energía limpia, Annick decidió comenzar a vender GLP. “Reflexioné mucho sobre mi proyecto de negocio y me di cuenta de la visión de Ruanda en tema de ecología”, explicó. “Así que decidí entrar en el negocio del gas. Se requería mucho capital, pero decidí intentarlo”.

Un primo la puso en contacto con Inkomoko, una firma local de consultoría de negocios que trabaja con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, para formar y dar apoyo a los emprendedores refugiados.

“Me dieron fuerzas y esperanzas de continuar, porque estaba a punto de rendirme”

“Me dieron fuerzas y esperanzas para continuar, porque me estaba rindiendo”, dijo Annick.

Recibió orientación de Inkomoko sobre cómo registrar su negocio, pagar impuestos y administrar su tienda. Se registró en la Junta de Desarrollo de Ruanda y recibió un número de contribuyente que le permite pagar impuestos. Annick ha logrado hacer crecer su negocio y ahora emplea a cinco personas.

Lydia Irambona, Directora del Programa de Refugiados de Inkomoko, afirma que su enfoque está diseñado para ayudar a los refugiados como Annick a construir sus negocios sobre bases sólidas. “Nuestro objetivo principal es ayudarlos a aumentar sus ingresos, atraer más clientes y entender cómo hacer negocios aquí”, explica.

Además de ayudar a los refugiados a ser económicamente independientes, el programa también da un modesto pero significativo impulso a la economía local. Este programa, que comenzó en 2016, ha beneficiado a unas 3.300 personas refugiadas. En 2017, dieron formación a 809 emprendedores refugiados tanto en entornos urbanos como en campamentos, teniendo como resultado la creación de 2.600 nuevos empleos en todo el país.

“Hemos percibido un gran cambio en términos de confianza en sí mismos, porque sienten que viven de manera digna y también por el hecho de haber podido crear empleos”, comenta Lydia Irambona.

Lydia Irambona (segunda de la izquierda), impartiendo una capacitación sobre gestión de negocios a un grupo de refugiados en Kigali, Ruanda.

Lydia Irambona (segunda de la izquierda), impartiendo una capacitación sobre gestión de negocios a un grupo de refugiados en Kigali, Ruanda.  © ACNUR/Anthony Karumba

Las alianzas estratégicas entre ACNUR y empresas del sector privado como Inkomoko han demostrado ser valiosas, e Irambona ve la posibilidad de que más compañías en la ciudad apoyen a las personas refugiadas, lo que ella define como una situación de ganancia mutua. “Los refugiados llegan al país con conocimientos, habilidades y una cultura diferente que puede aportar un valor añadido”, afirma.

Según datos de octubre de 2018, Ruanda acoge a más de 150.000 refugiados, la mayoría de los cuales (79%) vive en seis campamentos a lo largo del país, y el resto en áreas urbanas. Alrededor de 13.000 refugiados están registrados en grandes centros urbanos como Kigali y Huye.

Aproximadamente el 60% de los 25,4 millones de refugiados en el mundo no vive en campamentos, sino en ciudades y zonas urbanas de América, Europa, Oriente Medio, África y Asia. Alcaldes, autoridades locales, organizaciones de la sociedad civil y grupos de ciudadanos se encuentran en la primera línea de la respuesta mundial a las situaciones de refugiados, fomentando la cohesión social y protegiendo y ayudando a los hombres, mujeres, niños y niñas que en algún momento se vieron obligados a desplazarse y que ahora viven en sus mismas comunidades.

Kigali forma parte de una creciente red global de municipios que han optado por abrir sus puertas a las personas refugiadas y aprovechar las oportunidades que traen consigo. De Sao Paulo a Viena, estas Ciudades de Luz devuelven la esperanza a los más vulnerables del mundo al ofrecerles protección y la oportunidad de integrarse en su tejido social.

En diciembre, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, organizó en Ginebra el Undécimo Diálogo del Alto Comisionado sobre los Desafíos de la Protección, que este año se centró en el papel de las ciudades en la protección de las personas refugiadas y desplazadas en los entornos urbanos.

El Gobierno de Ruanda, a través del Ministerio encargado de la Gestión de Emergencias (MINEMA), promueve la integración de los refugiados en las zonas urbanas.

“El Gobierno de Ruanda está deseoso de continuar apoyando a los refugiados a través de una asistencia específica que incluya su integración socioeconómica”, explicó Veneranda Ingabire, resposable de la Unidad de Proyectos Especiales de MINEMA.

“La ventaja de estar en una ciudad es que tienes la oportunidad de trabajar”

Dichos programas de asistencia se desarrollan de conformidad con los cuatro compromisos asumidos por el presidente de Ruanda, Paul Kagame, durante la Cumbre de Líderes sobre Refugiados de 2016, y el enfoque integral e inclusivo adoptado formalmente por el Gobierno ruandés en febrero de 2018, agregó.

La estrategia del Gobierno incluye acciones prácticas tales como la expedición de cédulas nacionales de identidad para los refugiados registrados, documentos de viaje de lectura electrónica, promoción de la asistencia para la autosuficiencia económica, acceso a seguros de salud y al sistema nacional de educación.

“Estamos muy orgullosos de ayudar a nuestros hermanos y hermanas de la República Democrática del Congo y Burundi, ya que muchos de nosotros fuimos refugiados no hace mucho tiempo”, declara Veneranda Ingabire. “Seguiremos abiertos a la identificación de soluciones que les ayuden a mejorar su bienestar en Ruanda”.

Para Annick, el apoyo que ha recibido le ha permitido mantenerse a sí misma y a su familia, y le ha ayudado a sentirse parte de su ciudad adoptiva.

“La ventaja de vivir en una ciudad es que tienes la oportunidad de trabajar”, dijo ella. “Puedes encontrar oportunidades, puedes usar tus manos y poner en marcha tu negocio”.

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