La vida de las personas refugiadas y la comunidad local mejora con un buen acceso al agua en un campamento de Zimbabwe
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y sus socios han mejorado el suministro de agua en el campamento de Tongogara, através de un proyecto financiado por el Banco Africano de Desarrollo.
Josephine Mbayo enfrentó muchas dificultades para cuidar de sus ocho hijos en un campamento para personas refugiadas en el sureste de Zimbabwe, pero el reto más grande fue conseguir suficiente agua potable para su familia.
Por años, diariamente la mujer de 48 años esperó horas para recoger agua en una bomba en el campamento de Tongogara, que aloja a más de 14.500 personas, la mayoría originarias de la República Democrática del Congo (RDC). Josephine no tenía tiempo extra para trabajar ni para cuidar bien a sus hijos.
Cuando el agua se secó, las mujeres esperaron todo el día a que se regenerara el pozo. A veces, salían chorros de agua sucia, pero no había más opción que usarla.
“La gente discutía y casi peleaba por el agua”.
“Solo había una bomba manual en la zona en la que todos hacían fila para obtener agua desde las 4:00 a.m.”, recordó Josephine, una madre soltera y una de las miles de personas que en 2012 se vieron obligadas a huir de los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y varios grupos armados en la República Democrática del Congo.
“La gente discutía y casi peleaba por el agua”, añadió.
En toda África, las personas refugiadas, especialmente mujeres como Josephine, enfrentan un problema similar. La falta de suministros de agua confiables amenaza particularmente la salud de niñas y niños, y gasta importante tiempo de las mujeres, que podrían usar para ganar dinero, lo que aumenta los niveles de pobreza.
De acuerdo con los estándares establecidos por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, cada persona refugiada debe tener diariamente acceso al menos a 20 litros de agua. ACNUR y sus socios se esfuerzan por mejorar la situación de las personas refugiadas como Josephine.
En 2016, ACNUR trabajó con sus socios para introducir un sistema tuberías de agua y reemplazar la bomba manual, instalando tres llaves en la zona de Josephine en el campamento Tongogara que se utilizaba durante dos horas al día. El nuevo sistema ayudó a mejorar la calidad y cantidad del agua, pero Josephine y las otras personas refugiadas encontraron que todavía había escasez.
El año pasado, un proyecto financiado por el Banco Africano de Desarrollo (AfDB) permitió la instalación de nuevos pozos de alta capacidad y un sistema de agua por tuberías más aplio y con mejor diseño, conocido como sistema de reticulación de agua, que funciona con energía solar y puede suministrar de agua corriente a las 10 zonas del campamento. El proyecto de agua también ha beneficiado a las personas que viven en las comunidades de acogida vecinas en el distrito de Chipinge, donde se encuentra el campamento.
La iniciativa financiada por el Banco Africano de Desarrollo, ‘Soluciones innovadoras para apoyar los medios de vida de las comunidades vulnerables’, que incluye los sistemas de reticulación de agua, es parte de una estrategia más amplia para mejorar la capacidad técnica y económica de las personas refugiadas y las comunidades locales.
El Proyecto ofrece alumbrado público, agua potable y un potente esquema de riego, entre otras innovaciones. Las personas refugiadas ahora trabajan en parcelas recién asignadas para producir alimentos para sus familias.
“Mejoramos continuamente nuestra búsqueda de agua subterránea mediante la perforación de más pozos de alto rendimiento y su alimentación con energía solar”, señaló Nosakhare Boadi, oficial de agua y saneamiento de ACNUR con sede en Harare.
“Mis vecinos son la única familia que tengo en este país y me hace feliz que podamos coexistir pacíficamente”.
El agua subterránea es más sostenible y menos vulnerable a la contaminación que las fuentes de agua en la superficie y la energía solar es más ecológica y rentable.
“Eventualmente, el suministro de agua será más seguro ya que el bombeo ya no dependerá de la red nacional ni de los generadores de diésel”, agregó.
El fácil acceso al agua ha mejorado el bienestar de la familia de Josephine, dejándole más tiempo para trabajar. También tiene tiempo para cultivar más alimentos en su tierra y venderlos en el mercado. Su ingreso mensual aumentó de 5 a 75 dólares (USD), lo que le ayuda a cuidar mejor a sus hijos. El nuevo alumbrado público en el campamento también ha hecho que su familia se sienta más segura cuando van a buscar agua en la noche y también ahuyenta a los animales, entre ellos los elefantes que representaban un problema importante.
“Las discusiones en las bombas manuales me privaron de paz, pero ahora nos saludamos alegremente mientras buscamos agua”, dijo. “Mis vecinos son la única familia que tengo en este país y me hace feliz que podamos coexistir pacíficamente”.