Adolescente refugiado enseña a otros jóvenes solicitantes de asilo sobre los riesgos de abuso
Un programa impartido entre compañeros en Serbia está ayudando a las niñas y niños no acompañados vulnerables a protegerse de la violencia y la explotación mientras buscan seguridad.
Arsalan* conoce de primera mano los riesgos de la violencia y la explotación. Grupos armados solían irrumpir en la tienda donde trabajaba en la capital afgana, Kabul, y amenazar con matarlo.
Cuando huyó del país en busca de seguridad en el extranjero, vio a los grupos de tratantes golpear y maltratar a otros niños que huían solos. Él solo tenía 16 años. Ahora como solicitante de asilo en Serbia, aprovecha su experiencia para impartir un curso para jóvenes como él, que han viajado solos para buscar asilo.
“Intento transmitir este conocimiento a mis compañeros en el centro de asilo en Krnjača (un barrio de la capital, Belgrado)… Estoy seguro de que les servirá”, expresó Arsalan.
A través de 16 sesiones durante tres meses, se les enseña a los participantes de varios países sobre sus derechos, sobre cómo reconocer el abuso y cómo obtener ayuda. El curso incluye sesiones sobre la trata, la explotación y la discriminación, así como la importancia de la salud reproductiva.
“El curso fue útil”.
Una vez que completen el curso, pueden ofrecerse como voluntarios para convertirse en educadores entre compañeros, como lo hizo Arsalan. “No tenía noción sobre la violencia de género, normas de género o sobre los derechos de las personas de la comunidad LGBTI cuando me inscribí en la capacitación el año pasado”, recordó Arsalan, que ahora tiene 19 años.
“El curso fue útil, los ejemplos fueron fáciles de entender y nuestras discusiones (fueron) animadas”.
Recientemente, algunos de los participantes del último curso se reunieron para reflexionar sobre lo aprendido en la capacitación y cómo mejorarlo. Acordaron hacer que las sesiones para sus compañeros en los centros y en los hogares para niñas y niños no acompañados sean más atractivas a través de mejores apoyos visuales.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, dirigió el proyecto en 2018 con el Consejo Danés para los Refugiados, el Centro de Política y Respuesta a Crisis, y el Centro de Investigación y Desarrollo Social-IDEAS, en respuesta al creciente número de niñas y niños no acompañados que llegan a Serbia. Alrededor de 2.000 niños no acompañados llegaron a Serbia en 2020.
Esto representó una fuerte disminución en comparación con años anteriores, probablemente debido en parte al impacto de la pandemia de COVID-19. Los números habían ido en aumento en los años anteriores. La gran mayoría procedía de Afganistán, y las personas sirias conformaban el segundo grupo más grande.
En los últimos años, muchos vieron a Serbia como un punto de referencia y esperaban llegar al norte de Europa, pero esa situación está cambiando. La capacitación tiene como objetivo ayudar a las y los jóvenes a procesar las experiencias que han tenido en su viaje hasta ahora, pero también informarles sobre los riesgos asociados con el movimiento hacia adelante, que incluye la explotación y el abuso a manos de los grupos de tratantes.
Los educadores de la comunidad como Arsalan son los más indicados para hablar sobre esos riesgos y las ventajas de permanecer en Serbia, consideró Ljubimka Mitrović, Oficial de Protección de ACNUR.
Por lo general, este tipo de capacitación se enfoca en niñas y mujeres jóvenes, pero las sesiones con niños son vitales, porque además ayudan a promover su integración, señaló Bojana Balević, Coordinadora de Proyectos del Consejo Danés para Refugiados que aporta una década de experiencia al trabajo.
Está aumentando el porcentaje de niñas y niños no acompañados que se quedan en Serbia después de su llegada, en lugar de trasladarse a otros países. Esto se debe en parte a las oportunidades percibidas en la propia Serbia, pero también a los controles fronterizos que disuaden el movimiento.
“Pueden obtener todo lo que necesitan”.
Karoh, de 20 años, un kurdo iraquí que llegó a Serbia hace cuatro años y recibió el estatus de refugiado en 2019, se ha capacitado como educador de la comunidad y ahora se une a los esfuerzos para persuadir de que no viajen más a las personas recién llegadas.
“Hablo con mis compatriotas y otras personas en los centros de alojamiento casi todos los días. Les digo que cualquiera que sea la frontera que intenten cruzar, serán devueltos a Serbia. Pueden quedarse en cualquiera de los centros y obtener todo lo que necesitan”, animó.
“La pandemia de la COVID-19 ha aumentado el riesgo de trata para las personas jóvenes, sobre todo porque los hace más inseguros económicamente”, resaltó la Alta Comisionada Auxiliar para la Protección de ACNUR, Gillian Triggs.
“Aquellas personas que ahora se enfrentan a la pérdida de medios de vida y a la pobreza extrema pueden ser el blanco de los traficantes que explotan sin escrúpulos y se benefician de sus vulnerabilidades”, agregó Triggs.
Hoy, Arsalan está en espera de la decisión sobre su solicitud de asilo. Mientras tanto, utiliza sus conocimientos de los idiomas farsi y serbio para trabajar como intérprete en el Centro de Política y Respuesta a Crisis.
“Me gustaría seguir trabajando… aprender un oficio y empezar a vivir por mi cuenta. Al mismo tiempo, me gustaría unirme a uno de los coros locales y tal vez incluso conseguir un papel en una película local”, compartió.
*El nombre ha sido cambiado por motivos de protección.